La última víctima del castrismo es su industria más emblemática
Cuba se queda sin «¡azuuuúcar...!»
19 Abril 10 - La Habana - Óscar Espinosa Chepe
La próxima desaparición en Cuba del Ministerio del Azúcar no sorprende a nadie en absoluto. De eje central de la economía, este producto ha pasado a ser importado de países vecinos como Colombia y Brasil.
La poderosa industria azucarera cubana, espina dorsal de la economía en otros tiempos, se encuentra en vías de desaparición. Tanto es así que desde hace varios años se importa azúcar de Colombia y Brasil. La situación es tan grave que hasta el guarapo -jugo de caña-, y la raspadura -sabrosa melaza concentrada-, son desconocidos por la mayoría de los jóvenes, y muchos adultos ni recuerdan su sabor. Dada la poca disponibilidad de azúcar, la cuota que se vende racionada fue nuevamente reducida a partir de enero, y pasó de cinco libras por persona al mes a cuatro.
La zafra (cosecha) empezada en diciembre de 2009, ya próxima a concluir, apenas podrá remontar el millón de toneladas de azúcar, cantidad alcanzada en 1892, y sobrepasada en 1894, cuando Cuba era todavía colonia de España. Asimismo, han molido 44 centrales; la cifra más baja en todo el siglo XX. En cuanto a los rendimientos cañeros por hectárea, según destaca la prensa nacional, provincias como Cienfuegos, con gran tradición azucarera, no rebasan las 27 toneladas.
Estos datos significan que cada hectárea no rinde ni tres toneladas, mientras que en los diez años anteriores a 1959, como promedio, la producción fue de cinco toneladas por hectárea, según aparece en «El Ingenio», monumental obra del Profesor Manuel Moreno Fraginals. Hay que subrayar que el promedio mundial fue de 67 toneladas de caña por hectárea en el período 2003-2007, de acuerdo a datos de FAO.
Dinero extranjero para producir azúcar cubano
En la información recogida por las agencias internacionales se refleja la intención de las autoridades cubanas de estimular la inversión extranjera en la industria azucarera para reconstruirla. En las actuales condiciones, ese objetivo parece muy difícil de lograr, por cuanto los centrales están en precarias condiciones, absolutamente descapitalizados, conjuntamente con toda la infraestructura vial, de transporte, instalaciones portuarias, producción de derivados, etc.
Las plantaciones también tienen muy malas condiciones, con rendimientos cañeros inferiores a las 33 toneladas por hectárea como promedio nacional en el lapso 2003-2008, de acuerdo a estadísticas oficiales. Peor aún, las tierras dedicadas a las plantaciones, como todas las áreas agrícolas del país, han sido muy maltratadas durante los últimos decenios, afectadas por la erosión, sobreexplotación, salinidad, alta acidez en los suelos, mal drenaje y compactación. A causa de ello, el 70,0 por ciento de la tierra cultivable tiene poca fertilidad, según expertos del Ministerio de la Agricultura en información brindada en noviembre del pasado año.
A este lamentable panorama se une la grave situación financiera, que incluso impide el reintegro del dinero de las empresas extranjeras depositado en bancos cubanos. Por tanto, con la agroindustria azucarera destruida en grado sumo y sin ninguna garantía para los inversores foráneos, parece muy difícil que alguien en el mundo invierta su capital en Cuba y mucho menos en la agroindustria azucarera.
Por supuesto, si hubiera un cambio radical del sistema económico y social vigente, que ha llevado el país al desastre, y se empezaran a acometer reformas radicales, podrían crearse las condiciones para la recuperación de la industria azucarera, así como de otros sectores para cuyo desarrollo existen condiciones idóneas
La caña es un cultivo muy noble, que puede aportar muchos subproductos adicionales al azúcar, entre ellos el etanol, con magníficos beneficios económicos y medio ambientales. Pero hasta tanto las transformaciones lleguen, la destrucción de la industria azucarera cubana se profundizará. Antes de 1959 se decía que “sin azúcar no hay país”. Desafortunadamente, el gobierno cubano ha confirmado esa aseveración.