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“En España no premiamos a los que tienen buenas ideas”

El próximo libro de Marina se publicará este mes y está escrito junto a Álvaro Pombo. Héctor G. Barnés          


La prolongada carrera de José Antonio Marina (Toledo, 1939) le ha permitido alumbrar una nutrida producción bibliográfica que aborda cuestiones tan diferentes como la ética, la filosofía de la religión, la neurología o el amor. El escritor retorna ahora junto a Eva Marina para abordar los problemas de la creatividad (y las soluciones que nos puede proporcionar esta) en El aprendizaje de la creatividad (Ariel), un didáctico volumen destinado a docentes y padres que se prolongará en una colección de libros que recibirán el nombre de Generación Creativa y cuyo primer volumen, La creatividad literaria, reunirá al autor con su viejo compañero Álvaro Pombo.
“La creatividad, en último término, es el talento para solucionar problemas de los que no tenemos receta”, indica el filósofo en las oficinas madrileñas de Planeta, donde recibe a El Confidencial. “Luego hay otro tipo de creatividad más específica, como puede ser la económica”. Marina utiliza este ejemplo para recordar que la creatividad no se trata únicamente de tener muchas ideas, sino de ser capaz de evaluarlas correctamente para que estas tengan novedades valiosas. “La crisis económica ha sido creada por una serie de innovaciones que se le ocurrieron a unos ingenieros financieros, que no calcularon sus efectos y nos han metido en un lío tremendo. No se trata únicamente de la innovación por la innovación”.
Crear es un hábito, y como todos los hábitos, se adquiere por entrenamiento“Si sólo te centras en la novedad, como por ejemplo hace una parte importante del arte contemporáneo, no puedes distinguir la novedad de la extravagancia. Te quedas con cosas muy poco valiosas”. Por eso, Marina propone en su nuevo trabajo una serie de aplicaciones procedentes del mundo de la neurología (“que es muy optimista, ya que dice que la capacidad de aprendizaje del ser humano es mucho mayor de lo que pensamos”) para el mundo de la escuela, ya que como el escritor mantiene, la creatividad se aprende, trabaja y desarrolla.
La creatividad aplicada a la escuela
“Durante siglos se ha hablado de la inspiración, que era ese sentimiento del artista de que no podía explicar cómo se le habían ocurrido las ideas. Lo que dice la neurología es que las ocurrencias proceden del cerebro del artista, pero este actúa fuera del nivel de la conciencia, aunque esté trabajando continuamente. Nuestro cerebro consume el 20% de nuestra energía. ¿En qué? En estar continuamente organizando información. Es la inteligencia generadora, que actúa en el nivel inferior”, explica José Antonio Marina sobre esa primera parte del proceso creativo a la que, no obstante, ha de seguirle una actuación de la parte consciente que desestimará las malas ideas y conservará las buenas.
“El piso de arriba, la conciencia, tiene que evaluar esas ocurrencias. Desde arriba damos órdenes vagas a la inteligencia de abajo: oye, ¿qué se me podría ocurrir para solucionar esto? Se te ocurren muchas cosas, unas buenas, otras malas. Estamos progresando a la hora de educar a los chicos y las chicas para que tengan ideas, que estas sean buenas y que sepan distinguir las unas de las otras. Aunque suene raro, crear es un hábito, y como todos los hábitos, se adquiere por entrenamiento”. Para averiguar este tipo de procedimientos, Marina conformó un grupo de trabajo que tenía como objetivo “analizar qué procesos se producen en todos los hechos creativos, y ver si se podían aprender o aplicar a la escuela”.
Uno de estos descubrimientos, por ejemplo, es el del funcionamiento de la memoria por redes semánticas. “Lo que tenemos que hacer es ampliar la capacidad de la persona para que active una red semántica muy amplia. ¿De qué se encarga eso? La memoria de trabajo. ¿Se puede entrenar? Sí. Pues ahí tenemos un procedimiento aplicable”.
Hay que tener paciencia y disciplina, porque si no caemos en un ‘todo vale mientras sea nuevo’Sin embargo, como Marina recuerda, eso requiere esfuerzo y trabajo, y dejar atrás la pereza, algo muy complicado. “A todos los que nos hemos dedicado a la docencia nos indigna lo poco que aprovechan su memoria los alumnos. ‘Fulano, dime algo de Argentina’. ‘No sé nada’. Pero saben que es una nación, que está en América… Están acostumbrados a que saber una cosa es que se te ocurra una respuesta justo después de la pregunta. Sabes cosas pero te cuesta trabajo organizar el montón de cosas que todos sabemos”.
