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TARJETA ROJA A LA CORRUPCIÓN SINDICAL

Cándido Méndez, dé la cara y dimita

La corrupción no cesa en UGT. Al contrario, se multiplica. En Andalucia intentan lavar la cara al sindicato, pero la podredumbre no desaparece cambiando peones. Cándido Méndez debe desaparecer inmediatamente de la vida pública española por el bien de los propios trabajadores a los que supuestamente representa. Y por el bien de la democracia y la nación.

Se definen como los defensores de la clase trabajadora. Gritan e insultan si no secundas sus huelgas. Amenazan con incendiar la calle para exigir que cesen las políticas de austeridad...

Ahora sabemos por qué no quieren austeridad: para derrochar el dinero de todos en mariscadas y comilonas y para vivir como capitalistas.

La UGT es un cenagal cuyo fango salpica la pretendida moralidad de los defensores del obrero. Y a la cabeza del vertedero sindical, hasta el cuello de inmundicias, Cándido Méndez se hace el sordo… 

Hay que decir al máximo dirigente de la UGT que ya basta de robarnos: Cándido Méndez, ¡váyase!

Los numerosos casos de corrupción que van saliendo a la luz con la investigación judicial nos descubren una organización opaca y fraudulenta.

Es bien conocida la lista de acusaciones que pesan sobre esta organización sindical: sobresueldos, mordidas, inclusión de amiguetes y familiares en ERE de empresas en las que jamás habían trabajado, manipulación, falsificación de facturas, desvío de fondos destinados a formación de desempleados que han acabado en fiestas, maletines de imitación para regalar en sus congresos y bandejas llenas de marisco… Y no enrojecen de vergüenza, ¡es indignante! 

Tratando de aparecer como víctimas, se defienden diciendo que se trata de una campaña de acoso y derribo contra ellos, ¡una causa general contra los sindicatos! 

Pero las víctimas son esos millones de parados que han confiado en ellos y ahora comprueban asqueados que las subvenciones que debían servir para su formación tenían un inconfesable destino sindical: vivir a costa del contribuyente como esos "inmorales” capitalistas a los que había que parar los pies. ¡Por favor! 

No nos basta con el lavado de cara en la federación andaluza. Ni el talante, ni el currículum, ni la "simpatía" de Carmen Castilla borrarán el olor a marisco y podredumbre que ha marcado la época dorada del sindicalismo andaluz a costa del contribuyente.

Y no nos basta porque el caso andaluz se repite en otras federaciones. Las investigaciones demuestran que la UGT se ha venido lucrando con fondos públicos por medio de empresas afines al sindicato que endosaban a los gobiernos autonómicos facturas falsas y escandalosamente infladas. 

Por eso rechazan las leyes de transparencia que les obligarán a hacer públicos sus balances.

Hay que demostrarles lo que las personas honradas sienten al ver sus chanchullos y mangoneo. Que ya no cuela echar la culpa a conspiraciones mediáticas alentadas por la derecha para tapar su desvergüenza. Que no todo vale para mantener los privilegios institucionales a base de subvenciones millonarias y prebendas de todo tipo. 

Los sindicatos no son una casta intocable.

Debemos movilizarnos para una regeneración sindical y una depuración de responsabilidades inmediata

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