Discursos políticos: mentiras y engaños
Aunque ya no quieras ni oírlos; cómo ves la televisión, tienes que tragarte parte de los mismos y ver igualmente algo de esas desastrosas (cuando no ya denigrantes) campañas, en las que parecen hablar a tontos o dementes, puesto que aparte de las basuras que lanzan y se lanzan, no dicen más que mentiras o chorradas; desconociendo quienes los asesoran y el por qué de ese gasto inútil de un dinero público que necesita España para cosas mucho más necesarias.
Observen que todo es tirar tinta de calamar o acusaciones a los contrarios; mientras los “lanzadores” quieren aparecer como si no hubieran roto ni un solo plato, cuando la realidad es que han dejado la casa nacional... prácticamente sin vajilla alguna.
Observen que ninguno de ellos, toca lo que debieran señalar primero, o sea; la reducción en grado muy alto de sus sueldos y salarios, la reducción de coches oficiales, banquetes, viajes, dietas y sobre todo, la reducción de un aparato oficial (que no funcionariado necesario) excesivo y ya desastroso por demás, puesto que en gran medida, la ruina que padecemos es por ese ya incalificable malgasto del dinero público y el que ha llegado a grados insoportables.
No, de eso no hablan ni los unos ni los otros; por lo visto pretenden no sólo mantener a los ejércitos de enchufados que han metido a lo largo de estos treinta y cinco años, todos, absolutamente todos los que han tocado poder... y quizá pretendan en su irresponsabilidad, en meter algunas otras “legiones”, que esperan poder entrar en los nichos que ya hay o en otros a crear según la necesidad del nepotismo o amiguismo, amén de los partidarios “sin oficio ni beneficio”; y a los que hay que dar de comer y que coman aún mejor que el que está... “deslomado trabajando”.
El día que esto escribo, me he dedicado a ir visitando al paso, las abundantísimas oficinas públicas que ya hay en cualquier lugar; y en la mayoría, o las mesas están vacías (y en cada mesa estamos pagando un sueldo) o sólo ves, alguna ocupada y que no hace nada o casi nada; quizá “está ya encargada de las tarjetas de control”, mientras el resto está en su casa o vete a saber dónde. Aún así, parte de todo el personal, anda protestando y abucheando a los políticos, por que pretenden hacer de plantilla a ejércitos de metidos a empujones en unas administraciones que ya ni funcionan, por cuanto tardan en solventar cosas y trámites que lo mejor que pudieron hacer es no haberlos impuesto.
Cataluña (que es donde ahora está instalado “el baile electoral”) y según José María Carrascal (ABC 19-11-10) afirma que bajo el mando (mejor mangoneo) de esa ensalada política, denominada “Tripartito” y que allí ha mangoneado hasta lo indecible (es de bochorno todo lo que se ha publicado en esos cuatro años, lo que nos dice que oculto debe haber la tira)... de 140.000 empleados públicos, los catalanes han pasado a soportar nada menos que 226.000; o sea que han enchufado un enorme ejército, compuesto de 86.000 más.
Y no es sólo Cataluña, en cualquiera de “las autonosuyas”, ha ocurrido algo similar, puesto que en Andalucía, se afirma que hay casi medio millón; cifra a la que ni se llegó en tiempos del tan criticado (y odiado por muchos) Franco, en los empleados (y enchufados que también los hubo en exceso) públicos; o sea que hoy Andalucía tiene más empleados públicos que Franco tuvo en toda la España de su mando o dominio; teniendo en cuenta que entonces no había ordenadores ni tanta tecnología como hoy hay disponible; y que los bancos sí han aprovechado, para reducir plantillas en grado de vete a saber de si entonces tenían cinco, hoy sólo queda uno.
Sí, puede ser así; puesto que en ese paseo matutino de hoy, entro en el despacho de un director de empresa y le tiro de la lengua, preguntándole cuantos empleados tenía en la administración hace treinta y cinco o cuarenta años y cuántos ahora... y escuetamente me dice. “Antes necesitábamos cuatro o cinco, según épocas”; hoy tenemos uno y un ordenador y nos basta; significando que el negocio que hoy movemos es mucho mayor que el de entonces.
Es la pura y cruda verdad y es por lo que la verdadera riqueza la crea la iniciativa privada y por el contrario la oficial, lo que hace es destruirla por los derroches sin sentido y que sin responsabilidad alguna practican; y nosotros padecemos.
¿Por qué no hablan de ello los políticos si ello lo saben al igual que yo?
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)