Estudian, trabajan y son independientes. El sambenito de la llamada Generación Ni-Ni (ni estudian ni trabajan) no es representativo de todos los jóvenes. A pesar del aumento del paro y la desventaja de la inexperiencia, muchos se pluriemplean, continúan con sus estudios y contribuyen a la economía familiar.
- Los sociólogos han acuñado un nuevo término para hablar de un fenómeno creciente: la Generación Ni-Ni, españoles entre 16 y 24 años que ni trabajan ni estudian y, en la mayoría de los casos, ni siquiera tienen perspectivas de hacerlo en un futuro.
Un polémico programa de La Sexta quiso plasmar esta situación, que según la cadena afecta a un 15% jóvenes del país, en un reality que pretendía reeducar a un grupo de ellos para inculcarles la capacidad de crear proyectos de futuro.
El comportamiento de los jóvenes fue tan vejatorio e improductivo que varios organismos, como el Instituto de la Mujer, pidieron la retirada del formato reiteradas veces.
No obstante, de la misma forma que la selección de concursantes de Gran Hermanono es una muestra representativa de la sociedad, los casos de Generación Ni-Ni no se corresponden con los datos reales. De acuerdo con algunos informes, una buena parte de la población que se encuentra en esa franja de edad, y a los que no se ha dado voz, hace verdaderos esfuerzos para poder conciliar la entrada al mercado laboral con los estudios y el ocio.
43% de parados
Según la empresa de recursos humanos Adecco, la tasa de paro entre los más jóvenes se situó en un 43,8% en 2009. Con el pronunciado aumento del paro en general en los últimos dos años, encontrar un trabajo se hace aún más difícil, ya que ellos tienen que competir con parados con mucha más experiencia y con la irrupción en el mercado laboral de sectores que antes de la crisis eran prácticamente inexistentes, como las amas de casa o los mayores de 55 años.
El estudio de Adecco recoge que muchos de los jóvenes que antes buscaban empleos temporales para costear sus gastos básicos ahora han de aumentar sus ingresos para contribuir a la economía familiar.
A esto se suma la necesidad de continuar con su formación para mejorar el currículum y poder encajar en un mercado que ya está, de por sí, copado.
JOSÉ ÁNGEL ALONSO (24 AÑOS)
"Si te sabes organizar te da tiempo para hacerlo todo"
No hay calle que no conozca ni softwareque se le resista. A sus 24 años, José Ángel Alonso compagina sus clases de informática en la Universidad Rey Juan Carlos con el puesto de repartidor en una pizzería de Villaviciosa de Odón (Madrid). Y hasta le da tiempo a competir en torneos de kárate cinturón negro. "Me divido al 50% entre estudios y trabajo. Si te sabes organizar te da tiempo para hacerlo todo, aunque en época de exámenes me quedo sin vida social".
De dinero, no anda mal. Vive con sus padres, así que puede dedicar los entre 400 y 500 euros que gana al mes, "según las horas que eche", a darse caprichos; el último, una radio para el coche con el que reparte. Sobre el futuro es optimista: pese a la crisis, confía en encontrar empleo porque "los informáticos siempre se necesitan".
MATILDE HERNÁNDEZ (25 AÑOS)
"Es importante tener proyectos de futuro"
Matilde Hernández, de Canarias, se marchó de casa a los 16 años para estudiar y trabajar en Londres. Ahora, con 25, vive en Barcelona y combina un trabajo a jornada completa con un curso de acceso a la Universidad." Por las circunstancias familiares, no me he podido dedicar mucho a los estudios y ahora trato de remediarlo ", declara.
Matilde se gana la vida como camarera en un restaurante, desde la tarde hasta la madrugada, pero su verdadera pasión son los niños: "Cuando supe que me gustaba saber y estudiar, me decanté por la educación social y lo que más me llena es el trabajo de campo con niños".
En su tiempo libre, participa en voluntariados y su salario le permite "vivir", ayudar a su madre económicamente y apartar algunos ahorros para irse de viaje: "En mayo iré un mes a la India para trabajar con una fundación solidaria en aldeas pobres".
"Muchos jóvenes no hacen nada porque se sienten frustrados. Por eso creo que es importante tener proyectos de futuro", opina.
AÍDA PRADOS (21 AÑOS)
"Con lo que saco del trabajo pago el piso y mis gastos"
Madruga para ir a la Universidad y dedica la tarde al trabajo. Aída Prados, de 21 años, encontró el año pasado un puesto en un gabinete de prensa. Desde entonces, hace malabares para combinar su vida social, laboral y la de estudiante. "No resulta difícil cuando en época de exámenes comprenden el esfuerzo que tienes que hacer y son flexibles", comenta Aída. Hace unos meses decidió dejar la casa de sus padres para independizarse. "Con lo que saco del trabajo pago el piso y mis gastos", afirma. Para sí misma intenta aprovechar los fines de semana, "el problema de trabajar y estudiar es que el día sólo tiene 24 horas", pero gracias al trabajo se ha independizado y tiene experiencia práctica.
