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La Dolorosa de Moncloa

“No hay una sola reunión de gente del partido a la que asistas y en la que oigas hablar bien de Zapatero…” Curiosa situación la de un país acosado por una crisis política y económica de gran envergadura y atrapado al tiempo en la paradoja de dos líderes cuestionados, cuando no sencillamente vituperados, dentro de los partidos que dirigen y que deberían ser los llamados a sacar a la nación del atolladero. Como decía The Economist esta semana, “la mayor parte de los españoles no ven que la economía vaya a mejorar en el corto plazo. La fe en la clase política está tocando fondo. Los españoles ven ahora a los políticos como un problema mayor que su vieja pesadilla, el terrorismo”. Los nervios en el PSOE están a flor de piel. “El PSC tiene unas encuestas muy malas, con una abstención del voto socialista brutal. Las catalanas están perdidas, y el único activo que tiene ahora Zapatero en Barcelona es precisamente Montilla…”

Una situación semejante debería obligar al presidente a prescindir cuanto antes de alguno de los miembros del PSC que tiene en su Gobierno, para enviarlo a Cataluña. No son muchos. Como la situación es igualmente comprometida en Andalucía, con tendencia a empeorar, sobran voces cualificadas en el PSOE que hablan de la conveniencia de un adelanto de las generales, un movimiento, sin embargo, tan lleno de peligros para la carrera de ZP que en su entorno lo descartan de plano. Más cerca está la crisis de Gobierno. Algunos han jugado con la posibilidad de que ZP sorprenda esta Semana Santa a los cofrades con la pasión y muerte de Fernández de la Vega, la Dolorosa de Moncloa, que abandonaría la vicepresidencia primera. “Es verdad que dentro del engranaje de Presidencia, la vice es una rueda que ya no hace girar la máquina. Su relación es también pésima con la mayoría del Gabinete, excepción quizá de Chacón y Moratinos, y ello porque ha pisado demasiados callos. Pero yo no creo que haga crisis ahora, sino después de la presidencia de la UE, antes del verano en todo caso. Entre otras cosas porque el presi no sabría qué hacer con María Teresa… ¿Dónde la colocamos?”

El abanderado de la necesidad de hacer crisis se llama José Blanco, el hombre llamado a heredar la vicepresidencia primera, con permiso de nuestro incombustible Pérez Fouché Rubalcaba, presto a disputarle el honor, a pesar de no tener equipo ni haberlo tenido nunca. “La sensación generalizada es que el país está a la deriva”, asegura The Economist, y ello tanto en lo político como en lo económico, con un presidente que, cual náufrago aferrado a un tonel, necesita tiempo y algunos milagros. Su última gran operación mediática orquestada para dar sensación de actividad, los llamados Pactos de Zurbano, se han saldado con un mini paquete de medidas que están muy lejos de las grandes reformas de fondo que un líder consciente de su responsabilidad histórica debería haber adoptado ya hace muchos meses, y probablemente hace ya dos años. Para más INRI, ahora resulta que PP, CiU, IU y UPyD le niegan la foto, asunto de vital importancia para nuestro hombre.

La deuda de Zapatero con Florentino

“Zapatero no va a hacer el ajuste fiscal que necesita este país”, asegura un reputado economista madrileño, “y en estas circunstancias no es descartable cualquier desgracia a la griega. Mira, lo más grave de lo ocurrido aquí en las últimas fechas ha sido la decisión de Santander de pagar el 4% por los depósitos. ¿Qué significa eso? Que los mercados de capitales se pueden cerrar a cal y canto para el sistema financiero español, y que hay que acumular liquidez como sea…” En medio de la galerna que nos aflige, sin embargo, el señor Rodríguez tiene tiempo para ocuparse de pagar letras como la que tiene contraída con Florentino Pérez, presidente de ACS, nadie sabe a cuenta de qué, aunque todos lo sospechan. Años atrás, en la borrachera de dinero abundante y barato, tres grandes constructoras entraron de la mano del Gobierno en otras tantas empresas energéticas. Una de ellas pudo escapar de la aventura con grandes plusvalías, pero otras dos siguen atrapadas en la ratonera con grandes pérdidas, ¡oye, que tú me dijiste que invirtiera…! Y como hay que arreglar ese entuerto, el Parlamento, a iniciativa del PSOE, ha puesto manos a la obra para modificar una ley que permita a Pérez y Del Rivero hacerse con el control de Iberdrola y Repsol y sacar tajada. Fue ZP quien pactó directamente con Pérez la enmienda que lleva su nombre, destinada a acabar con las limitaciones al voto en la sociedades cotizadas, y ha sido Zapatero quien esta semana ha negociado con la muy acreditada Gestoría Durán i Lleida un aplazamiento del asunto. ¿Legislación con nombre y apellido? Más que eso: el presidente del Gobierno cuidando de la cartera de un grupo de menesterosos tan notorio como el citado Floro, los hermanos March y los primos Albertos, sus socios todos. Y en Sacyr, otro pobre de postín como Don Juan Abelló. La vieja y apestosa España de la corrupción perennemente renovada.

