Un Atila para la izquierda
José Antonio Zarzalejos
“Ha perdido la zurda”. Así, con esta expresión coloquial me refirió uno de los impulsores de la Red de Convergencia Social lo que supone esta organización para el PSOE: la pérdida de su flanco izquierdo, decepcionada “por la futilidad ideológica de Zapatero, su subordinación a políticas económicas neoliberales y a la confusión del progresismo con el izquierdismo”. Personas con conocida militancia izquierdista, tanto del mundo académico como de la cultura, se sienten “asfixiadas” por el convencionalismo ideológico del Partido Socialista y han ideado la creación de unas denominadas “mesas de convergencia” que serían baluartes de contrapoder social. Las inspiran personas como el economista Juan Torres, el sociólogo Armando Fernández Steinko y Carlos Martínez, presidente de Attac en España, la organización internacional que desde 1998 promueve el control democrático de los mercados y de sus instituciones conforme a un concepto que los partidos de izquierda (Obiosl en Cataluña, por ejemplo) comienzan a tantear seriamente: la altermundialización (un forma de globalización económica distinta a la actual).
Tras estas personalidades, un nutrido grupo de profesores de universidad, cooperantes, profesionales, sindicalistas, miembros de movimientos pro-derechos humanos, sectores escindidos del catolicismo oficial y publicistas -hasta más de tres mil- quieren también “recuperar la identidad de la izquierda” que no está ya en absoluto, eso es lo que creen, en el socialismo del PSOE. Con un silencio mediático casi sepulcral -¡qué tragedia la de los medios de comunicación en España!- este movimiento celebró su acto constitutivo el sábado 19 de febrero en el auditorio Marcelino Camacho de Madrid. Y aunque los protagonistas del evento no fueron políticos profesionales, allí estuvieron Cayo Lara y Gaspar Llamazares, además de militantes de IU -algunos también de Izquierda Socialista- con la aspiración, quizá, de que lo que se inicia como un movimiento popular termine por articularse como una opción electoral de izquierda que deprede al PSOE en las próximas generales.
Pueblo a pueblo, barrio a barrio
El discurso de esta Red de Convergencia Social, sin embargo, es de carácter popular y cívico. Sus impulsores quieren “mesas de convergencia pueblo a pueblo, barrio a barrio” para actuar críticamente contra “la banca y las grandes empresas que roban y matan y que destrozan el empleo y el bienestar de las personas”, según palabras de Juan Torres. IU, a través de Cayo Lara, se ha aproximado notoriamente a este impulso izquierdista que quiere “un mínimo común denominador” para crear “sinergias” en la izquierda y recuperar el terreno que con la crisis económica y las soluciones que se le están dado, ha perdido. Como declaró Lara el pasado martes, “algo muy serio está moviéndose en la izquierda frente a las políticas neoliberales del Gobierno apoyadas directa o indirectamente por el PP”.
