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El PSOE se sacude la arena del Sahara


El Gobierno activa la agenda social para tratar de frenar la sangría de votos en el electorado de izquierdas

GABRIEL SANZ / MADRID

Felipe González firma con el líder del Frente Polisario Mohamed Abdelaziz un acuerdo en los años 70

7-9-1999. Manuel Chaves, entonces presidente de la Junta de Andalucía, recibe en el palacio de San Telmo a los niños acogidos en verano bajo el programa «Vacaciones en paz»

12-7-2003. La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, luce pegatina de «Sáhara libre» con la cantante Cristina del Valle durante un acto «Por la Paz y la Justicia para el Pueblo saharaui» en la Plaza Mayor de Madrid

7-8-2009 El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, rodeado por niños saharauis que pasan su descanso estival con familias de la región

10-11-2007 Pedro Zerolo asiste a una manifestación contra Mohammed VI en el 32 aniversario de la Marcha Verde marroquí

«Si Rabat deja de informarnos sobre los 700.000 marroquíes que hay en España, tenemos un problema», reconocía a ABC un cargo de la seguridad del Estado intentando justificar la, para muchos, incomprensible tibieza del Ejecutivo con Mohamed VI tras el violento desalojo del campamento saharaui de Gdaim Izak. Es decir, el miedo a otro 11-M, que ningún dirigente actual del PSOE se atreve a explicitar. Todo lo más, recuerdan el peligro de que Al Qeda del Magreb Islámico (AQMI) llegue a controlar el extremo occidental del Sahel. Solo Alfonso Guerra es claro: «Lo que ocurre es que el Polisario ha dejado de tener apoyos. Lo demás son cuentos».

Esa opacidad —«admito que nuestra postura es difícil de explicar», reconoce la secretaria de Relaciones Internacionales, Elena Valenciano—, agravada por la imagen de entreguismo cuando Rabat no dejó entrar al Sahara a los corresponsales españoles (y retiró la credencial al de ABC, Luis de Vega), ha hecho daño a lo que en el PSOE llaman la «remontada». Todos se mantienen en la «disciplina» que reclamó Rodríguez Zapatero en la Ejecutiva del día 8. Los incidentes en El Aaiún pillaron a la cúpula socialista en su reunión semanal y enseguida calibró lo que se le venía encima.

Durante 35 años, miles de militantes y cargos públicos del PSOE, como se puede ver en las fotografías de este reportaje, han confraternizado con la causa saharaui. Tras el 11-M el PSOE tuvo que elegir: seguir manteniéndose en la libre autodeterminación o apuntarse a larealpolitik: la solución del Sahara autónomo dentro del Reino de Mohamed VI, que EE.UU. y Francia, los otros dos integrantes del Grupo de Amigos del Sahara en la ONU, han decidido apoyar.

Zapatero optó por lo segundo pero enmascarándolo en la necesidad de un acuerdo que satisfaga a «las dos partes». Por eso cualquier incidente en El Aaiún se convierte en un seísmo para el PSOE. Ahora, el partido va a intentar salir «de las arenas», ironiza una fuente, poniendo en marcha el aparato electoral. Ello correrá parejo al despliegue legislativo de 26 nuevos proyectos de ley, alguno tan característico del ideario socialista como la llamada ley de «muerte digna». El objetivo aparente es recuperar parte de las desafecciones del electorado de izquierdas.

El próximo domingo, Rubalcaba va a sellar la paz con Tomás Gómez en el primer acto público que compartirán tras las tormentosas primarias de octubre. En privado los dos, más José Blanco, han compartido mesa y mantel para cerrar las heridas en una federación tan importante a la hora de decidir el nombre del posible sucesor de Zapatero. Porque, en esta crisis saharaui, Rubalcaba se ha dejado muchos pelos en la gatera. «Como ministro del Interior, no puede decir las cosas que hubiera dicho De la Vega», admite la fuente de la Seguridad del Estado antes citada; tuvo que verse el martes con su homólogo marroquí, Taib Cherkaoui, y admitir: «Me ha dado datos operativos que refutan algunas de las cosas que se han dicho».

No obstante, sigue siendo la estrella emergente, el hombre que coordinará la nueva agenda social además del Gobierno; la única alternativa en el caso, que muchos altos dirigentes ven cada vez más probable, de que Zapatero no sea candidato en 2012. Nadie habla de ello pero casi todos los que mandan en el partido se han conjurado para, llegado el caso, nominar a Rubalcaba en un Comité Federal de otoño de 2011. Para desgracia de Carme Chacón, cuyas posibilidades pasan por unas primarias (necesitaría el aval del 20% de la militancia) o un congreso extraordinario en octubre (el ordinario toca en julio de 2012), que ningún alto dirigente quiere. Y todos matizan que la decisión de repetir es «personal» del presidente, pero, si se va, el «proceso» lo controlarán ellos.

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