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Cuatro pasos para triturar el decreto

La reforma laboral ya está en vigor desde que el pasado jueves salió publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), un broche oficial que no le salvará de un importante lavado de cara en su paso por el Congreso de los Diputados.

El resto de grupos políticos están ansiosos por incorporar su sello propio a un decreto abocado a acabar triturado. ¿Por qué sucederá esto? Hay cuatro razones.

Uno: el Gobierno ‘cuela’ su decreto por los pelos
El Ejecutivo socialista se afanó hasta última hora de ayer en recopilar el máximo número de apoyos para evitar el mal trago de aprobar por la mínima la convalidación de su texto de reforma laboral. Por la mínima porque incluso entre las bancadas socialistas hubo quienes se mordieron las ganas para no votar en contra del decreto de Moncloa.

Es el caso de Antonio Gutiérrez, ex secretario general de CCOO, que finalmente se abstuvo en la votación, desmarcándose de sus compañeros de filas. Cabe recordar que las dos centrales sindicales consideran la reforma “lesiva” para el trabajador, y Gutiérrez ha preferido votar conforme a ese principio. Ahora, sus compañeros del izquierda le desean que reciba la corrección que merece.

Dos: los ‘salvadores’ se cobrarán su ayuda
La abstención del Partido Popular (PP) y Convergencia i Unió (CiU) –también de los minoritarios PNV, CC, UPyD y UPN– ha allanado el camino para, al menos, dar vía libre a una reforma que se llevaba incubando más de dos años. Pero no nos llamemos a engaños. Ambas formaciones, sobre todos los nacionalistas catalanes, tienen claro que esperan obtener réditos de este gesto salvador.

En concreto, CiU aspira a concretar las causas económicas del despido para que de verdad las empresas en apuros financieros puedan despedir con 20 días por año de indemnización. Sobre la mesa, ya tienen varias propuestas, una sugerida por los autónomos de la Federación ATA, que pide allanar el despido objetivo a las pequeñas empresas de menos de seis trabajadores que prueben resultados económicos negativos del 15% o una disminución del 25% de sus ingresos durante seis meses.

Tres: el ‘efecto frustración’ que atisba Ordóñez
Otro de los factores que contribuirán a desmantelar lo máximo posible la reforma laboral tiene nombre propio: Miguel Ángel Fernández Ordóñez. El gobernador del Banco de España aplacó ayer las perspectivas optimistas del Gobierno, alegando que la reforma no creará todo el empleo esperado. Más aún, podría convertirse en una especie de condena al paro perpetuo para los 4,6 millones de desempleados, en cuanto se endurecen las posibilidades de la contratación temporal.

Cuatro: La sombra de Merkel es grande y alargada
Los principios de ahorro y flexibilidad en el empleo son la seña de identidad de Bruselas y, en concreto, de la canciller alemana Angela Merkel, que se ha convertido en una brújula en la sombra que guía al Gobierno. ¿Pero les resultará convincente esta reforma?

El Ejecutivo ha hecho cálculos: prevé que su decreto laboral –tal y como está ahora– favorecerá a 8 millones de personas (parados y temporales), a la vez que mantendrá intocables los derechos de 11,5 millones de trabajadores con contrato estable. Si esto se cumple, prácticamente el 60% de la fuerza laboral se quedará al margen de la revolucionaria reforma laboral. Y precisamente son las capas blindadas con un despido de 45 días y pocos visos de perder su empleo

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