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Pedagogía democrática

Autor: Rosa Diéz UPyD

Hemos explicado en numerosas ocasiones que uno de los principales problemas que tiene España es que en nuestra corta vida democrática no se ha hecho la suficiente pedagogía. Así hemos llegado a una situación en la que, habiendo hecho lo más difícil, construir la democracia, hemos olvidado poner lo cimientos del edificio.

La emoción de hace tan sólo treinta años ha dado paso a una desafección ante el sistema democrático que pone en riesgo la fortaleza de las instituciones. Sólo así se entiende que lo común en las campañas electorales de los últimos tiempos se enfatice sobre la necesidad de votar contra “el otro”. Sólo así se explica que los discursos políticos estén plagados de adjetivos y ausentes de ideas y de argumentos.

Yo creo que todos compartirán esta reflexión, a poco que piensen en ello. Pero, por si alguien tuviera dudas, repasemos en qué se ha convertido la campaña electoral en Cataluña, una CCAA que ya ha demostrado sobremanera que está bastante lejos de las propuestas de sus políticos. Los partidos políticos catalanes—entre los que incluyo a los nacionalistas, los catalanes, los asimilados y los acomplejados—han debido de pensar que si la reforma Estatuto de Autonomía dejó en casa a la mayoría de los ciudadanos llamados a refrendarlo bien pudiera ser que en estas elecciones autonómicas no les fueran a votar ni los más hooligans de los suyos. Y en vez de motivar a los ciudadanos con ideas han decidido trivializar la democracia.

Todo empezó con un desnudo; después vendrían los juegos de guerra y los falsos videos porno o las llamadas al voto orgasmático. En España hace tiempo que se ha sustituido la política por la demoscopia y el gobierno por la propaganda; pero el hecho de que todos los partidos políticos catalanes utilicen estos recursos para llamar a la urna a los ciudadanos demuestra hasta qué punto le han perdido el respeto a la gente. No hay mayor demostración de desprecio hacia el libre albedrío y hacia la conciencia política y democrática de los ciudadanos que considerar que desnudándose alrededor del líder, susurrando, prometiendo orgasmos o liquidando sin papeles montada en una gaviota van a conseguir que se reincorporen a la democracia todos esos conciudadanos nuestros que se sienten huérfanos, que no nos entienden, que pasan de de la política porque pasan de los políticos porque creen que nos hemos convertido en un cártel que sólo defiende sus intereses y se olvida de defender los derechos de las personas.

Tenemos la obligación de devolver dignidad a la política, y eso pasa por no caer en los vicios que denunciamos como uno de los problemas fundamentales de nuestro país. Regenerar la democracia requiere que los ciudadanos recuperen el control sobre la política; por eso insistiremos, en campaña y fuera de ella, en la necesidad de debatir sobre propuestas sostenidas en argumentos; utilizaremos todos los medios a nuestro alcance para hablar sobre ideas, abandonando los adjetivos para aquellos que no las tengan; promoveremos el libre albedrío, fomentando que los ciudadanos piensen y elijan con conocimiento e independencia de criterio. Renunciaremos a tratar a los ciudadanos como si fueran menores de edad aunque ellos nos excluya de las portadas, las tertulias, los comentarios periodísticos o el protagonismo mediático.

Defenderemos a los ciudadanos como únicos detentadores de derechos; explicaremos que los territorios o la historia nunca tendrán primacía sobre los individuos; explicaremos que la nación plural es una riqueza siempre que la unidad de la nación esté garantizada; defenderemos la autonomía personal por encima de cualquier autonomía territorial; propondremos las reformas constitucionales y legislativas que sean precisas para garantizar los valores y principios democráticos que son innegociables en cualquier Estado de Derecho moderno; defenderemos la libertad de elección de lengua, la recuperación de la competencia de Educación por parte de la Administración Central del Estado, la supresión de todas las estructuras que provocan duplicidades y despilfarro en el conjunto de administraciones públicas; la reforma de la Ley Electoral como instrumento imprescindible para acabar con la perversión del sistema democrático; la revisión de la Constitución par cerrar e igualar los techos competenciales de las CCAA….

Hablaremos de política durante la campaña política de unas elecciones políticas. Defenderemos la necesidad de que entre en el Parlamento de Cataluña un partido genuinamente nacional, sin complejos, sin franquicias, progresista, transversal, laico. Y esta forma de ser y de actuar nos convertirá en un partido único, diferente. Pero para eso hemos nacido: para cubrir ese hueco cada vez más grande entre los deseos y aspiraciones de la gente y la acción de aquellos que debieran empeñarse en representarles.

Habrá quien nos diga –ay, siempre hay quien vende consejos sin atreverse a poner en marcha ninguno de ellos—que así no haremos carrera. Bueno, si hacer carrera es colarse como sea, claro que no la haremos. Si hacer carrera es cambiar para que el mundo cambie, ya la estamos haciendo.

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