MOVIMIENTOS DE CARA AL CÓNCLAVE SOCIALISTA CATALÁN
Los críticos del PSC proponen romper con el PSOE en el Congreso después de las generales
El secretario general del PSC, José Montilla, tras la derrota electoral de este domingo en Cataluña (EFE). España | Antonio Fernández.
Los críticos de los socialistas catalanes comienzan desde ahora a tomar posiciones ante el congreso que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) celebrará el próximo mes de octubre, en el que se ha de aprobar una nueva línea estratégica y una nueva dirección. El ala más catalanista no quiere quedarse al margen y ayer celebró en la localidad de Saifores (Tarragona) una asamblea a la que asistieron más de 300 militantes, encuadrados en el sector denominado Nou Cicle, que lidera el eurodiputado (y ex líder del PSC) Raimon Obiols. Para canalizar los debates precongresuales de aquí al otoño, esta corriente eligió ayer una coordinadora territorial con el fin de organizar todos los actos previstos a lo largo y ancho de las comarcas catalanas.
Bajo el lema Un Nou Projecte (Un Nuevo Proyecto), lo que trata de hacer esta corriente es introducir una serie de enmiendas que sean asumidas por la dirección que salga del congreso para reafirmar no sólo el mensaje de izqueirdas, sino también el catalanista. Una de las principales conclusiones es llevar al congreso una moción para que se incluya en el programa electoral de las próximas elecciones generales la propuesta de constituir un grupo parlamentario propio del PSC en el Congreso de los Diputados, al margen del PSOE. Ésta es una vieja aspiración no sólo de Nou Cicle, sino también de los dirigentes más catalanistas que no están encuadrados dentro de ninguna de las corrientes críticas organizadas dentro del PSC, como el ex consejero de Economía, Antoni Castells, o de la ex consejera de Justicia, Montserrat Tura.
Nou Cicle pretende que el partido aplíe su base electoral con gente proviniente no sólo de colectivos ciudadanos, sino incluso de otros partidos. En definitiva, “que el PSC se convierta en uan gran fuerza política, social y cultural, que sea el resultante de un proceso desde abajo y que configure un instrumento decisivo de reforma y vitalización de la vida democrática”. en otras palabras, una especie de Olivo italiano pero a la catalana, una idea con la que ya había soñado el ex presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, o incluso el ex vicepresidente Josep Lluís Carod-Rovira, de ERC.
Otra de las propuestas es “articular una alianza de progreso para la Cataluña del 2014 que no sea la coalición fría que fue el Tripartito, sino un amplio movimiento capaz de implicar y movilizar a una gran mayoría progresista del pueblo de Cataluña”. Ésta es una reivindicación que ya realizó Obiols hace algunas semanas. Un dirigente del PSC explica a El Confidencial, con más detalles, el alcance de la propuesta. “¿Cómo es posible que, siendo Cataluña progresista, hayan ganado las derechas en las últimas elecciones? Por el desencanto. Algo del Tripartito no ha funcionado. El Pacto del Tinell fue una foto fría que no transmitía nada. No fue nada más que eso. Luego, en la acción de Gobierno, afloraron los roces entre los tres partidos y se produjo el desencanto. Se vio que cada uno iba a defender sus propios intereses y que todo había sido una cuestión de escaparate. Pero si una amplia fuerza común se presenta bajo unas mismas siglas, con gente proviniente de PSC, de ERC, de ICV e incluso de otros ámbitos, como podría ser de CiU, ese problema quedaría neutralizado. Con un proyecto potente, ilusionador, ya no se trataría de un pacto de Gobierno entre partidos, sino del programa de una fuerza política en la que no hay luchas de siglas en su interior”.
No son los únicos. Congrés des de Baix y Més PSC son otras dos corrientes críticas que han comenzado a tomar posiciones ante el Congreso. La primera, articulada a través de las redes sociales, comenzará sus reuniones el próximo 11 de junio. Aunque no se considera una corriente “al uso”, pretente abrir un proceso de debate interno del PSC. Aboga por marcar perfil propio ante el PSOE y por la elección directa de la cúpula directiva por parte de los militantes de la formación. Por su parte, Més PSC apuesta por la renovación del partido, por la potenciación de la democracia interna y por el distanciamiento con el PSOE, hasta el punto de eliminar las siglas de éste, que actualmente figuran junto a las del PSC.
Rosa Diéz UPyD.
Reconozco que me estoy divirtiendo mientras contemplo el desconcierto generado por la irrupción de Unión Progreso y Democracia en las instituciones locales de once comunidades autónomas y en la Asamblea de Madrid. Los dirigentes del PSOE y del PP (y en menor medida de IU, aunque en el caso de este último partido bastante tienen con analizar cómo es posible que el batacazo del PSOE les hayan reportado solamente un 0,8% de votos desde las últimas municipales) están que no salen de su asombro.
