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Operación Carioca

El tráfico de mujeres es uno de los negocios ilegales más prósperos en todo el mundo. En España, también. Miles de mujeres llegan cada año a nuestro país traídas por las mafias de la prostitución, que las retienen en condiciones de semiesclavitud. Los proxenetas ganan mucho dinero a su costa y, en ocasiones. Estas mafias alcanzan, como otras muchas, partes vitales del Estado: fuerzas de seguridad, políticos… La operación Carioca, puesta en marcha por la Guardia Civil en los últimos meses, es un buen ejemplo de ello, como vamos a ver ahora.

La operación Carioca comenzó en el año 2008, hace casi dos años, y es una de las operaciones más ambiciosas llevadas a cabo jamás contra las redes de la prostitución. Se llamó así porque los locales de alterne investigados, todos ellos en la provincia de Lugo, contaban, sobre todo, con mujeres de nacionalidad brasileña. La operación fue puesta en marcha por la Unidad de Asuntos Internos de la Guardia Civil, el departamento anticorrupción del Instituto Armado…

Aunque sea de asuntos internos no es que haya guardias civiles, es que el objetivo principal, del que nace toda la operación, es un cabo primero de la Unidad de Policía Judicial de la Comandancia ce Lugo: Armando Lorenzo Torre, uno de los responsables del Equipo de Delitos contra las Personas, precisamente el que se encarga, entre otras cosas, de perseguir los delitos relacionados con la prostitución y las redes de tráfico de personas…

Hasta la Unidad de Asuntos Internos de la Guardia Civil llegaban desde hace mucho tiempo –las primeras confidencias datan de 2001– informaciones sobre el cabo Lorenzo, un tipo bastante popular en Lugo, amigo de la prensa local y conocido, muy conocido, en los ambientes de la prostitución, que él decía que frecuentaba para captar información… La realidad es, según la investigación de la operación Carioca, que el cabo primero Lorenzo iba por los locales de alterne diciendo que era jefe de extranjería –cuando la Guardia Civil no tiene competencias en esta materia–. Atribuyéndose este cargo, lograba todo tipo de favores de las prostitutas brasileñas que trabajaban en los clubes y que en la mayoría de los casos estaban en situación ilegal. Es decir, tenía barra libre de alcohol y mujeres…

La Unidad de Asuntos Internos de la Guardia Civil y la jueza de instrucción de Lugo Pilar de Lara Cifuentes, la encargada del caso, comenzaron a tirar del hilo a partir del cabo primero, pero la madeja que han ido encontrando es gigantesca y aún no ha terminado de desenredarse.

En primer lugar, el cabo Lorenzo, que dejó la Guardia Civil un mes antes de ser detenido por sus compañeros y encarcelado por orden de la jueza, tenía estrechas relaciones con los propietarios de cinco locales de alterne de la provincia de Lugo, que hoy están clausurados: el Show Pub Club Eros, Queens, La Colina, Volvoreta y Eclipse. Los dueños de estos clubs no sólo contaban con la protección del cabo Lorenzo, que a cambio podía disfrutar gratis de los servicios del local, sino que también tenían más cómplices en la Guardia Civil, la policía local de Lugo, la policía nacional y hasta contaban con algún amigo político…

Vamos por partes. Por lo que vemos, estos proxenetas hacían bueno el dicho de que quien tiene un amigo tiene un tesoro… Y si es policía o guardia civil, mucho más… En el marco de la operación Carioca fue detenido un agente destinado en la comisaría del aeropuerto de Barajas. Al parecer, este policía era con el que la organización contaba para que las mujeres que trabajaban en los locales entrasen en España sin problemas. El sargento de la policía local de José Ramón Vázquez Río tenía una estrecha relación con José Manuel García Adán, el propietario de dos de los locales investigados. Según la investigación, le ayudaba en todos los trámites administrativos referentes a permisos municipales, empadronamientos de las mujeres que trabajaban para él y hasta le quitaba multas de tráfico… Además, muchos testimonios cuentan que en todos los locales investigados era frecuente la presencia allí de policías y que los dueños de los clubes presumían de que en sus negocios los policías no pagaban nunca para asegurarse así la protección frente a redadas o a cualquier otra incidencia. La jueza también ha imputado en la causa a superiores del cabo Armando Lorenzo, al menos un brigada y un capitán, y hasta al exsubdelegado del Gobierno en Lugo, Jesús Otero.

Tanto Jesús Otero como algunos superiores del cabo primero Armando Lorenzo están acusados del delito de omisión del deber de perseguir delitos, es decir, por hacer la vista gorda. Según ha quedado demostrado en la investigación, varios colectivos dedicados a la protección de mujeres en Lugo denunciaron los abusos del cabo al subdelegado y a la propia Guardia Civil… Todas las denuncias y las quejas se quedaron paralizadas y hasta desaparecieron. Nadie hizo nada, hasta que Asuntos Internos y la jueza se pusieron manos a la obra.

