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ANTE EL FÉRETRO DE ADOLFO SUÁREZ

Rafael del Barco Carreras

Barcelona 25-03-2014. Apabullante, no me atrevo a opinar. Mi memoria sobre Suárez y el caótico periodo llamado Transición no coincide con la fabulosa literatura volcada por la totalidad del Régimen.

 Más bien  comparo aquel momento al actual; crisis, caos, corrupción, y mucho "antidisturbios" o policía. A favor diré la contención general, la cesión popular ante el miedo a otra guerra civil, por lo que se trufó la Democracia continuando con el amelé o fusión de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Enterrada la primera regla de oro de la Democracia. Y para contener a los nacionalistas vascos y catalanes se creó el pastiche de las autonomías. Pero había “trabajo”, o el suficiente para no asaltar la Bastilla, y los bancos prestaban dinero, por lo que la sociedad productiva, de espaldas a los turbios acontecimientos, funcionó. El Pueblo que había superado la dictadura de Franco superó el posterior caos. El Poder y la Sociedad continuarían como dos rectas paralelas, de espaldas, cada uno a su aire. Uno dictando impuestos y el otro intentando pagar el mínimo posible.

El gran acierto de Suárez; legalizar el llamado antifranquismo repartiendo cargos y subvenciones. La Pasionaria, presidiendo unas Cortes, y Carrillo, al que ni la comunista URRS financiaba tras el invento del eurocomunismo, apaciguaron viejos y peligrosos sentimientos.

Oír que disfrutamos de Democracia, libertad y bienestar, me descoloca. Pienso que se deben referir a otro país, o mi visión intelectual se halla tan afectada como mis ojos con cataratas. Ni la contestación de que gozo de libertad, y puedo patalear con mis escritos y blog, me vale. El griterío oficial y su potencia mediática, o control de medios, aplasta cualquier pretendida libertad, cómo se demuestra estos días.

El colmo de aquel desmadre se refleja con la presencia y discursos ante el féretro de Jordi Pujol y Artur Mas. La Corrupción más descarada en uno de los reinos de taifa surgidos de la Partitocracia que acabó dominando.

Si quizá se supere la quiebra de las cajas de ahorros, consecuencia del saqueo por la casta política, la secesión significaría un catastrófico punto final. Si dicen que la Transición no se ha cerrado, la unilateral independencia de Cataluña arrasaría por la quiebra total hasta la capacidad de aguante demostrada por el Pueblo Español. Un aguante cimentado entonces con su trabajo e inventiva, paliado con la mayor economía sumergida de Europa, y ahora mantenido más mal que bien por los euros del BCE.


Artur Mas pide sentido de estado a un Estado que pretende destrozar, y Pujol, como en sus memorias, se olvida de su descrédito por corrupción, y se pierde entre ficciones y tópicos. Patética presencia. 

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