CARLOS SIMÓN (25 AÑOS)
"Los fines de semana son para mí, para relajarme"
Condensar todas sus "obligaciones" de lunes a viernes. Ésta es la filosofía del barcelonés Carlos Simón, de 25 años, que se adentró en el mundo laboral ha tenido una cosa muy clara. "Los fines de semana son para mí, para relajarme".
Para conseguirlo, Carlos tiene unos días muy apretados. De 9.00 a 18.00 trabaja en el departamento de contabilidad y finanzas de una caja de ahorros. Cuando sale saca tiempo para ir al gimnasio, estudiar italiano e inglés y hacer la compra. Ya por la noche, en lugar de echarse frente al televisor, Carlos estudia un máster en Dirección y Recursos Humanos. "La Universidad online es muy práctica porque puedo adaptar mis horarios en función de la semana, sino no llegaría a todo", explica el joven, quien además sigue el programa That's English para aprender el idioma desde casa.
Hace un mes que Carlos se independizó de sus padres. Ahora comparte piso con dos compañeros, y reconoce que no le ha costado adaptarse porque estuvo un año de Erasmus en Italia y ya sabe "qué es vivir sólo". Para no distanciarse de su familia, Carlos se reúne con ellos todos los viernes. "Es ya como una tradición", ironiza el barcelonés.
MAYTE TAJUELO (24 AÑOS)
"En época de exámenes apenas tengo vida social"
La distancia entre su centro de estudios, en Fuenlabrada (Madrid), y su lugar de trabajo, en Talavera de la Reina (Toledo), obliga a Mayte Tajuelo , de 24 años, a tomar medidas drásticas: "Nunca puedo ira clase y consigo los apuntes a través de una compañera, asegura la joven, que estudia Periodismo al tiempo que trabaja en una televisión local.
La situación se complica aún más cuando se acerca la fecha de los exámenes: "Aproximadamente un mes y medio antes mi vida se reduce a trabajar y estudiar. En época de exámenes apenas tengo vida social". Mayte tuvo la suerte de encontrar trabajo al terminar su primera carrera, en 2008. Sin embargo, cree que con la crisis lograr lo que consiguió se vuelve una tarea difícil. "La mayoría de las empresas viven de los becarios, pero nadie quiere serlo eternamente", afirma.
Ella, que reside con sus padres, puede permitirse algún capricho con su sueldo de 900 euros. "Mentiría si dijera que no trabajo por dinero, pero tampoco lo necesito para costearme los estudios".
SARA RAMÓN (24 AÑOS)
Para costearse su emancipación la barcelonesa Sara Ramón, de 24 años, se ha tenido que apretar el cinturón: "Comparto piso porque me gusta, pero si quisiera vivir sola no podría permitírmelo. La mitad de mi sueldo se transfiere directamente al alquiler".
Sara trabaja a media jornada en el departamento de comunicación de un ayuntamiento y colabora esporádicamente con una empresa de organización de eventos juveniles. Además, está cursando un máster de Humanidades en la Universidad.
"Aunque me lleva mucho tiempo y algún dinero en transportes, la flexibilidad horaria de mi trabajo me permite centrarme en mis estudios", afirma.
Desde que empezó la Universidad, ha dedicado su tiempo libre a trabajar, desde una academia de idiomas hasta una fábrica de piezas de coche, para permitirse ciertos extras.
Ahora, los ahorros son para pagar el alquiler y el máster, y los caprichos son menos: "Me compro ropa más funcional, voy a diferentes supermercados buscando ofertas y mi madre aún me prepara algún tupper o un bizcocho. En este momento llevo un año sin vacaciones y sin poder viajar".
ROCÍO ROLLÓN (26 AÑOS)
"Siempre busco un hueco para estar con los míos"
Ocho horas diarias en la recepción de un hotel de Zamora no impiden a Rocío Rollón, de 26 años, aprovechar cualquier momento para estudiar idiomas, prepararse las oposiciones y estar con sus amigos.
Hace 10 años que Rocío empezó a cuidar niños y desde entonces ha pasado por todo tipo de trabajos, "desde teleoperadora a recolectora en la vendimia, sin olvidar las temporadas veraniegas trabajando en un cámping de Girona", recuerda la zamorana, que ahora comparte piso con dos amigos.
Rocío lleva meses peleando para sacarse las oposiciones. Tiene claro que quiere trabajar en la Administración de Castilla y León, aunque reconoce que no le resulta nada fácil porque sus compañeros que han estudiado Derecho "juegan con mucha ventaja".
Más allá del temario oficial de las oposiciones, Rocío estudia tercero de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas, aunque admite que algunas semanas no puede ir a clase porque "le es imposible", entonces tiene que trabajar extra en casa.
En este puzle semanal, Rocío se reserva todos los fines de semana para ir a Portugal (a unos 40 minutos de Zamora) para estar con su pareja. "Aunque al principio no me interesaba nada aprender portugués, con el tiempo me he ido familiarizando con este idioma", explica Rocío, quien a pesar de su ocupada vida añade: "Siempre busco un hueco para estar con los míos".Fte ADN.