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Francisco Álvarez-Cascos abandona el Partido Popular


En una carta a Mariano Rajoy a la que ha tenido acceso el diario «El Comercio» el ex ministro comunica su decisión de abandonar el partido al sentirse ««desamparado» ante los ataques recibidos durante el proceso de elección del candidato en Asturias

ABC

El ex secretario general del PP y ex ministro Francisco Álvarez-Cascos

Francisco Álvarez-Cascos ha presentado esta mañana su baja como afiliado en el Partido Popular. El ex ministro ha entregado este sábado por la mañana una carta dirigida a Mariano Rajoy en la sede del PP en Génova.

En el escrito, al que ha tenido acceso el diario «El Comercio», Cascos explica que ha tomado esta decisión “al no recibir el amparo solicitado reiteradamente al órgano competente ante los menosprecios,descalificaciones e insultos que me dirigieron otros militantes, cobijados con el membrete oficial del PP de Asturias, impunemente, sin otro pretexto que el de haber manifiestado mi disponibilidad para encabezar la candidatura a las próximas elecciones autoómicas”.

«Al no recibir el amparo solicitado reiteradamente»

El ex secretario general del PP recuerda que periódicamente ha ido remitiendo al Comité Nacional de Derechos y Garantías sus cartas de denuncia sobre esta situación. Entre otras descalificaciones, el ex ministro ha visto en los últimos meses como el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, le descalificaba por “sexagenario” e incluso como sus acciones y la de sus partiarios eran equiparadas con la 'kale borroca'.

Ante la falta de respuesta de los órganos disciplinarios del partido y menos de 48 después de que la dirección nacional descartase su candidatura en Asturias y optase por la concejal de Oviedo Isabel Pérez-Espinosa sin más explicación que un escueto comunicado el ex ministro abandona el PP.

Tras 34 años de militancia

“Dejo el partido después de 34 años de militancia ininterrumpida por razones de dignidad personal. La decisión es firme y las circunstancias que la justifican las conoces sobradamente”, explica a Rajoy, a quien recuerda que “en mi última nota manuscrita de 27 de octubre te indique que, en mi opinión, la política requiere dosis muy elevadas de paciencia y de flexibilidad, pero el respeto a las normas de educación y de civismo en cualquier organización no son negociables, especialmente dentro de un partido que tiene en el respeto a las personas unas de sus señas de identidad más características”.

Álvarez-Cascos también analiza la que a su juicio es la situación de “degradación” que vive el PP en Asturias. “Por eso hace seis año me 'exilié' voluntariamente en la organización del PP en Madrid, como muestra de rechazo a la inadmisibles acusaciones sin sanción que sufrió la que fuera delegada del Gobierno en Asturias (Mercedes Fernández) procedentes de la Junta Local de Gijón”.

“Aquellas calumnias no fueron sancionadas y la veda quedó levantada como hace dos años se volvió a demostrar con el presidente regional, públicamente menospreciado por el alcalde de Oviedo, también sin sanción, en vísperas de unas elecciones generales cuya lista encabezó, de cuyo resultado en Asturias te hago gracia”.

Cascos recuerda los insultos de los que él mismo ha sido objeto

Como última muestra de la deriva en la que se encuentra su formación política en Asturias, Cascos recuerda los insultos de los que él mismo ha sido objeto entre los meses de julio y octubre. En ese sentido, recuerda que ha sido calificado de “galáctico', “sexagenario” y “terrorista callejero”. La razón de estas descalificaciones no ha sido otra, argumenta, que “haber ofrecido mi disponibilidad a aceptar la candidatura en la próximas elecciones autonómicas”.

“Todo ello no hubiera sido posible sin el consentimiento expreso, cuando no la complicidad, de la dirección nacional”, lamenta el político gijonés. “Más allá de las amarguras inherentes a una decisión tan difícil como dolorosa, siento que mi deber me obliga a dar este paso para hacer las paces con mi propia diginidad personal”, concluye su carta, que complementa con un resumen de la documentación sobre la que fundamenta sus argumentos.

Una crisis económica, un problema político.

Carlos Sánchez -

Existe una frase de Keynes que debería esculpirse a fuego en el frontispicio del palacio de la Moncloa. Justo encima de las escalerillas donde Zapatero recibe a sus visitantes. No sólo para conocimiento del actual inquilino del palacio presidencial, sino también para futuros ocupantes. La rescató hace algunas semanas Robert Skidelsky, sin duda su mejor biógrafo.

Sostenía el maestro de Cambridge que en política -y también en el mundo académico- algunas personas parecen inferir que “se puede hacer crecer la producción y los ingresos aumentando la cantidad de dinero”. Y continuaba, “pero eso es como intentar engordar comprándose un cinturón más grande”.