¿Qué interés tenía el subdelegado en proteger a este guardia civil? ¿Es que acaso también era de los cliente de los locales?. Eso no ha quedado acreditado, pero sí ha quedado demostrado cómo intentó interceder por alguna de las prostitutas que trabajaba allí para que no fuera expulsada del país. Eso le ha costado la acusación de tráfico de influencias…

La Guardia Civil grabó una conversación en mayo del pasado año entre el que entonces ya era ex subdelegado y uno de los policías de la Brigada de Extranjería. Jesús Otero había presentado su dimisión un par de meses antes porque se había visto salpicado por un escándalo relacionado con el sobreseimiento ilegal de multas de tráfico. Aún así, pese a no estar en el cargo, llamó a uno de los agentes que habían estado a su cargo y se interesó por si una prostituta llamada Nidia estaba detenida e iba a ser expulsada del país. Su interlocutor le confirmó que había sido arrestada y que, efectivamente, sobre ella pesaba una orden de expulsión de España. Otero entonces le pidió que retrasase la expulsión porque la mujer se iba a casar con un concejal de Monterroso, un pueblo de Lugo gobernado por el PSOE, el mismo partido al que pertenece Otero. Se ve que para entonces, había perdido influencia, porque el policía no se quiso mojar y la prostituta fue finalmente expulsada.

Como hemos dicho aquí más de una vez, el dinero lo corrompe todo y los dueños de estos clubes obtenían mucho dinero gracias a las mujeres que trabajaban en los locales. En los cinco clubes había una media de veinte chicas que trabajaban seis días a las semana, doce horas al día –de seis de la tarde a seis de la mañana– y que debían pagar una parte importante del dinero que ganaban a los proxenetas. Por ejemplo, en uno de los locales las chicas cobraban 43 euros por media hora de sexo. De su primer servicio le debían pagar 25 euros al dueño del club –más de la mitad–. El porcentaje bajaba con el segundo, el tercer y el cuarto servicio…

Los proxenetas ejercían un control muy férreo sobre las mujeres, que sólo quedan libres cuando saldan la deuda que han contraído por el mero hecho de llegar a España para trabajar como esclavas sexuales. La Guardia Civil ha encontrado en algunos de los locales anotaciones que dan una perfecta idea del régimen de vida que llevaban las prostitutas. Por ejemplo, se llevaba la cuenta de los días que las mujeres faltaban a su puesto por tener la menstruación. Sólo se les permitía faltar tres días por este motivo y, en el caso de que se ausentasen un día más, se les multaba con 60 euros diarios. Algunas de las que lograron abandonar la red son las que se han convertido en testigos protegidos y han contado a la Unidad de Asuntos Internos de la Guardia Civil los horrores que se esconden detrás de estos negocios anunciados con luminosos de neón en las carreteras…

Sí, porque muchas veces se olvida que dentro de esos locales lo que hay son historias terribles de mujeres…verdaderamente terribles. Algunos de los agentes que han conocido las historias que había en estos clubes de Lugo nos han contado que están verdaderamente impresionados y no son gente que, precisamente, se impresione con facilidad… Por ejemplo, nos hablaban de una mujer que vino a España a prostituirse para tratar de dar una vida mejor a su hijo paralítico cerebral; o de otra, hija y hermana de prostitutas, que en un principio pudo librarse de la sórdida tradición familiar, hasta que se vio abandonada por su marido, con dos hijos pequeños, y cruzó el Atlántico para acabar como el resto de su familia; también nos hablaron de una chica, policía en su país, que tuvo que dejar el cuerpo por el altísimo grado de corrupción que había allí, con el que no estaba dispuesta a colaborar; nos contaron la historia de una prostituta, convertida en la mujer de uno de los proxenetas, a la que su pareja le arrancó de entre los brazos a su hijo recién nacido, a la que maltrataba y violaba sistemáticamente…

En uno de esos locales había alguna mujer que se ha hecho famosa como novia de Kiko Rivera o Paquirrín, o como quiera llamarse el hijo de Isabel Pantoja. Al parecer, Marcia, una mujer con la que se vio a Kiko el verano pasado, dedicada hoy al cine porno, estuvo trabajando en Queens, uno de los locales de la organización. La Guardia Civil grabó una llamada en la que el dueño del club y el sargento de la policía local de echan unas risas a costa de Marcia, a la que han visto en la tele. “Si nosotros contáramos”, dice uno de ellos. Pues ya pueden contar, porque los dos están en prisión, acusados de un montón de delitos…

Hay más de treinta acusados de una larguísima lista de delitos: prostitución, contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, contra los derechos de los trabajadores, tráfico de influencias, omisión en el deber de perseguir el delito, tráfico de drogas, cohecho, asociación ilícita, tenencia ilícita de armas, falsedad en documentos, aborto…

Un médico fue detenido, encarcelado y puesto en libertad bajo fianza de 30.000 euros durante la operación. Una prostituta boliviana de 23 declaró que se quedó embarazada de un empresario de excavaciones con el que mantenía relaciones habitualmente, llamado Ricardo Lago. El empresario y el dueño del club en el que trabajaba la mujer, que eran amigos, la obligaron a abortar y la llevaron hasta una de las clínicas del médico detenido, donde le practicaron una intervención sin las mínimas garantías a cambio de 600 euros. Y todo ello pese a que la chica dejó bien claro que quería tener a su hijo. En la investigación hay varios testimonios que cuentan cómo las mujeres abortaban siempre que se quedaban embarazadas, quisiesen o no. Incluso hay un relato tremendo sobre una chica a la que colgaron de un balcón amenazándola con tirarla si no abortaba…

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