Lo primero que les sorprende es el hecho mismo de que nos hayamos colado entre la maraña de trampas que habían construido para evitar que nada que no fuera el bipartidismo obligatorio (y/o sus adherencias) pudiera llegar a los ciudadanos y recabar su confianza. No contentos con una ley electoral que aleja de las urnas a quienes tienen decidido no votar ni al PSOE ni al PP (por esa mentecatez que ha traspasado las barreras de la comunicación y que se da en llamar el voto útil), ambos partidos junto con sus corifeos mediáticos y económicos habían construido un sólido muro para impedir que nuestra imagen y nuestra voz fuera visible para el conjunto de los ciudadanos. Además de que los medios de comunicación en general apenas si prestaban atención a nada de lo que hacíamos (lo más obsceno de todo fue un debate entre Mario Vargas Llosa y yo misma del que únicamente dio cuenta TVE (treinta segundos) y algún medio digital o local), las encuestas se publicaban convenientemente corregidas para instaurar la sensación de que votar UPyD era tanto como tirar el voto a la papelera, La sentencia en todas ellas era definitiva: no entrábamos en ninguna institución.
Pues bien, a pesar del cuidado con el que eliminaban cualquier referencia a nuestros candidatos y a nuestro partido, en la noche electoral la voluntad de los ciudadanos se impuso a los deseos y a la estrategia del establishment político, económico y mediático: Unión Progreso y Democracia obtuvo ciento cincuenta y dos concejales, ocho diputados regionales en Madrid, dos diputados provinciales. Presencia institucional en once comunidades autónomas, en más de noventa ayuntamientos, en seis capitales de provincia. Muy cerca de entrar (a centésimas) en otras seis capitales y en otros tres parlamentos autonómicos. La ley y la anticampaña jugó contra nosotros y aunque nos sobraron votos nos faltó porcentaje para entrar en los parlamentos de Aragón, Asturias y Murcia. Igualmente en Logroño, Salamanca, Segovia, Ciudad Real, Cáceres y Valladolid. Un dato más: si el límite de la ley municipal fuera el tres por ciento o dependiera exclusivamente de los votos emitidos hoy tendríamos concejales en veinticinco capitales de provincia. Entiendo que todo esto les abrume; nunca fue más exacta la imagen de un persistente y concienzudo David que vence a un enfurecido Goliat.
Lo segundo que les desconcierta (ahora es cuando más nos estamos divirtiendo) es que después de las elecciones sigamos diciendo (y haciendo) lo mismo que antes. No pueden entender que tras saber que somos claves para determinar quien es el alcalde o la alcaldesa en veintiséis pueblos o ciudades españolas mantengamos nuestros principios: sólo habrá pactos nacionales que garanticen el voto a cualquiera de los candidatos de ambos partidos (lo mismo nos da el uno que el otro) si se comprometen a cambiar la ley electoral y a que el estado recupere la competencia en educación; y que en todo caso no entraremos a formar parte de ningún equipo de gobierno. A eso hemos añadido, en coherencia con nuestro compromiso de regeneración democrática, que en ningún caso posibilitaremos el acceso a una alcaldía de un candidato que esté imputado o procesado por delitos contra la administración pública.
Desde el domingo pasado no ha habido un día en el que los medios –esos para los que no existíamos– no hayan publicado “filtraciones”, cotilleos, interpretaciones, acusaciones varias… sobre lo que íbamos a hacer acá o acullá. Es inútil que digamos que este es nuestro compromiso adquirido con los ciudadanos y a él nos atendremos. Es igual que expliquemos que, en la medida en la que no lleguemos a acuerdos nacionales, nuestros candidatos respetarán escrupulosamente el sentido del voto de los ciudadanos en cada uno de los lugares de España en los que nuestra posición sea determinante. Y que en tanto no consigamos que se modifique la ley electoral para que los alcaldes sean elegidos directamente evitaremos que pactos de despacho perviertan la voluntad de los ciudadanos plasmada con su voto en las urnas.
Nuestras explicaciones resultan inútiles porque los que llevan año atesorando poder político no están acostumbrados a la coherencia y al respeto a la palabra dada. Por eso no se lo van a creer hasta que el día once de junio lo comprueben en sus propias carnes. No nos creen cuando contestamos las mismas cosas a decenas de llamadas de amigos de amigos, vecinos, “compañeros de clase”, dirigentes locales, regionales, nacionales… que nos insisten cada día para interesarse por el futuro de tal o cual alcaldable. Nos miran como las vacas al tren cuando formulamos sencilla y claramente las premisas que fuimos desgranando a lo largo de los últimos meses; no acaban de comprender que no hay gato encerrado, que no hay más que hablar. Que vamos a demostrar que se puede hacer otra política y que se puede hacer política de otra manera.
Ayer, tras colgar el video la rueda de prensa en la que volvimos a explicar todas estas cosas un ciudadano desconocido escribió en mi página de Facebook este breve comentario: “Nunca mi voto valió tanto”. No saben lo orgullosos nos sentimos de eso. Dentro de nada millones de ciudadanos habrán podido comprobar que cuando se trata de nosotros hay que pensar bien si se quiere acertar. Será bueno para UPyD; pero sobre todo será muy bueno para regenerar la democracia.