La marca 'España' se contagia del enigmático estado de salud del Rey
El Rey retomó la pasada semana su agenda internacional con una visita a Oporto en la que "animó a aprovechar la confianza y el conocimiento mutuo que caracterizan las relaciones entre España y Portugal, para afrontar juntos los desafíos y aprovechar al máximo las oportunidades en la Unión Europea". Un mensaje dirigido a los principales patronos de las pymes españolas y portuguesas que el empresariado español ha vuelto a acoger con agradecimiento, si bien que no ha logrado acallar los rumores y temores del mundo empresarial acerca del verdadero estado de salud del monarca.
Y no sólo porque el Rey volviera a evidenciar en el aeropuerto luso cierta falta de habilidad y equilibrio cada vez más habitual en él, o en la inauguración de la terminal T3 del aeropuerto de Málaga, o como en 2008 en el Círculo de Economía en el Palacio de Congresos de Barcelona, sino por su reducida agenda oficial que apenas ha incluido esta semana el desfile de de ayer de las fuerzas armadas con motivo de la Fiesta Nacional y la reunión anual del Patronato del Instituto Cervantes. Un ritmo más suave de lo esperado después de que la Zarzuela jurara y perjurara que la intervención quirúrgica a la que se sometió el pasado mes de mayo "no le iba a impedir el ejercicio normal de sus funciones", y mucho menos, después de conocerse que el pasado día 30 un nuevo comunicado celebraba la "total recuperación" del monarca.
Así pues, el veredicto médico y la aparente debilidad chocan de frente. Un conflicto al que tampoco han ayudado las escuetas y parcas notas de prensa emitidas en los últimos tiempos por Zarzuela y el propio Avelino Barros, jefe del servicio médico de la casa del rey, así como la ausencia del monarca en actos como el homenaje a los guardias civiles José María Galera y Abraham Leoncio Bravo y el traductor Ataollah Taefik, asesinados en la base española de Qala-i-Naw, en Afganistán, o la boda real griega entre Tatiana Blatnik y Nicolás de Grecia, sobrino de la Reina Sofía.
De ahí que el rumor acerca del nerviosismo de la clase empresarial por la debilidad del rey Juan Carlos no haga más que crecer.