Lo que a ZP sí le ha empezado a funcionar es la comunicación. Se nota la llegada a la secretaria de Estado de Félix Monteira, el ex director de Público. La explotación por el Ejecutivo de la última mina que le ha estallado a Mariano Rajoy en su propia casa, Mayor Oreja, así lo acredita. Da la impresión de que en Génova y alrededores hay gente muy principal que no quiere que el gallego alcance La Moncloa y, en consecuencia, se dedica a poner palos en las ruedas de ese tren lento y parsimonioso y frustrante, pusilánime incluso, que pilota a la galaica manera el de Pontevedra. “Algo está pasando en el PP que desconocemos”, sostiene la fuente socialista, igualmente crítica con ZP, “pero dudo incluso que Rajoy llegue a ser cabeza de lista del PP, a menos que dé un golpe de autoridad”. Dos líderes más que discutidos al frente de los dos grandes partidos españoles, o la guinda de infortunio que acompaña a este país en una de sus horas más difíciles: un presidente rebasado por la importancia del reto que le ha tocado vivir y un líder de la oposición que no acaba de emerger como alternativa clara, privando así a tantos ciudadanos del confort que supondría saber que contamos con un relevo fiable a mano.

En Génova siguen aferrados a la vieja estrategia de “no ahondar en las heridas, no entrar de frente a las provocaciones. Aguantar, templar y, si es preciso, mirar hacia otro lado. Lo importante es volver a ese discurso centrado que da las mayorías porque, llegado el día, Mariano presentará su programa rodeado de un equipo a su medida”. Será el momento de ajustar cuentas, incluso con José María Aznar, un tipo que ahora utiliza su ascendiente en el partido como tarjeta de visita para sus negocios particulares, asunto que provoca la irritación de un Rajoy que, sin codearse con Florentinos, March o Abellós, sin ser un hombre del establishment madrileño, se ve obligado, de momento, a callar. Muy complicada tarea la suya: la derecha más rancia le exige que se exhiba cada día pica en ristre, cual caballero templario dispuesto a alancear sin piedad los desmanes del moro Muza leonés, mientras la más templada, esa derecha que aspira a hincarle el diente a las reformas de fondo que el país necesita, para hacer realidad esa España abierta y moderna tantas veces soñada, le pide claridad a la hora de desmarcarse de los Orejas de turno, al tiempo que le exige un discurso contundente en la denuncia de los casos de corrupción.

Y el silencio del PP en el caso Matas

Si la respuesta al primer asunto ha sido tibia, incluso en lo que Cospedal respecta, el silencio que el PP ha mantenido hasta hoy en el caso Matas está siendo francamente decepcionante. No es suficiente, señor Rajoy. A estas alturas no puede usted pedir a la gente que interprete sus silencios, esa ausencia de apoyo a un listo como Jaume Matas. Tiene usted que mojarse y enviar un mensaje claro de regeneración, de compromiso militante de lucha contra una corrupción convertida en la gran plaga de la España de nuestro tiempo. Ya no es tiempo para las componendas: tolerancia cero con los chorizos. Todo ello, naturalmente, en caso de que usted aspire a lograr el respaldo de los españoles. Son muchos los que quieren votarle, pero no están dispuestos a hacerlo en tanto en cuanto usted permanezca agazapado en su hura, rehuyendo salir a la calle a pregonar el discurso de regeneración que una buena mayoría está pidiendo a gritos. Porque para seguir como hasta ahora, para eso ya vale Zapatero.

De regeneración es el mensaje que el Tribunal Supremo ha enviado esta semana en el caso de Baltasar Querido Emilio Garzón, un juez cada día más cerca del banquillo, a pesar de la impresionante movilización en su favor urdida por el Gobierno y el grupo Prisa, un asunto que habla a las claras de la gravedad de la enfermedad moral española. Porque todo el mundo sabe de qué pie/s cojea el Campeador, pero como nos viene bien que siga, nos sirve con diligencia y es uno de los nuestros, hay que evitar a toda costa que lo juzguen, por graves que sean las causas que pesan sobre un hombre acostumbrado a ejercer la investigación penal a su antojo, en las antípodas de lo que Montesquieu definió como “un pouvoir en quelque façon nul”, es decir, un “no poder”, en tanto en cuanto la Justicia está sometida a la estricta aplicación de la Ley. Patética, por eso, la arenga el jueves, en el periódico habitual, de Araceli Manjón-Cabeza, la más estrecha colaboradora de Garzón y a quien Garzón utilizó con profusión en su día para captar información extrasumarial en el caso GAL, relatando el “clamor nacional e internacional sin precedentes que, aglutinando a juristas y no juristas, reclama que se vuelva a la cordura y que se aborte esta persecución, dirigida contra una persona, pero que tendrá demoledores efectos colaterales en la independencia judicial”. Justamente lo contrario, señora, de lo que piensan muchos españoles, para quienes la posibilidad de una Justicia independiente pasa de forma ineludible por la expulsión de la carrera de su querido Rey Baltasar. Fte Jesús Cacho.

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