El tabaco y otras cortinas de humo
En España (desconozco si en otros países se llega a tanto) han prohibido fumar, en tantos lugares que ya da risa o pena, por cuanto trataré de aclarar, diciendo primero de todo, que nadie tiene por qué aspirar el humo que produce un tabaco que fuma otro; pero para ello hay muchos medios y ya se había subsanado ese peligro.
Es inexplicable para mí, cómo gremios enteros y multitudes de personas, se dejan llevar a tan ridículos estados de “borreguismo incalificable”; puesto que si de verdad se quisiera eliminar el tabaco, simplemente con prohibir su venta, la plantación de esta droga; pienso que se conseguiría más que con estas medidas, que sólo pretenden dos cosas fundamentales: 1) Decirle al súbdito que aquí se hace lo que el gobierno manda y punto. 2) Tener ese gobierno potestad para imponer multas o sanciones, que ni en los peores tiempos de las satrapías de hace milenios fueron impuestas (lo que ya hicieron con las multas en el “automóvil”); o sea y más claro; meter miedo al indefenso consumidor y encima sacarle el máximo de dinero, a través del tabaco (que también lo han subido de precio) y además, implicar en ello a los dueños de establecimientos, que los convierten en “policías gratuitos” y además arriesgándose a pagar multas, que da vergüenza el enumerarlas por sus ruinosas cuantías... O que “le rompan” la cabeza, como a ese desgraciado de un pueblo de Extremadura, al que le han tenido que dar 16 puntos de sutura; y menos mal que no lo han matado... ¡Por un cigarro encendido!
También y al parecer se va a crear o se crea, “un cuerpo de voluntarios delatores a los que se les estimula vergonzosamente”, con ese ardor inquisitorial, que se nos dice de aquella Inquisición religiosa, de siglos pasados y en la que se llegaba a quemar vivos a los que “no comulgaban con ruedas de molino”; eso lo imponen los que todos los días, se les llenan “sus bocazas”, de la palabra libertad... “libertad para ellos hacer lo que mejor les viene en gana, que es lo que vienen haciendo en forma dictatorial, como en este caso” y sin que los políticos de la oposición, se opongan; puesto que esa ley como tantas otras cosas, se la han podido echar atrás al Gobierno y sin embargo “tragan”; sin importarle “la guerra” que ya hay declarada por estos hechos, bastante tiránicos.
Ello ocurre en un ya bastante desorganizado país, incapaz de controlar el consumo de drogas aún mucho peores y en las que entra otra planta o yerba, que sí se puede fumar, puesto que se prohíbe el tabaco pero no la marihuana o hachís; o sea de bochorno; puesto que esa segunda yerba, ya la fuman hasta niños de enseñanza primaria y nadie se rasga las vestiduras, en esta España hipócrita o impotente.
Tengamos presente otro enorme abuso gubernamental anterior a éste. Fue el obligar a los establecimientos a que tuviesen dependencias para fumadores, mediante costosísimas instalaciones de renovación de aire; las que soportadas por infinidad de industriales (de hostelería y turismo principalmente) ahora no se las reconocen, ni tampoco les paga ese tiránico gobierno, esos gastos que él (fue el mismo gobierno) les obligó a realizar, con le que le garantizaba el negocio que les aportaban los clientes fumadores.
Hoy esos clientes “y como apestados”; han de salir a la calle, donde ya algunos establecimientos, están instalando “campamentos” o sillas al aire libre, donde y en invierno, los que quieran fumar, igual van a morir del frío que del humo del tabaco. No hablemos de la cantidad de tiempo que va a perder el trabajador, escabulléndose a fumar donde cada cual encuentre donde sea.
La libertad de comercio y de la que tanto se cacarea; no debe aguantar tanta tiranía, puesto que si y por ejemplo, se abre un bar o restaurante, cafetería, o cualquier otro establecimiento del tipo que sea y en la puerta se coloca un cartel obligatorio (eso sí por una ley lógica) que simplemente diga, aquí se admiten fumadores; o por el contrario; aquí no se admiten fumadores; debiera ser más que suficiente y ya el cliente, optaría por entrar o no entrar. Por otra parte el humo del tabaco no es tan peligroso y yo recuerdo ir en aviones modernos, donde se fumaba y los extractores de humos, mantenían en muy buen ambiente respiratorio, el habitáculo del aparato y nadie protestaba, puesto que había “un lado para fumadores y otro para los no fumadores”. Seguro que en las propias calles de muchas ciudades, hay humos mucho peores que los del tabaco y aquí nada hacen los gobernantes por que se limpie la atmósfera reinante.
¿Pero qué es lo que en realidad se pretende con esta prohibición y tantas otras como ya soportan o soportamos?
Ya lo he dicho; simplemente el meter miedo al indefenso súbdito, y sacarle dinero de forma ya canallesca; y reitero; súbdito que no ciudadano, puesto que un ciudadano se tiene que revolver furioso, cuando le quieran imponer cosas como esta y de forma radical, habiendo soluciones que sirven para todo tipo de situaciones, o para la mayoría de ellas; dejemos las excepciones aceptables, que indudablemente las hay, pero no esa medida radical, que no solucionará lo que hipócritamente quieren significar estos malos gobernantes; a saber, que se deje de consumir el tabaco y no lo será, por cuanto ese mismo gobierno y paralelamente, está sembrando España de máquinas expendedoras de tabaco. Y lo hace, sencillamente por cuanto no puede (ni quiere) prescindir de los enormes ingresos que le proporciona la venta del tabaco, que como la gasolina, la mayor parte del precio que paga el consumidor, son sólo impuestos.
En los peores momentos de la última dictadura, un valiente intelectual, le increpó cara a cara a uno de los más destacados jefes, lo siguiente... “venceréis pero no convenceréis”; bien dicho; y es lo que hay que decirle a estos, que tanto se quejaron y quejan de esa dictadura, que es claro que fue la de Franco. ¿Esto no son igualmente actuaciones de dictadores?
Y reitero, estas y otras medidas, no son otra cosa que “cortinas de humo”, que los gobiernos tienden ante sus borreguiles súbditos, para entretenerlos (mientras los esquilman) y que no piensen y vean, la situación tan calamitosa a que nos han llevado estos mismos inquisidores modernos.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)