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Es posible cobrar 4 millones de dólares por ser profesor… pero sólo en Corea


El futuro para los profesores españoles no parece precisamente halagüeño: a una tasa creciente de paro hay que añadirle una reforma educativa marcada por los recortes en inversión y un significativo descenso en las plazas públicas ofertadas por oposición. Pero el debate sobre el modelo educativo ideal está abierto en todos los países occidentales y nunca antes en la historia los cambios en la sociedad y la tecnología han obligado con tanta premura a reformar un sistema que apenas ha evolucionado en siglos.
Por eso, muchos docentes e investigadores están dirigiendo su mirada hacia las propuestas educativas realizadas en las esquinas más lejanas del planeta. Es lo que ha ocurrido con el peculiar sistema educativo de Corea del Sur y el análisis que sobre él ha realizado la investigadora Amanda Ripley, miembro de la New America Foundation. En el adelanto de lo que promete ser uno de los ensayos más reveladores sobre educación publicados este año, The Smartest Kids in the World: and How They Got That Way (Simon & Schuster), la autora explica cómo y de qué deberían aprender los países occidentales sobre el modelo surcoreano, que ha superado en las últimas décadas al americano. Si en Estados Unidos el porcentaje de matriculación en institutos se encuentra en el 77%, en el país asiático esta cifra se eleva hasta el 93%.
Cuando el profesor es la estrella
El protagonista de dicha historia es Kim Ki-hoon, “el profesor que gana cuatro millones de dólares al año”, toda una celebridad en dicho país. “Cuanto más duro trabajo, más dinero gano”, explica el profesor, que comercializa grabaciones de sus clases en vídeo al precio de unos cuatro dólares la hora a través de su empresa Megastudy. Es su principal fuente de ingresos: 150.000 estudiantes siguen sus cursos cada año. Además, complementa sus actividades con consultas online sobre su materia (el inglés) y el desarrollo de libros de texto y métodos de aprendizaje; de las 60 horas dedicadas a su trabajo, tan sólo tres están destinadas a impartir lecciones magistrales.
Las escuelas privadas conocidas como 'hagwons' tienen más profesores que las públicasCierto es que Kim Ki-hoon es una marca más que un profesor, y que tiene 30 personas empleadas para ayudarle con su trabajo, pero al mismo tiempo, conviene preguntarse si en España, donde cocineros, divulgadores científicos o gurús de la autoayuda han conseguido un estatus semejante, sería posible algo así. Como recuerda la autora en el texto, si Ki-hoon consigue tanto dinero, es por una simple cuestión de oferta y demanda. La diferencia es que raramente podría ocurrir esto con los profesores de otros países, pero lo que diferencia a Corea del Sur es la importancia de la educación privada por encima de la pública.
Liberalizando al máximo la educación
Lo que el texto escrito por Ripley se pregunta es si la máxima liberalización de la educación puede reportar resultados tan positivos como en Corea del Sur.  La clave de la educación coreana son los conocidos como hagwons, institutos privados que ofrecen clases particulares a los alumnos en un amplio abanico de materias. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, los niños no se apuntan en cursos determinados, sino con los profesores que ellos eligen, en muchos casos, por la reputación vinculada a su nombre. Podría pensarse que son meras academias privadas, pero su importancia es tan grande que sus docentes han superado en número a los de las escuelas públicas convencionales, y tres de cada cuatro niños están apuntados a alguna de ellas.
Los hagwons tienen claro su lema: 'el cliente es el que manda'El funcionamiento de los contratos de estos profesores también es peculiar. No hace falta que tengan ningún tipo de acreditación profesional, y no gozan de ningún salario base. Lo que producen es lo que ganan, y en ese sentido, la valoración realizada por los padres y los alumnos influye en un alto grado en su evaluación (hasta un 60%), en la que también se tienen el cuenta el número de estudiantes que tienen y las notas obtenidas por estos. Un modelo que ha sido imitado por Bill y Melinda Gates a la hora de desarrollar su propuesta de intervención en la educación pública americana, el MET (Measures of Effective Teaching), que tiene como objetivo “identificar la buena enseñanza”, que depende de la calidad de los docentes.
Los hagwons tienen claro su lema: “el cliente es el que manda”. Por eso, ofrecen una serie de servicios que nada tienen que ver con aquellos que una academia privada podría ofertar en España. Envían un mensaje de texto a los padres cuando sus hijos llegan y se marchan de la escuela, los llaman con frecuencia para mantenerlos al tanto del progreso de sus hijos y cada año despiden al 10% de los profesores que peores evaluaciones han obtenido.  
Estrés y competitividad
Ripley manifiesta sus reservas respecto al sistema implantado en Corea del Sur, puesto que considera que puede perjudicar a los estudiantes. Para empezar, los niños coreanos que están apuntados a estos centros pasan el doble de tiempo en la escuela que los de los países occidentales. Los resultados están a la vista, sí (mientras que en Corea del Sur un 47% de los estudiantes tienen un nivel “avanzado”, en los Estados Unidos es un 7%), pero las consecuencias y carencias que puede generar aguantar un ritmo semejante aún están por ver.
Llegaron a estar prohibidas durante los años ochenta, cuando el país se encontraba bajo un régimen militarLa siguiente objeción se encuentra en sintonía con la discusión que sobre la elección entre educación pública o privada se ha celebrado en España. Debido a que estas escuelas pertenecen al ámbito privado, la competencia entre ellas es feroz, tanto en campañas publicitarias como en captación de estudiantes, y pueden estar dando lugar a un sistema en el que tan sólo los estudiantes provenientes de las familias más afortunadas pueden permitirse acceder a los hagwogs de primera línea. Un retorno a la sociedad polarizada.

Por ello, el gobierno del Corea del Sur ha intentado en repetidas ocasiones poner coto al crecimiento de estas escuelas, que llegaron a estar prohibidas durante los años ochenta, cuando el país se encontraba bajo un régimen militar. La propuesta de Kim Ki-hoon es precisamente la de incentivar a los profesores de los hagwogs a trabajar en la educación pública a través de unos sueldos más altos que los que se ofrecen en la privada, lo cual obligaría a llevar a cabo una fuerte inversión estatal que quizá el primer ministro Jung Hong-won no esté dispuesto a realizar

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