Una de las diferencias que distinguen a los grandes creadores es, precisamente, esa “memoria de elefante” en los campos que les interesan. “Mozart escuchó de niño una composición de Bach y la repitió de arriba a abajo cuando llegó a casa. Francisco Umbral era muy perspicaz. Él decía que cuando se ponía a escribir ‘la gigantesca maquinaria que el idioma castellano ha creado durante 2.000 años’ estaba en su cabeza, y por eso podía utilizar recursos que quizá se le habían ocurrido a Francisco de Quevedo”. El primer paso de la creatividad es la memoria creadora.
A partir de ahí, los hábitos (creativos) hacen su entrada en escena. Marina contrapone a pintores como Diego Velázquez y Jackson Pollock a la hora de definir su acercamiento a la creatividad. El primero comenzó a pintar en el taller de Francisco Pacheco cuando era niño, y como indica el escritor, “tuvo que estar muchos años machacando las pinturas, retocando fondos, que su maestro le advirtiese que el aceite fluido goteaba aunque luego lo utilizase en sus propios cuadros... Cuando tuvo la soltura técnica, pudo ponerse a inventar”. El ejemplo contrario sería el de Pollock y su dripping, que Marina define como “una corrupción del arte”: “es una creatividad fácil que nos ha gustado pero que ha introducido una monotonía. Estamos hartos de ocurrencias”. Marina describe a estos artistas como “artistas apresurados, al minuto”, y recuerda que “hay que tener paciencia y disciplina, porque si no caemos en un ‘todo vale mientras sea nuevo’”.

Las dificultades de la creatividad
El aprendizaje de la creatividad expone de manera sistemática los mecanismos que afectan de manera positiva a la hora de sacar el máximo partido a la creatividad. Pero Marina tiene claro qué factores acaban con esta. “Por ejemplo, el miedo a la novedad. O no recibir los premios adecuados. Por eso hay entornos más creativos que otros, porque reconocen y premian la creatividad. Por el contrario, hay culturas en las que el precio de la tradición es el gran valor, en las que todo lo que sea separarse de eso es malo, como ocurre con las culturas orientales”.“En España hemos tenido una tradición de miedo a la novedad. En el diccionario de Covarrubias “novedad” se define como “cosa peligrosa por ser contraria al uso antiguo”. Pensamos que Unamuno es un intelectual, pero cuando dijo aquello de “que inventen ellos”, parecía que no iba con nosotros, que lo nuestro es lo eterno. También el dogmatismo: esta es la verdad, no la cambies”. Uno de los grandes represores de la creatividad puede ser, precisamente, la escuela, que en su modelo tradicional conduce a pensar que “las cosas sólo tienen una solución”. Marina desarrolla esta problemática de la escuela, relacionada con la función que ha adoptado tradicionalmente.
“Como la educación tiene que reproducir conocimientos estructurados, transmite únicamente las buenas respuestas. No inventes en la tabla de multiplicar, apréndetela. Pero los alumnos también tienen que enfrentarse a los problemas para los que no hay respuesta, como saber cómo hacer satisfactorias las relaciones de pareja. La escuela siempre ha sido muy conservadora, porque su función era transmitir lo que la sociedad pensaba que debía reproducirse”. Sin embargo, eso ha cambiado actualmente, ya que “la sociedad ya no sabe bien lo que tiene que transmitir aunque tiene una conciencia clara de la aceleración de las cosas”.
La creatividad, a pie de calle
¿De qué manera se está implementando este tipo de habilidades, como la creatividad, en la escuela española y europea? El proyecto de educación por competencias, reconoce Marina, “iba en este sentido”, aunque sospecha que “en España va a fracasar”: “Se quiso introducir en una misma ley dos sistemas contradictorios: la educación por asignaturas, que es vertical, con las competencias, que son transversales. Es difícil hacer las dos cosas al mismo tiempo. No consiste en dar una asignatura de creatividad, como aprender a pensar, sino que cada profesor vea cómo se puede dar en cada materia. No se ha hecho y las competencias han quedado como un residuo burocrático a cumplir. Por ejemplo, la competencia digital consiste simplemente en que estudien con un ordenador”.
Los alumnos del Plan Bolonia van a salir mucho peor preparados“Se hizo demasiado precipitadamente, porque requiere una revolución didáctica total y una adaptación del profesorado, que está acostumbrado a otras cosas”, añade Marina. No sólo eso, sino también una fuerte inversión económica que se sitúa en la dirección opuesta de lo que está ocurriendo con la institución educativa española. “En la Universidad española, salvo en algunas carreras, Bolonia es un engaño. Mi mujer es profesora titular de Derecho Civil y sus grupos son de 200 alumnos. Un tipo de educación basado en los tutoriales ingleses, con grupos pequeños, da buenos resultados, pero no con 200 alumnos. Se reduce la duración de la asignatura a cuatro meses pero la relación con el alumno es la de siempre. Van a salir mucho peor preparados”.
