Los contactos entre ETA-Batasuna y el PSE no han cesado. Como reveló en exclusiva LA GACETA el pasado 25 de marzo, emisarios socialistas y del entramado etarra se ven en una localidad guipuzcoana desde hace varios meses. El fondo de estas tomas de temperatura es acordar el aterrizaje electoral de la izquierda abertzale en las elecciones municipales y forales de 2011. A cambio de volver a las instituciones, los batasunos se distanciarían de la banda asesina. Y ésta decretaría una tregua (o similar) con la que mostraría su disposición al diálogo político para “resolver el conflicto”.
Los intermediarios de Arnaldo Otegui en estas conversaciones son Pello Rubio y Santiago Orúe, avezados en negociaciones entre el Gobierno y ETA, puesto que tomaron parte en el fallido proceso de paz. No en vano, uno de ellos es el dueño de caserío donde Otegui se reunió en numerosas ocasiones con el socialista Jesús Eguiguren.
Estos individuos son los que trasladan las consignas de Otegui al PSE y viceversa, por su cuenta o a través de terceros. Pues bien, según los datos recabados por este diario, estos dos intermediarios visitaron en las cárceles a Otegui y a Rafael Díez Usabiaga, hoy en libertad. En concreto, vieron a Otegui en tres ocasiones y a Usabiaga otras dos. Cinco visitas en las que hablaron sobre los contactos entre la izquierda abertzale y un sector de los socialistas vascos.
Otegui y Usabiaga lideran el sector posibilista del entramado etarra. Ellos dos capitanearon la apuesta por “vías políticas” durante el debate que mantuvieron las bases de Batasuna. Ellos dos fueron encarcelados el pasado octubre, cuando urdían el proyecto Bateragune (todos juntos), el nuevo comité de dirección de ETA-Batasuna. Ellos dos impulsaron el documento Zutik Euskal Herria (Euskal Herria en pie), presentado en febrero y que recoge la apuesta por un “proceso democrático”.
Y ellos dos han visto sensiblemente mejorada su situación penitenciaria en el último mes gracias a decisiones cuando menos extrañas. Otegui vive sus jornadas a la sombra en la cárcel de Logroño, porque así lo decidió el Ministerio del Interior tras un permiso de tres días. Y Usabiaga reside plácidamente en San Sebastián, porque así lo decretó el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón el pasado viernes, en la que fue su última decisión antes de que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) le suspendiera de forma cautelar.
La división
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no esconde que está practicando la estrategia de dividir al entramado etarra. “O bombas o votos” es el mensaje que Batasuna tiene muy en cuenta para pensar en su supervivencia y que al tiempo irrita a la cúpula de la banda asesina. Los más pragmáticos quieren una negociación sin atentados. Los más duros siguen apostando por cometer atentados para forzar al Ejecutivo a negociar. El objetivo es el mismo de siempre, aunque unos y otros discrepan en la estrategia.
Y en estas llegó el adalid de la negociación. El inefable Jesús Eguiguren vuelve por sus fueros. El presidente del Partido Socialista de Euskadi está al corriente de todos los contactos de los que LA GACETA lleva varios meses dando cuenta. Tan sólo hace 70 días, Eguiguren apuntaba en varias entrevistas que para alcanzar la paz en el País Vasco habría que cambiar las condiciones. En el proceso de paz, los socialistas apostaron por negociar con ETA el abandono de las armas. Ahora, decía Eguiguren, se trata de que abandonen las armas para después hablar sobre otras cuestiones relativas a la pacificación. E insistía, como Rubalcaba, en la división entre ETA y Batasuna.
En los últimos días, Eguiguren ya sostiene que Batasuna “ha ganado el pulso” a ETA. Y además no duda en asegurar –él sabrá por qué– que la paz llegará con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. Según fuentes de la lucha antiterrorista, el presidente del PSE conoce el transcurso de las conversaciones, que siguen su avance y que se están llevando con extremas precauciones para guardar la necesaria discreción. Eso sí, no todo el PSOE está a favor de las conversaciones con los batasunos. Según fuentes socialistas, dentro del partido hay personas que critican abiertamente las más que probables intenciones de Eguiguren. Muchos de ellos se fiaron de su proceder durante el mal llamado proceso de paz y después vieron defraudadas sus expectativas.
Cuanta más información tenga el líder batasuno con la que sustentar sus tesis, más fácil será que atraiga a su terreno a los que dudan, apuntan los expertos. De momento, ya cuenta con el apoyo explícito de muchos presos de los más veteranos, como los que el pasado fin de semana hicieron pública una carta en la que abogaban por “reparar” a las víctimas en el marco de un nuevo “proceso de paz”.