La cara oscura de Google, la lucha por el control de la publicidad.
“Al parecer, es imposible permanecer sentado cuando te has comprometido a cambiar el mundo”. Así empezaba David Sheff, editor habitual de Playboy, su entrevista a los dos estudiantes de la Universidad de Standford que crearon Google, Larry Page y Sergey Brin. Era junio de 2004, días antes de la salida a bolsa del más famoso buscador de información en internet. Hoy domina la red: búsquedas (Google), correo electrónico (GMail), vídeos (YouTube), mapas (GoogleMaps), páginas personales (Blogger), ofimática virtual (GoogleDoc)... Y en los últimos meses ha presentado dos nuevas propuestas que integrarían varios de sus productos: Google Wave y Buzz.
Sus competidores en el mundo empresarial planean un bloque unido antagónico con la convergencia de Microsoft, Yahoo! y Twitter. El 23 de febrero se conocía la alianza entre Yahoo! y Twitter, mientras que la relación entre Yahoo! y la compañía de Bill Gates se hacía pública en agosto.
Su filosofía, basada en la excelencia de los trabajadores y en su dedicación total al proyecto de la empresa, ha sido en muchas ocasiones un punto clave en su relación con los Estados. Y de su buena imagen pública también. “Se ciñen a la legislación correspondiente al país, ellos no tienen interés en ningún tipo de censura, no es algo que beneficie su negocio”, nos explica Manuel Román, editor de barrapunto.com.
A lo largo de los años, Google nunca ha dejado de presentarse como “el bueno”, como el que quiere ofrecer a todos los usuarios la posibilidad de acceder a la cultura global apostando, incluso, por Linux y el software libre en su día a día. “Google is not evil, así que lo ha envuelto todo en un papel de celofán al gusto de los hackers que quieran interactuar con sus tripas, abriendo su interfaz de programación, explicando su protocolo y diciendo que es open source”, afirman desde el observatorio de software libre de la Universidad de Deusto.
Pero, ¿cómo llegó Google a superar a Yahoo! que facturaba casi 80 millones de dólares en 2006 y a convertirse en la marca más cara del mundo (66.343 millones de dólares, según el último ranking de Brandz)? Gracias a la venta de publicidad. “Los resultados de las búsquedas son publicidad para sus anuncios, un motivo para atraernos a ellos”, sentencia un publicista especializado en internet.
La publicidad que muestra Google se alimenta del sistema AdSense. Los webmasters afiliados a este servicio ganan por cada clic que sus visitantes hacen en el anuncio. A cambio de la posibilidad de poner contenido publicitario en su web, los sitios comparten los beneficios con Google.
A través del correo y del historial de búsqueda, su base de datos se llena de información privada con el fin de poder ofrecerles su producto principal, la publicidad. “Problemas similares los encontramos en aplicaciones de otros fabricantes, como Facebook, Twitter, Hotmail...”, de nuncia Eneko, ingeniero informático de Red Sostenible. “Sin embargo, en el caso de Google el problema es más grave debido a la cantidad de información que reúne sobre nosotros gracias al variado rango de aplicaciones que ofrece. Además está el AdWords que, con su aparente invisibilidad, permite que Google pueda saber qué sitios web visitamos con bastante fiabilidad, debido a que tienen una posición dominante en el mercado de publicidad on-line”.
Pero Google es cada día más voraz. Sus ámbitos también van más allá de la publicidad en la red. Desde la telefonía hasta las rutas de transporte público, pasando por el mercado energético son algunas de sus nuevas apuestas. Según los autores de Google, la historia, “una empresa que tiene como objetivo catalogar todas las informaciones digitales del mundo, sólo puede tener horizontes hegemónicos, y esta misma hegemonía, ahora alcanzada en muchos ámbitos, hace que parezca un peligro para muchos”. GooglePoly es una versión del Monopoly en la que los jugadores son empresarios de Google y pueden comprar otras compañías cibernéticas. Quizás, el mejor reflejo de la práctica diaria del Gigante Bueno de Internet.