Autor: Rosa Diéz, UPyD
Tantos años de sufrimiento nos han servido para conocer a fondo a nuestros enemigos. Conocemos su estrategia y también su táctica. Les sabemos enemigos mortales de las sociedades plurales y libres, y por eso sabemos que son enemigos jurados de la democracia.
Sabemos que ETA, en cualquiera de sus ramas, con cualquiera de sus siglas, en cualquiera de los lugares o de las maneras en que actúa, no tiene otro objetivo que imponerse a los ciudadanos libres. Sabemos que ETA es una organización totalitaria que no desmerece de ninguna de ese signo que haya existido a lo largo de la historia de la humanidad. Sabemos que ninguna organización totalitaria se ha convertido nunca a la democracia; sabemos que todas ellas han sido derrotadas, después de mucho dolor, de muchas muertes, de mucha resistencia.
ETA está “militarmente” débil. La presión y el trabajo de las fuerzas de seguridad, la cooperación de la policía y las autoridades francesas, la resistencia y el valor de las víctimas, han mermado su capacidad operativa letal. Por eso fuerzan ahora su ofensiva para colarse en las instituciones; necesitan un resguardo desde donde hacer dinero fácil; necesitan tiempo a cobijo para reestructurar sus comandos; necesitan agazaparse como garrapatas, engordando hasta que consideren que ha llegado el momento de volver a matar.
Presentan uno de estos días “su partido”, el partido de ETA. Y lo presentan algunos de los dirigentes más reconocidos de la banda en su versión política. Dicen que lo harán en Madrid. Y dicen también que acudirán representantes de fuerzas políticas democráticas. Los que sin duda acudirán serán todos los medios de comunicación que darán cumplida cuenta del acontecimiento. Durante días enteros habrá tertulias, editoriales, portadas, artículos, recomendaciones… ETA, sin necesidad de matar, seguirá marcándonos la agenda.
Algunos –veremos si muchos–, nos dirán que es una gran oportunidad; y nos instarán a que seamos valientes y generosos. Hablarán del gran avance que supone no se qué proclama de los estatutos que presente el nuevo partido tutelado y presentado en sociedad por ETA; y querrán hacernos ver que sin ellos en las instituciones la democracia será peor. Otros serán más cautos, advertirán que hay que estudiar con todo rigor los papeles, que después verán…
Yo no voy a esperar a ver el documento que llevarán al Registro de Partidos Políticos. Sé que un partido político presentado en sociedad por los portavoces de una organización declarada terrorista por los tribunales nacionales y europeos, una organización que figura en la lista europea de organizaciones terroristas, no es compatible con la democracia española. Y que, por tanto, escriban lo que escriban en sus estatutos, no podrá presentarse a las elecciones ni representar a los ciudadanos en las instituciones. Me da igual cómo se llamen o las apelaciones que hagan en sus estatutos; ya hemos vivido situaciones similares con anterioridad. Pero entonces no teníamos la experiencia que tenemos ahora; no les habíamos visto trabajar por el crimen desde dentro de las instituciones democráticas; no había sentencias firmes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en las que se establece que es exigible que los partidos políticos cumplan otros requisitos democráticos además de tener unos estatutos con arreglo a derecho.
Llega ahora la hora de la verdad. El Gobierno y el partido socialista han insistido hasta la saciedad en los últimos dos años en que van a utilizar todos los instrumentos del Estado de Derecho para hacer evitar que ETA se vuelva a colar en los ayuntamientos; nos han prometido que atrás ha quedado el tiempo en que la fiscalía y la abogacía del estado, siguiendo instrucciones del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, facilitaron que ETA se colara disfrazada de partido democrático y con las siglas de ANV.
Nos han dicho que las reformas legislativas que se han aprobado eran imprescindibles para evitar que la historia se repitiera. Yo se que no es así; que con la ley anterior en la mano se podría haber evitado la indignidad de ver terroristas al frente de instituciones democráticas; lo se yo y lo han dicho el Supremo y el Constitucional. Se también que, con la Ley de Bases de Régimen Local en la mano podrían haber disuelto todos los órganos de gobierno de esas corporaciones locales y haber instaurado gestoras, como se hizo en Marbella. Se que fue la voluntad política de los socialistas y no la ausencia de marco legal lo que se impuso para dejarles entrar primero y para no expulsarles después.
Dicho todo eso, hemos apoyado todas las reformas, si bien no hemos dejado de denunciar al hacerlo que no era la ausencia de norma la responsable de que ETA estuviera dentro de nuestras instituciones democráticas, deshonrándolas a ellas y humillando a las víctimas. Ahora sólo esperamos que no se repita la historia. He avisado más de una vez –en este mismo espacio y en los últimos meses– que estaremos atentos. El comportamiento del Gobierno, de la Fiscalía, de la Abogacía del Estado va a ser determinante. Sólo los que quieren engañarse y engañarnos, sólo los que creen que ETA tiene sus razones, sólo los que creen que las víctimas tienen que ceder ante los verdugos, sólo quienes no son capaces de comprender que nunca, nunca jamás, victimas y verdugos podrán estar en igualdad de condiciones ante ningún tribunal humano, sólo quienes han perdido la piedad, los cínicos, los que esperan ganancias electorales, los que creen en el “todo vale” o el “como sea”, sólo esos necesitan esperar a ver los papeles para llegar a la conclusión de que estamos ante una nueva estratagema de ETA.
El día que ETA instauró la primera víctima se condenó a no conseguir ni una sola de sus reivindicaciones. Nunca, nada de aquello por lo que han matado; nunca mientras España siga siendo un Estado de Derecho.