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Presentación del libro de Patricia de Vicente.

Estará en el Acto nuestro estimado y apreciado profesor Don Miguel Cancio, Ilustre Profesor, al que siempre le doy las gracias por sus permanentes enseñanzas. " Vale más una hora con un sabio que un mes entero en una biblioteca". Don Miguel Cancio es una de esas personas que transmite el conocimiento y los valores y además lo hace gratis.

Le agradecería que diese cuenta de la presentación del libro de Patricia de Vicente, La Clave Embassy, Ed. La Esfera de los Libros 2010, que tendrá lugar en la Librería Couceiro de Santiago de Compostela (Plaza de Cervantes, 6) MAÑANA MIERCOLES 20 DE OCTUBRE 2010 A LAS 20 HORAS, y en la que participaran la autora Patricia Martínez de Vicente y el que suscribe (Miguel Cancio).

En este libro se da cuenta de la gesta del Schindler gallego (de Vigo), del Perlasca gallego Eduardo Martínez Alonso. Este, con la ayuda de su esposa gallega (de Vigo) Ramona de Vicente Nuñez, de otros gallegos y otros ciudadanos de otras partes de España y de otros países, hizo posible que miles judíos y no judíos que huían del nazismo pudiesen salvar su vida escapando por Galicia-Portugal y por Gibraltar.

Este libro esta siendo presentado en otras partes de España y otros países.

Le facilito el teléfono de Patricia Martínez de Vicente, la autora del libro (Tfo.: 681-275205) y su Correo Electrónico (CE: patmatz@hotmail.com) por si quieren ponerse en contacto con ella.

Saludos cordiales y quedo a su disposición

Fdo. Miguel Cancio, economista y sociólogo, profesor de Sociología, Sociología de la Empresa y Socioeconomía del Desarrollo y los Movimientos Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Santiago-Universidad de Santiago de Compostela (Galicia-España), DNI: 10529273, Tfos.: Facultad 8818-11562; particular: 610-971117; CE:miguel.cancio@usc.es, Pagina web: miguelcancio.com
Arenas movedizas

Autor: Carlos Herrera

La alberca del moro.

Supuse, desde mi ignorancia, que un alud de feministas saltaría de sus asientos Un grupo –ignoro si muy nutrido– de musulmanes residentes en comarcas leridanas como Segarra o Urgell y, al parecer, también en la propia capital, se han dirigido a sus respectivos ayuntamientos para exigir que las piscinas municipales segreguen debidamente a los hombres y a las mujeres o para que, al menos, exista un horario especial mediante el cual las mujeres musulmanas, las suyas, puedan bañarse al abrigo de miradas de hombre alguno, musulmán o no. Ante este mensaje medieval, coherente al fin y al cabo con el islam teórico y con sus prácticas sociales en los países en los que impera, algunos alcaldes se han adelantado a responder muy educadamente que no es posible ya que la Constitución no permite ese tipo de segregaciones y que lo más que pueden hacer es limitar esa separación a los vestuarios. El de Cervera, localidad en la que se escenifica la Pasión de Cristo cuando llega la Cuaresma en el espectacular teatro que construyó el propio patronato y que sigue siendo un modelo de buen trabajo y de mejor tradición, fue el primero en decir que no, que muchas gracias por la sugerencia (si pueden, por cierto, no descuiden conocer ese pueblo, su
universidad, sus murallas, la Paería, la iglesia de San Antonio, merecen una visita: gente buena y ‘ferma’ como su tierra). Inmediatamente algunos malpensados han comenzado a elucubrar lo que ocurriría si algún día un musulmán obtuviera una alcaldía en las comarcas del Segre: a no ser que lo impidieran determinados resortes legales, nos tendríamos que tragar dobladas sus pretensiones. ¿Es ese un escenario posible? Gran pregunta sin respuesta clara y determinante. A tenor de la alianza de civilizaciones que, por lo visto, tenemos que tejer con elementos de este jaez, valdría aventurar que el envalentonamiento y descaro con el que plantean reivindicaciones, que ni por asomo contemplarían a la inversa en sus lugares de origen, viene consentido de largo por la actitud tolerante de muchos partidarios del multiculturalismo.

Efectivamente, desde la descerebrada y anacrónica exigencia de estos colectivos de musulmanes, ninguno de los severos líderes sociales que tanto velan por laicismos militantes y otras muestras de anticatolicismo, ninguno, ha abierto su boquita de piñón. Supuse, desde mi ignorancia definitiva, que un alud de asociaciones feministas saltarían de sus asientos de milimétricas observadoras del match diario que juegan hombres y mujeres en la sociedad para ensordecernos a todos con su protesta firme y tajante. Pues menudo chasco. Ni una. Pero es que ni una. Ninguna de estas valerosas gudaris de la igualdad ha mostrado su solidaridad con las mujeres musulmanas que tienen que bañarse con hábito y a las que pretenden encerrar en una alberca solitaria para que remojen sus carnes al atardecer. Son culturas con tinte atávico que irán transformándose a medida que convivan con la realidad de occidente, piensan. O deben pensar. ¡Y una mierda! Más tiempo llevan en Francia y la imposición del velo sigue sin resolverse a pesar de la determinación inapelable del Estado francés. Cuando los colectivos musulmanes exigen que, por ejemplo, no se les pueda practicar cacheos corporales, que se retoquen leyes del ruido para poder expandir el llamamiento a la oración en barrios enteros,que se creen tribunales especiales y voluntarios para juzgarles según la arcaica Shariah de laque tenemos alguna noticia ya o crear un criterio ‘Rushdie’ de la justicia y poder actuar enérgicamente contra los que critican el islam –por ejemplo, este artículo–, están soliviantando la progresión hacia la justicia y la igualdad que emprendió occidente cientos de años atrás. Sino se es tajante en la defensa de esos valores y se juega con gilipolleces de alianzas, de multiculturalismos , de ‘tolerancias’, de ‘talantes’ y de legislaciones especiales en función de cómo se inclina uno al rezar, estamos perdidos.Así que espabilen todos esos vigorosos custodios del laicismo. Tienen una oportunidad magnífica para elevar su protesta por las pretensiones de este puñado de majaretas residentes en Lérida. Demuestren su valentía y su celo. A ver si hay cojones, que aún no han dicho ni esta boca es mía.
Y si no, ya sabemos. A bañarnos con turbante todos

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