En España, hoy al cinturón es lo suficientemente largo no sólo para cubrir la panza, sino que además le sobran varios agujeros. Probablemente tantos como tiene el propio cinturón. Sobra de todo, como decía hace algún tiempo el profesor Ontiveros. Sobran fábricas de cemento, sobra maquinaria, sobran oficinas bancarias, sobran coches, sobran autopistas, sobran pisos construidos y sin habitar… En una palabra, sobra casi el 30% de la capacidad productiva que está inutilizada.

Sólo este dato explica que el ajuste vaya a durar mucho más tiempo de lo que hubiera sido razonable si hace ya algún tiempo Moncloa hubiera observado que el problema de fondo de la economía española no era la cantidad de dinero en circulación (el cinturón) ni mucho menos la capacidad de endeudamiento del Estado (el número de agujeros), sino la producción y el volumen de gasto.

Pero en lugar de instar a un reequilibrio del gasto público y privado (recortando subvenciones) para evitar que el maremoto financiero atrapara a la parte sana del tejido productivo (dejando caer a la parte enferma), Zapatero inició una especie de fuga hacia adelante con el objetivo de mantener artificialmente la economía. Y ahora, cuando la crisis es un mal recuerdo para muchas economías avanzadas, resulta que España se encamina hacia un año 2011extremadamente difícil. Hasta el punto de que el año próximo no será capaz de recuperar ni uno solo de los dos millones de puestos de trabajo -han leído bien- destruidos en los últimos tres años, lo que pone de relieve la intensidad del problema.

Una crisis única

La crisis de 2011, sin embargo, tiene una característica propia que la hace única. Llega cuando la sociedad está exhausta de tantas malas noticias -lo que se traduce en una desconfianza general sobre la situación-; y llega cuando los instrumentos de política económica para combatir la brutal caída de la demanda que se ha producido desde 2008 se han agotado. O dicho en otros términos. El margen de maniobra del Gobierno actual para enderezar la situación echando mano de la política fiscal es nulo, lo cual no sólo una mala noticia, sino claro exponente de una política carente de rigor que ha consistido en beberse la cantimplora cuando sólo se había recorrido la mitad de la travesía del desierto.

El Gobierno ya no puede subir más los impuestos ni tampoco bajarlos, lo que condena a la política de ingresos al ostracismo, salvo que intentara dar la vuelta a un sistema tributario enfermo que hacer descansar la recaudación en las rentas salariales, lo cual penaliza el empleo. Y parece que el final de la legislatura no es precisamente el mejor momento para emprender reformas de tanto calado.

El Gobierno ya no puede subir más los impuestos ni tampoco bajarlos, lo que condena a la política de ingresos al ostracismo, salvo que intentara dar la vuelta a un sistema tributario enfermo que hacer descansar la recaudación en las rentas salariales, lo cual penaliza el empleo

Ese es el principal error de la política económica. No sólo haber identificado mal la naturaleza de la crisis en sus albores, sino el hecho de haber malgastado la munición cuando era menos útil. Algo que explica que España afronte 2011 con un Estado inerte sin capacidad de reacción. Y no sólo desde el punto de vista presupuestario (lo cual es obvio). Algunas de las reformas económicas no han servido para nada. Los cambios en la legislación laboral sólo han estimulado los despidos; mientras que la reducción del salario de los empleados públicos no es siquiera una reforma. Es simplemente un ajuste del gasto que no tiene consecuencias más allá de 2012. El Gobierno, en lugar de abrir el melón de la gran reforma administrativa que este país necesita, ha dejado el problema para la siguiente legislatura. Y ni siquiera la reforma de la negociación colectiva o de las pensiones tendría ya efectos balsámicos a corto plazo sobre la actividad económica.

La reforma financiera es la única que realmente ha echado a andar, pero no parece razonable pensar que el sistema crediticio -en particular las cajas de ahorros- puedan recoger los dividendos si antes no son capaces de instar a una bajada generalizada de los precios inmobiliarios.

El empleo -y, por lo tanto, el crédito- no volverá a crecer hasta que las casas pierdan otro 15%-20% de su valor. Entre otras cosas porque la renta disponible de las familias no da más de sí, como el jueves se encargó de recordar el Banco de España. Llama la atención que con la que está cayendo en la economía española, las familias estimen que, descontados los efectos de la inflación, el valor real de su vivienda principal disminuyó un 6,9% entre el último trimestre de 2005 y el primero de 2009. Una reducción verdaderamente inocua para un mercado que llegó a estar sobrevalorado en alrededor de un 20-30%, como puso de relieve en su día el propio banco central.

La economía española, por lo tanto, está en manos sólo de decisiones políticas. Y no parece que el calendario electoral durante los próximos 15 meses -diseñado por el enemigo- sea el más propicio para atender reformas en profundidad destinadas a recuperar la confianza de los agentes económicos en el futuro del país. La crisis ya no es económica, sino política.
DE MEDIOCRE PARA ARRIBA
Socialista arrepentido deja el partido cargando duramente contra ZP

El militante que intentó competir sin éxito en las Primarias del PSM ha lanzado un comunicado en el que no deja títere con cabeza e insta a "cualquiera" a desalojar al presidente de Moncloa.
Ángel Gimeno deja la militancia del PSOE, pero antes ha decidido saldar cuentas pendientes.


