Una asesora de Feijóo facturó irregularmente más de 400.000 euros
Una alta directiva de la Xunta de Galicia habría colocado a dedo apróximadamente 400.000 euros. María del Mar Sánchez Sierra, secretaría de medios de comunicación de la Xunta de la Galicia, cargo dependiente de la Presidencia, creó junto con otra mujer un entramado empresarial para facturar en varios contratos pequeños esta cantidad para que no tuviese que pasar por un contrato público
Por
qué tener una casa con 500 libros da tres años de ventaja escolar a tus hijos
Cuatro
niños disfrutan juntos de la lectura en una vivienda. ROBERTO PÉREZ
Todas
las familias cultas de España, todas las casas en las que alguien ha intentado
transmitir un respeto por el conocimiento y por la belleza, todas las personas
que han querido reconocerse a sí mismas en sus libros y en su música... Toda
esa gente que no sabe qué cara poner cada vez que sus niños suplican por 10
minutos más de tableta, tienen aquí su cachito de autoayuda: los
libros viejos que arrastraron en la última mudanza servirán para algo, harán de
sus hijos más inteligentes, harán que mejoren sus notas y les
abrirán más puertas. No sólo las puertas de la neurosis.
Al mismo tiempo es una obviedad y una
sinécdoque, uno de esos juegos verbales en los que la parte (la biblioteca)
expresa el todo (la cultura). Pero ahora, por fin, podemos medir con números
esa idea tan abstracta que llamamos transmisión de la cultura, indagando en
estudios sobre la educación como el Informe PISA de
la OCDE que se dio a conocer hace algunos meses.
Hay centenares de variantes entre las
que indagar en las tripas de PISA y algunas de ellas retratan la
cultura de la familia de los alumnos: número de libros en casa, predisposición
a ir al teatro o a exposiciones de arte... Lo bueno es que esos
datos se pueden poner en relación con el rendimiento académico de los alumnos.
En España, por ejemplo, los niños de
15 años que vienen de casas con menos de 11 libros
obtuvieron en el último examen de PISA 423 puntos. En cambio, los que venían de
hogares con más
de 500 libros lograron 540 puntos, un 27,65% más. «En
PISA consideramos que 40 puntos equivalen a un año académico, de modo que esos
117 puntos de distancia son casi tres años de diferencia»,
explican, desde París, fuentes de la OCDE, el organismo que elabora el estudio.
Algunos datos complementarios.
Primero, los 117 puntos entre un extremo y otro que se dan en España no son
ninguna extravagancia. En el conjunto de los países estudiados, la distancia es
de 111 puntos. Y segundo: el porcentaje de casas en los
que hay menos de 10 libros es el 10%. Al otro lado de la tabla,
el 16% de los hogares guarda más de 200 ejemplares y el 8%, más de 500. Los
porcentajes son mejores que los de países como Francia, Alemania, el Reino
Unido, Estados Unidos... y, además, esta parte del estudio es tan divertida
como husmear en el cuarto de estar de los vecinos.
Hay más cifras que van en la misma
dirección. Sin salir de PISA, podemos averiguar que los niños españoles que
dicen tener libros de literatura clásica en casa reciben 512 puntos. Los que
tienen cuadros y otras obras de arte, 510. Y los que tienen más de tres
instrumentos musicales, 518.
Además, el informe PIRLS (Progress
in International Reading Literacy Study) es otra fuente que insiste
en la misma idea: los niños españoles de nueve o 10 años (4º curso de primaria)
con más de 200 libros (no se recogen más categorías) en casa leen un 20,8%
mejor.
Y ahora, ¿qué hacer con todos estos
datos?
Mariano Fernández Enguita es
catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de
Madrid. Y pone un poquito de contexto: «La biblioteca es, ante todo, un
indicador, además de un componente, del capital cultural y escolar de la
familia. Si un niño ve a sus padres leer interesados, ensimismados, riendo,
etcétera, quiere aprender antes; y estos le incentivan. Y la escuela empieza
masivamente por y gira hasta el final en torno a la lectoescritura, que además
es el caldo perfecto para el efecto Mateo (eso
de que los ricos se hacen más ricos y viceversa). Además, la
familia con más libros también va más a museos, ve otra televisión, otro cine,
otra música, hace otro turismo, habla más y mejor, valora la escuela,
etcétera. Una pescadilla que se muerte la cola. Si en vez de a la escuela los
llevásemos a un taller de carpintería tendrían ventaja los niños con más
herramientas en casa».
«No estamos en una relación
causa-efecto, más bien es una causa difusa. La cultura es un cúmulo de rasgos
difusos que crean una predisposición al aprendizaje. La cultura no está
encerrada en un libro ni en un cuadro», explica Antonio Rodríguez de las Heras,
director del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III de
Madrid. «Pero es
evidente que un entorno de cultura es una promesa de información de calidad. E
insisto en lo de la calidad, porque en este momento, nos sobra la información.
Por eso, cada vez va a ser más importante ese entorno cultural»
Las
neuronas espejo y el nivel de renta
A Álvaro Bilbao,
neurólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres
(Ed. Plataforma Actual), le toca explicar cómo funciona esa osmosis cultural:
«En el cerebro hay una cosa que se llama neuronas espejo y que son circuitos
que permiten aprender a través de la observación y crear patrones desde la
réplica. Un
niño de dos años que ve a sus padres leer no aprende a leer por eso. Pero sí
que crea un patrón que le va a acompañar toda su vida. No habrá
que convencerle ni que echarle una charla».
¿Y entonces? «El niño que lee accede
a información de más calidad, ésa es la primera razón por la que tiene más
éxito académico. La otra razón es que se desenvuelve mejor en la expresión oral
y escrita». Y
eso también vale para las matemáticas. «Claro, porque el lenguaje no sólo es
lenguaje verbal. También es lenguaje abstracto», explica
Bilbao.
Vienen más datos. Excellence
through equity es el título de otro estudio de la OCDE, esta vez
elaborado en 2012, que mide entre otras cosas, las habilidades matemáticas de
los estudiantes y que también atiende a datos socioculturales como la
existencia de libros en el hogar (sin precisar el tamaño). En
el caso de España, los niños con libros mejoran un 5,6% el rendimiento en mates de los que no tienen.
Y aquí viene el truco que todo el
mundo ve venir desde hace algunos párrafos: la existencia de una biblioteca en
casa no sólo es la expresión de la cultura de una familia. También
es el indicador de su nivel de renta. No es fácil ser pobre y tener más de 500
libros en el salón. «Normalmente, el número de libros se
utiliza como parte de un índice global que mide el nivel económico, social y
cultural del hogar de estudiante», explica Alfonso Echazarra,
analista de la OCDE. En ese informe de equidad también se señala que el impacto
de los niveles de renta sobre el rendimiento de los niños españoles es
irrelevante.
Los responsables de PISA, que lo
miden casi todo, no han querido estudiar la relación entre el éxito académico y
los niveles de renta de las familias. Lo más parecido que existe es un paper
que dice que los hijos de los profesionales tienen mejor rendimiento que los
hijos de los gestores, que detrás van los hijos de trabajadores industriales y
los de empleados en tareas básicas.
No hay más datos. Nos quedamos, de momento,
sin saber si importa más ser rico o ser culto. Fuente el diario El Mundo.