Zapatero, un hombre que llegó a la Moncloa sin biografía ni política ni profesional, ha creado un pequeño universo progresista dotado de un lenguaje peculiar movilizado por decisiones inspiradas en las emotividades de sectores sociales minoritarios, apoyado en movimientos como el feminismo, creando así un trampantojo izquierdista que ha arruinado al partido que dirige
En realidad, ¿qué está ocurriendo? Algo muy evidente que en el PSOE casi nadie ha querido reconocer: que Rodríguez Zapatero, un hombre que llegó a la Moncloa sin biografía ni política ni profesional, ha creado un pequeño universo progresista dotado de un lenguaje peculiar -“talante”, “diálogo”, “ansias infinitas de paz”- movilizado por decisiones inspiradas en las emotividades de sectores sociales minoritarios (la memoria histórica, por ejemplo), apoyado en movimientos como el feminismo -y la consiguiente ideología de género- creando así un trampantojo izquierdista que ha arruinado al partido que dirige. El socialismo no es sinónimo de progresismo, y a la inversa. Zapatero ha demediado la izquierda porque, en la época de bonanza, tuvo que crear un relato de sí mismo –ahí intervine la historia de su abuelo fusilado en la Guerra Civil como legitimación de su condición de “vencido” por el franquismo- y con ello nutrir a una organización al que el felipismo de los años noventa había dejado exhausta. Mientras hubo dinero en las arcas públicas, el invento progresista –sólo aparentemente izquierdista- pareció funcionar. Cuando las cañas se tornaron lanzas y sobrevino la crisis económica, el presidente del Gobierno ha venido a demostrar su desnudez doctrinal e ideológica y su ignorancia sobre la significación de la izquierda en Europa Occidental. Todo le ha fallado al secretario general del PSOE. Para que nada deje de fallarle hasta lo ha hecho con estrépito la llamada Alianza de Civilizaciones, un eufemismo para introducir la política exterior española en el buenismo inane que ha servido sólo para sostener a los autócratas que ahora están siendo expulsados y cuestionados en sangrientas revueltas populares.
Los destrozos perpetrados por Zapatero responden en buena medida a la inconsistencia de su contextura intelectual, a su desconocimiento del contenido conceptual y político de la militancia socialista y a la omisión de la responsabilidad política que corresponde también a una izquierda con vocación de poder institucional. La consecuencia es que no sólo se ha desgarrado la convivencia en decenas de asuntos que afectan a la ética colectiva, sino que también ha llevado al quebranto y a la confusión a la propia izquierdaque muestra con movimientos como el de la Red de Convergencia Social su faz más radical y desesperada. En el seno del socialismo peligra, además, el engaste político entre el PSOE y el PSC, parte de cuyos dirigentes están reclamando grupo parlamentario propio y mayor margen de autonomía de decisión en estrategias tanto en el ámbito catalán como general.
Zapatero como Atila
Tampoco Izquierda Unida -lastrada, es verdad, como UPyD, por una ley electoral que le penaliza- ha sabido extraer de la inconsecuencia de Zapatero réditos para su oferta política, ni ha sabido optimizar su margen de maniobra como se ha demostrado con su pobrísima ascendencia sobre las Centrales Sindicales a las que el presidente del Gobierno ha sumido en la peor crisis desde 1978. Luego, ahí está también el abandono de sus técnicos económicos (Solbes, Vergara, Sevilla) y el distanciamiento de actores, escritores y cineastas, muy cercanos a ICV como pudo observarse en las elecciones catalanas del pasado 28 de Noviembre. Ahora son las bases sociales de la izquierda no alineada y dispersa las que quieran reunirse en formas asamblearias y recuperar el discurso de la izquierda que en España ha quedado maltrecho tras la época de Zapatero. “Se ha comportado como un Atila ideológico para la izquierda agostando toda idea solvente por donde ha ido pasando”, sentencia uno de los impulsores de la Red de Convergencia Social. ¿Logrará Cayo Lara ganarlos para la causa de IU? “Mucho habría de cambiar IU para que las mesas de convergencia apuesten por esas siglas, pero nada es imposible si el agua sigue subiendo y nos llega a los labios y nos deja sin voz. Entonces, vamos a por todas”. Así se pronuncia uno de los varios izquierdistas convencidos de que, siéndolo hasta ahora en la intimidad docente, ante el “desastre Zapatero” hay que salir del armario académico para dar la batalla. Y si eso proclama la izquierda callejera, que ha correteado en España sin collar partidista, ¿qué no pueden decir los ciudadanos que resignadamente han soportado su mal gobierno más allá y más acá de ideologías y militancias? El presidente parece que lo intuye porque, de lo contrario, aunque el tiro le salió por la culata, no hubiese planteado un pleno como el del jueves sobre sus “políticas sociales”. Fue un completo fracaso, una ridícula manera de autoreivindicarse que a nadie convenció.