Ya a principios de diciembre el militante de la Agrupación Socialista de Fuencarral que intentó competir en las primarias del PSM (pero no logró los avales necesarios para lidiarse con Tomás Gómez y Trinidad Jiménez), Angel Gimeno, anunció en su blog que se daba de baja como afiliado del PSOE.

Ahora, a escasos días de terminar el año, Gimenoarremete a golpe de comunicado contra el que hasta hace muy poco era su partido del alma. Y no ha ahorrado en ataques. Vamos, que se ha quedado a gusto repartiendo a diestro y siniestro, no sólo contra la cúpula del PSM, sino de la dirección nacional del PSOE y, sobre todo, contra el presidente del Gobierno.

Asegura Gimeno que "fue un deseo utópico intentar cambiar el Partido Socialista de Madrid de los Zerolo, Segovia, Tomás Gómez, Barranco, Trinidad Rollán, Lissavetsky, etc., al igual que el PSOE deZapatero, Alonso, Pajín, Valenciano, Aído y tantos otros, pero mereció la pena".

Más aún, hoy en día se posiciona de parte del PP, UPyDo IU. A saber, de cualquiera "que pueda sacar aZapatero de La Moncloa". Se marcha asegurando que ha intentado aportar "catarsis" a un partido en el que se ha instalado la "mediocridad" y en el que nadie denuncia "que Zapatero se ha cargado el trabajo de los españoles a lo largo de 40 años". Acusa al presidente del Gobierno de que "el sistema político español" haya entrado en "quiebra" en todas y cada una de sus instituciones, de cargarse "el modelo productivo y el Estado de las Autonomías, la educación" y hasta "el estado del bienestar".

Por eso insta a "empezar un nuevo ciclo de nuestra vida política y económica antes de que sea demasiado tarde" y a "someter a Zapatero a un proceso de impeachment, con mayores motivos que los aducidos en EEUU contra Nixon".

Y ya que estaba, se despacha a gusto contra Zapatero al que acusa de estar "enfermo" o presentar "graves síntomas de estar enfermo", por lo que asegura que "no puede continuar al frente del Gobierno". Más aún, le culpa de haber "debilitado la unidad nacional", de hacer "el ridículo con su política exterior" y de provocar el "desprestigio de España".

Gimeno llama a salir a las calles en manifestaciones pacíficas porque "el PSOE debe entrar en el cementerio de los Partidos Políticos cuanto antes". No en vano, "todas las ideas que un día pudo tener el PSOE han muerto tras el terremoto de la mundialización. Como lo único que entienden sus cargos, es vivir de la política sin querer ver la destrucción de España como nación y el inicio de otro largo periodo de decadencia, hay que reducir su presencia en la vida política aprovechando todos los procesos electorales".

El ex socialista se pregunta "¿Qué quedará del PSOE tras la dirección de Zapatero? Nada de nada. Ni tan siquiera el recuerdo".

Y ya que estaba, Gimeno tira de tono apocalíptico para augurar que "lo peor es que se está incubando un volcán de ira y violencia en la sociedad española al igual que sucedió hace noventa años".

Después de un breve repaso histórico en el que resume todos los errores del socialismo actual acusa a los dirigentes socialistas de priorizar el "deseo de enriquecerse lo antes posible", "conservar su puesto y vivir a costa del Partido o los Presupuestos".

Conclusión: "España necesita un proceso de regeneración total, una nueva Constitución, un nuevo modelo productivo y un nuevo Estado del Bienestar" y "la mediocridad de los dirigentes actuales del PSOE, con honrosas excepciones, les inhabilita para dirigir este proceso de transformaciones globales".

Vamos, que "continuar en el PSOE actual, es lastrar cualquier posibilidad de colaborar en la transformación de España".

Menos mal que se marcha "sin acritud", pero eso sí, "con la conciencia tranquila" y "dejando a muchos amigos que desgraciadamente me comprenden, pero no están por librar esta dura y próxima batalla. Lo siento por ellos".
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La Audiencia de Guipúzcoa ha condenado por torturas a cuatro de los quince guardias civiles que fueron juzgados en San Sebastián por torturar a los etarras que volaron la T-4 de Barajas, Igor Portu y Mattin Sarasola, atentado en el que murieron dos ciudadanos ecuatorianos

La raíz principal de las sociedades consumistas es la publicidad

Divertida presentación del comediante norteamericano Bill Hicks que hace reflexionar sobre efectos manipulativos que tiene la publicidad y el verdadero rol que ha tenido esta en el consumismo actual.



Bill Hicks
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