Expertos en conflictos
El objetivo de la mediación es que las parejas resuelvan sus conflictos sin ir a un juez
Los mediadores no "salvan" relaciones: padres contentos crían hijos en paz
Escuchan durísimos reproches familiares pero deben mantenerse la calma
Trabajan con familias rotas: parejas en crisis, padres e hijos enfrentados, familiares que hace años que no se entienden. Tienen que escuchar cosas durísimas, mantenerse en calma a pesar de los reproches, comentarios hirientes o incluso gritos desesperados que se lanzan sus clientes. Y lo más difícil: nunca deben opinar, juzgar ni tomar partido por uno de ellos. Son los mediadores familiares, una figura en auge que pretende evitar que el conflicto familiar acabe en manos de un juez.
Los mediadores, una profesión en alza. Vídeo: Informativos Telecinco.
El objetivo del mediador es conseguir que las partes implicadas lleguen a un acuerdo, sea cual sea el problema. Actúan ante separaciones, divorcios, disputas por los hijos o por el patrimonio familiar, pero nunca deben imponer su criterio, sino escuchar lo que quieren ambas partes: "En la mediación no nos ocupamos de si el matrimonio quiere seguir unido o no, eso son los procesos de terapia, nosotros no podemos meter a mover situaciones emocionales porque no estamos formados para contener luego esa situación. Nuestra tarea es que si percibimos que tienen una duda, que busquen la información necesaria para tomar la decisión que quieran tomar", explica Daniel Bustelo, mediador y presidente de AIEEF, la Asociación Interdisciplinaria Europea de Estudios de la Familia. "Lo más duro de la tarea del mediador es escuchar como sufre la gente", explica Bustelo. Y lo segundo es reprimir la tentación de querer cambiar las cosas: "Desde fuera se ve que son tan poquitas cosas las que podrían mover para seguir juntos, cuando ves que se quieren... pero para ellos eso es nacer de vuelta", añade.
Pero ser mediador les compensa. Especialmente cuando consiguen su objetivo, convertirse en transparentes y ver cómo la pareja es capaz de tomar de nuevo sus decisiones y cumplirlas, bien sea para seguir juntos o para separarse. Como explica Daniel Bustelo: "En la mediación no nos ocupamos de salvar porque no creemos que hay nada que salvar. Separarse no es algo condenable, no es un fracaso, es una elección para seguir viviendo mejor. Padres contentos crían hijos en paz". Lo que sí hace el mediador es preguntarle al que desea divorciarse si hay algo que el otro pudiera hacer para evitarlo. Si es así les ayudan a recorrer ese camino: "Nosotros les ayudamos a tomar decisiones informadas, no a que la gente cambie".
Para ser mediador basta con ser licenciado o diplomado, pero sí es fundamental recibir una formación específica en mediación. En Aieef dan cursos de formación para futuros mediadores. En este reportaje asistimos al examen final de uno de esos cursos en el que Beatriz, la futura mediadora, practica con una pareja de actores que se hace pasar por un matrimonio al borde de la ruptura. El mediador deberá ser flexible, aprender a escuchar sin juzgar, mostrar interés y confiar en el proceso y no angustiarse si las cosas no salen como deberían.
El pasado año se produjeron 106.166 rupturas en nuestro país y 98.359 divorcios. El trabajo del mediador es tratar de que la pareja resuelva sus problemas con el menor sufrimiento posible y sin necesidad de que intervenga un juez. En Aieef no sólo hace formación, también ejercen la mediación. Sus tarifas están ligadas a los ingresos de la familia, varían entre 10 y 90 euros la hora y media. Normalmente son necesarios entre 8 y 10 encuentros para resolver la situación. Tanto la pareja como el mediador firman un contrato de confidencialidad en el que se comprometen a que nada de lo hablado durante las sesiones sea comentado fuera.