En cualquier otro país de nuestro entorno -como se dice habitualmente en
estos casos- la revelaciones dadas conocer por el diario Público, en relación con el señor ministro del Interior en
funciones, Jorge Fernández Díaz, serían motivo de su inmediata
destitución si en la jefatura del gobierno estuviera un presidente con
dignidad, no que supuestamente estuviera en el ajo.

Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior con Mariano Rajoy
El cese se produciría en esta ocasión durante el periodo electoral, por lo
que posiblemente pudiera afectar al partido en el gobierno, aunque en España
cabe la posibilidad de que por mucha mugre que acumule el Partido Popular va a
seguir contando en las urnas con un voto ideológicamente esclavizado, más que
fiel.
El señor Fernández Díaz -según las grabaciones que ha dado a conocer el
citado medio- ha pretendido enlodar en corruptelas a quienes desde posiciones
políticas independentistas en Cataluña fomentaron el referéndum en ese país.
El ministro se sirvió del jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña para
fabricar escándalos que implicasen a representantes tanto de Esquera
Republicana como de Convergencia Democrática de Cataluña. Ocurrió fechas antes
de la consulta sobre la indepedencia celebrada en aquella comunidad (9-N) y
prohibida por el Tribunal Constitucional, con la aviesa intención de influir en
su resultado.
Si lo primero, prohibir, ha sido muy efectivo para que el voto
independentista creciera en Cataluña en los últimos años -gracias sobre todo a
la gestión del vigente gobierno en funciones-, es indudable que la publicación
de estas grabaciones puede incrementar esa tendencia.
Está claro que desde posturas nacionalistas furibundas, de una y otra parte,
se trabaja por una ruptura que debe remediar un gobierno con entidad,
eficiencia y dignidad para el entendimiento plurinacional de España.