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La banca afila sus uñas: el crédito a las pymes cae un 27% hasta mayo

@Carlos Sánchez - 16/07/2010 06:00h

El ‘mejor sistema financiero del mundo’, como alardean tanto el presidente del Gobierno como el gobernador del Banco de España, esconde cadáveres en el armario. Y no tanto por un problema de naturaleza contable, sino más bien por su incapacidad para conceder créditos. Lo dicen las estadísticas más recientes del banco central, que todavía reflejan -tres años después del primer episodio de la crisis financiera- una intensa caída del crédito a las empresas. En particular a las pymes. Las empresas más grandes -aquellas que piden a su entidad financiera más de un millón de euros- salen mejor paradas. Pero sin excesos.

Las cifras oficiales reflejan, en concreto, que hasta el mes de mayo, y en relación al mismo mes del año anterior, los préstamos y créditos a las pymes (inferiores al millón de euros) han caído un 26,8%. O dicho en términos absolutos, el importe de las nuevas operaciones ha pasado de 117.520 millones entre enero y mayo del año pasado a 92.648 millones en 2010. Se prolonga, de esta manera, la larga agonía del crédito a las pequeñas y medianas empresas, que no ha dejado de descender desde que estallara la crisis financiera.

En 2007, el importe de los nuevos créditos para las pymes alcanzó los 394.170 millones de euros, pero un año después esta cifra había bajado ya hasta los 356.775 millones. En 2009 se consolidó esa tendencia y los créditos se desplomaron hasta los 262.767 millones (incluyendo renovaciones). Y es muy probable que este año se cierre con una cifra inferior a los 200.000 millones de euros. En el caso de las nuevas operaciones superiores al millón de euros, la evolución es sólo algo mejor. La caída es del 17,1%, hasta los 207.321 millones.

Los datos del Banco de España ponen de relieve, sin embargo, un hecho sorprendente. El año pasado la cuantía total de los préstamos superiores a un millón de euros no bajó, sino que desafiando la lógica económica (la mayor recesión en medio siglo) creció en 32.000 millones de euros, hasta los 604.975. Detrás de esta cifra se esconde la estrategia de bancos y cajas de ahorros de no dejar caer a sus clientes, lo que ha provocado un aumento de las renovaciones. Se presta para no llevar a fallidos muchas operaciones inviables.

De hecho, si se analizan los préstamos en términos de flujo efectivo, la caída es espectacular. En 2007, el flujo efectivo -el dinero nuevo que realmente llega a las empresas- se situó en 181.829 millones, lo que explica en buena medida el boom inmobiliario. Al año siguiente, ya había descendido hasta casi la mitad; 95.981 millones, pero es que en 2009 no sólo no creció sino que el flujo efectivo fue negativo en 19.390 millones, lo nunca visto en la economía española.

El racionamiento del crédito hay que vincularlo, lógicamente, con la situación de la economía real, que ha provocado una aversión al riesgo sin precedentes por parte de las entidades financieras. Bancos y cajas no confían en que sus clientes les vayan a devolver su dinero. Pero también con el hecho de que tanto la restructuración del sistema financiero como las nuevas normas de solvencia están suponiendo un frenazo en la actividad crediticia, como reconoció el miércoles en el Círculo Ecuestre de Barcelona Rodrigo Rato, presidente de Caja Madrid.

Menos crédito por exceso de regulación

Rato dijo que Basilea III puede "cercenar la recuperación económica en los países industrializados" por un exceso de regulación que limita la innovación financiera, y que podría tener un coste de cuatro puntos del PIB europeo. Y lo que está haciendo la banca española -como la europea- es recapitalizarse a marchas forzadas en un marco extremadamente complicado, lo que les ha forzado a acudir en masa a la ventanilla del Banco Central Europeo para obtener fondos.

En el caso español, esta realidad se complica con el proceso de integración de las cajas de ahorros, que ha obligado a que las entidades estén ahora más ocupadas en sanear sus balances (para no perder cuota de mercado en las fusiones o integraciones) que en hacer préstamos que, como es lógico, incorporan un factor de riesgo.

No se trata, en cualquier caso, de un fenómeno estrictamente español, aunque sí su intensidad. El último Boletín del Banco Central Europeo (BCE) informaba ayer que la tasa de crecimiento interanual de los préstamos otorgados a las sociedades no financieras continuó siendo negativa en mayo (del –2,1%). Es decir, algo menos que en el mes precedente.

El BCE destaca, sin embargo, un fenómeno nuevo. En mayo se registraron “cuantiosas entradas mensuales positivas en los préstamos a empresas, las más elevadas desde enero de 2009, impulsadas por los considerables flujos de entrada en los préstamos a corto plazo (hasta un año) y los préstamos a largo plazo (a más de cinco años)”.

El banco central reconoce que a la vista de la volatilidad observada en los últimos meses, “es demasiado pronto para valorar si esta evolución señala un punto de inflexión”. Y recuerda que un aumento de las entradas de préstamos a corto plazo sería acorde con la mayor necesidad de las empresas de disponer de fondos a corto plazo para gestionar sus existencias, como consecuencia de los acusados aumentos de la variación de existencias observados en los primeros meses de 2010

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