LA DEFENSA DE JAVIER DE LA ROSA. INFORME FINAL.
LXI. JUICIO A LA CORRUPCIÓN EN LA DELEGACIÓN DE HACIENDA DE BARCELONA.
Rafael del Barco Carreras
Sesión 3-06-10. Francesc Jufresa, abogado defensor, no admite culpa alguna para su patrocinado Javier, como aceptara el abogado Melero con el acusado Huguet por los ingresos en Suiza. Argumenta con la contundencia que le es propia que Javier de la Rosa, ni era el máximo ejecutivo del Grupo Torras (un tercer vicepresidente) ni conocía sobre las operaciones en sociedades en que ni siquiera tenía poderes, y ni se demostraba durante el juicio su directa intervención.
Denominador común, de nuevo contra el malo, Juan José Folchi, el chivato en Londres. Cuentan en uno de tantos libros sobre Javier que cuando salió en libertad con fianza por el caso Torras-KIO amenazara de muerte entre otros a Folchi, y puesto que está vivo, pues a cargarle los delitos de los que acusan a los dos. Un abogado y asesor fiscal omnipresente. ¡El personaje se lo merece! Pero no todo lo decidiría Folchi. Decenas de miles de millones, facturas y recibos falsos, ingresos en Suiza, compras y ventas de acciones, o sobornos a inspectores. Jufresa añadió además que en el Grupo ejercían varios altos ejecutivos que decidían, citando entre otros a Alierta, actual Presidente de Telefónica.
Oír al apabullante Francesc Jufresa ¡no lo puedo evitar! me retrotrae a cuando en sus inicios, hace casi 30 años, le conocí estando en prisión. Había contratado a su socio o jefe, Gonzalo Quintero Olivares, en sustitución de Luis Pascual Estevill. No está de más repetirme. Llevaba dos años en prisión preventiva cuando descubrí que un recurso al Supremo, uno de los argumentos de Pascual justificando mi irregular situación, no existía. En el Supremo, al que sospechando envié otro abogado, no se había presentado recurso alguno. Meses después la prensa publicó que una mujer de la limpieza lo tirara a la papelera. Muy propio de los amorales en cuyas manos había caído. Ver EL PAÍS f. 8-03-1983, o en “Barcelona, 30 años de corrupción” pag. 431.
Otro año hasta el juicio. Tampoco Gonzalo Quintero y Francesc Jufresa consiguieron mi libertad con fianza. Todos los casos económicos de entonces ¡y fueron muchos y con centenares de acusados!, como el de la “seguridad social” con 40 detenidos, actuando de abogados, entre otros, Pascual y Juan Piqué Vidal, obtenían la libertad, excepción de los tres del Consorcio de la Zona Franca.
Resumiendo, desde entonces los abogados son para mí una especie o profesión nefasta, inútil y corrupta. En mi caso, sin abogado, defendiéndome yo mismo que no lo soy, no me hubiera ido peor. Debería ser libre, como en tantos países, la elección o no de letrado defensor. Y en este juicio se sienta en el banquillo la causa y base de lo sucedido, Javier de la Rosa y sus macro estafas. De él, sus abogados, políticos y jueces.
Que le defienda Jufresa, que repito, me defendió en dos juicios, en uno inocente y otro condenado a siete años por falsedad y estafa, es una casualidad un tanto amarga. Como fuera muy amargo saber por la prensa que Gonzalo Quintero, su socio, formaba parte de los íntimos de Luis Pascual Estevill, compinche y colega a su vez de Juan Piqué Vidal, mi primer abogado en el caso Consorcio. Error tras error. Que pasados 30 años no crea en casualidades, y si en mucha corrupción, parece lógico.
Base para la actual defensa de su cliente la tiene sobrada. Fiscalía fabula más que prueba, y desmenuzando las supuestas pruebas, retazos de un puzle donde falta, por robo a la propia Hacienda, o por vaciado en el sumario durante los diez años de instrucción, y otros diez de expedientes anteriores, más parece la papelera del Supremo donde dicen tiraron el recurso que propiciaría mi libertad con fianza, que un concienzudo estudio de investigación.
Continuará el lunes…