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CIU ARRASA EN UNOS COMICIOS CON MÁS PARTICIPACIÓN DE LA ESPERADA Y GOBERNARÁ EN SOLITARIO

El batacazo histórico del PSC presagia el fin de Zapatero y la vuelta al poder del PP.

El batacazo histórico del PSC presagia el fin de Zapatero y la vuelta al poder del PP

Montilla y Corbacho, anoche en la sede del PSC (Reuters) @José L. Lobo.-

El anunciado e histórico batacazo electoral del PSC, que cosechó ayer su peor resultado desde la reinstauración de la democracia, dibuja un lóbrego horizonte para el PSOE en las próximas citas con las urnas -municipales y autonómicas la próxima primavera y generales en 2012- y presagia el fin de José Luis Rodríguez Zapatero como líder socialista. Los catalanes castigaron anoche severamente al tripartito de José Montilla -que vio cómo buena parte de su electorado tradicional le dabe la espalda-, pero señalaron también al presidente del Gobierno la puerta de salida de La Moncloa.

Zapatero, hundido en los sondeos, ha arrastrado en su imparable caída a Montilla, que ayer mismo, tras ser barrido por un Artur Mas que roza la mayoría absoluta -se quedó a seis escaños de lograrla- y podrá gobernar en solitario, anunció que dejará el liderazgo del PSC en el próximo congreso del partido. Y mientras, Mariano Rajoy, catapultado por los buenos resultados de su candidata en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, se frota las manos ante el escenario de una victoria en las legislativas de 2012 que el PP ya da por descontada.

Zapatero y Montilla comparten la responsabilidad de la abultada derrota. El ahora presidente de la Generalitat en funciones ha sufrido en sus carnes el voto de castigo a Zapatero de una ciudadanía maltratada por la crisis, pero también ha cometido demasiados errores de cálculo. El primero, empecinarse en agotar la legislatura y rechazar el adelanto electoral, como le recomendaron desde Madrid para tratar de minimizar los daños; el último, creer que una alta participación le permitiría, al menos, salvar la cara: la afluencia a las urnas en la jornada de ayer (casi del 60%) fue sensiblemente superior a la esperada, pero quien se movilizó en masa no fue el desencantado electorado socialista, sino el de centro-derecha.

De activo a lastre

A diferencia de Rajoy, el presidente del Gobierno ha tenido una escasa presencia en la precampaña y la campaña electoral catalana. Y es más que probable que losbarones socialistas, muchos de los cuales se juegan su futuro en las elecciones autonómicas del próximo 22 de mayo, marquen distancias con el cada vez más cuestionado líder -algunos, como el extremeño Guillermo Fernández Vara o el castellanomanchego José María Barreda, ya lo han hecho- para evitar que la marca Zapatero, hasta hace no tanto el mayor activo del partido, lastre sus posibilidades de victoria.

Prácticamente agotado el efecto Rubalcaba y sofocada la pirotecnia de la última crisis de Gobierno, mucho tendrían que cambiar las cosas, sobre todo en el ámbito económico, para que, tras el vapuleo sufrido ayer en Cataluña, Zapatero logre remontar el vuelo. Salvo que ocurra un milagro en forma de eclosión de brotes verdes, volatilización de ETA o nuevo sarpullido de casos de corrupción en el PP -y tal vez ni por ésas-, la humillante derrota de anoche parece anticipar un seguro cataclismo socialista en los comicios de mayo.

Rajoy, fiel a su estilo, tratará de rebajar la euforia. Y motivos tiene para alimentar algo más que el simple optimismo: su partido, con 18 escaños, ha roto su techo en Cataluña y se convierte en la tercera fuerza política de una comunidad autónoma que siempre se le había mostrado esquiva; su firme rechazo al Estatut -recurso ante el Tribunal Constitucional incluido- no le ha pasado factura, como muchos temían en Génova; su estrategia de ponerse de perfil y dejar que Zapatero se cueza en el caldo de sus propios errores, aunque cuestionada por muchos, da buenos dividendos; y el miedo a la derecha que Montilla y sus socios del tripartito volvieron a agitar en la campaña esta vez no ha surtido efecto.

Gobierno en solitario

Enterrado el fallido experimento del tripartito -tres años bajo la batuta de Pasqual Maragall y cuatro más con Montilla-, CiU vuelve a recuperar una hegemonía que, en realidad, nunca había perdido, y que sólo le fue arrebatada de forma artificial por el PSC, ERC -la otra gran perdedora de anoche- e IC-V. Mas, con sus 62 escaños, ha obtenido una mayoría lo suficientemente holgada como para arrinconar los pactos de legislatura a derecha e izquierda del arco parlamentario y, por supuesto, las coaliciones de gobierno.

El abanico de posibilidades que se abre ante el futuro presidente de la Generalitat es inmenso: las medidas de impulso económico podrá sacarlas adelante con el respaldo del PP; las de carácter identitario, con ERC o el partido del ex presidente del Barça Joan Laporta, que irrumpe con fuerza en el Parlament; unas y otras con el PSC del heredero -o heredera- de Montilla; y los Presupuestos del próximo ejercicio con cualquiera de los anteriores, tal vez con Ciutadans -que conserva sus tres escaños- o incluso con la IC-V de Joan Herrera, la única formación del tripartito que logra salvar algunos muebles.

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