Marina advierte de otra peligrosa tendencia de la educación superior, como es la pérdida de categoría de los grados (antiguas licenciaturas y diplomaturas) frente a los másteres. “Se va a producir una secundarización de los grados. Lo que va a importar va a ser el máster, que hay que ver cómo se dan y lo que cuestan. Se bajará la formación de los grados apuntando a los másteres, que van a ser caros, por lo que mucha gente no los va a poder pagar. Eso es más grave que el aumento de las tasas. Si tienes un grado, no tienes nada”.   
Un mundo de creatividad (y cómo cada país aborda este tema)
La amplia experiencia de Marina le permite conocer en profundidad qué rol juega la creatividad en países muy diferentes, aunque, como recuerda, “no todos los países son creativos en todas las cosas”. El profesor utiliza el ejemplo de Estados Unidos como uno de los más claros en “creatividad científica, tecnológica y de algún tipo de arte”, pero también en la manera de captar talento. “Cada vez va asimilando más otros tipos de arte, porque se convierte en generador de tendencias. Están pendientes de dónde hay cosas interesantes y las traen. En España, si seguimos así, vamos a ser creativos en fútbol, porque estamos aplicando en fútbol lo mismo que hace Estados Unidos en otros ámbitos. ¿Dónde están los mejores talentos en física? Me los traigo. ¿Dónde están los mejores profesores? Me los traigo. Eso es lo que hacemos en España con el fútbol. Pero lo que pasa es que los Estados Unidos traen eso para fomentar su propia cantera, nosotros gastamos mucho dinero en jugadores pero no en técnicos, profesores o investigadores. Y luego no tenemos una tradición que premie a los mejores, a los que les ocurre buenas ideas. No hay grandes viveros de ideas”.
Barcelona y el País Vasco fomentan la creatividadA pesar de ello, Marina cree que hay zonas de España donde sí se fomenta más la creatividad. “¿Por qué el País Vasco está afrontando mejor la crisis? Porque premia la innovación tecnológica, con unas instituciones muy buenas. En San Sebastián se ha fundado el Instituto de Física del Estado Sólido que con poquísimo dinero se ha convertido en un punto de referencia en todo el mundo”. Otro lugar que Marina destaca es Barcelona, “una ciudad que ha protegido mucho la creatividad cultural, artística y editorial. Es una referencia”. Es lo que el autor califica en el libro como “el efecto Médici”, refiriéndose a la Florencia del Renacimiento: “La gente iba allí porque los pagaban, los ponían a competir, los valoraban…” Un equivalente moderno sería Silicon Valley, “un sitio perdido donde empieza a surgir una concentración de talento que funciona como imán para la gente, que acude allí para aprender y porque sabe que se le va a valorar”.
Los políticos y economistas también deben crear
Vivimos en un momento en el que este tipo de sinergias parecen encontrarse en peligro debido al conservadurismo que suele ocasionar toda situación de crisis, ya que “el miedo paraliza la creatividad”, aunque en opinión de Marina, “es precisamente ahora cuando hay que buscar nuevas soluciones”.  Por ejemplo, en el campo de la economía. “Lo de arriba cambia de manera acelerada, pero el marco dogmático no cambia. Parece que las soluciones sólo pueden venir del mercado, pero eso no soluciona por ejemplo la mala distribución de la riqueza”. Sin embargo, Marina reconoce que aunque “el sistema de mercado no tiene capacidad para resolver este problema”, ha hecho cosas bien. “Hay que mantener lo que ha funcionado pero ampliarlo, porque el mercado no resuelve todos los problemas. El movimiento de los indignados va por ahí, pero no tenemos la creatividad suficiente para dar respuesta a esto. Necesitamos creatividad económica”.
Los jóvenes con preocupaciones sociales van a una ONG, no a la política, porque esta es un desastreY, por supuesto, creatividad política. “Vivimos con formas políticas que dan muestras de agotamiento. Cuando el sistema se hizo en España había razones para ello, como no había tradición de partidos, estos tenían que ser muy fuertes. Ahora resulta que los partidos se han convertido en una rémora a la creatividad social, han creado una lógica partidista que aunque funcionase en un momento dado, ya no funciona. No se nos ha ocurrido mejor cosa que la democracia participativa, pero no puede haber una brecha entre los representantes y representados, que ya no se reconocen mutuamente”. ¿Qué nos espera en el futuro? “Algo habrá que cambiar, porque este desprecio y rechazo hacia la política es muy grave. El hecho de que ahora un joven con preocupaciones sociales se vaya a una ONG porque la política es un desastre hace que vayan a esta los que no tienen esa motivación”.

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