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El Gobierno se crece y endurece la reforma tras romper con los sindicatos

María Teresa Fernández de la Vega y Celestino Corbacho tras aprobar el el decreto de reforma laboral (Efe).

@C.Sánchez/A.Mendoza.- 17/06/2010 (06:00h)

La ruptura de Moncloa con los sindicatos tiene una primera consecuencia. El Gobierno se sintió ayer libre de cargas para endurecer más la reforma laboral. Traspasando algunas de las ‘líneas rojas’ que hasta ahora habían puesto los sindicatos. En particular en tres frentes: la generalización del despido barato que incorpora 33 días de indemnización (frente a los 45 del contrato fijo ordinario ), la posibilidad de que las empresas de trabajo temporal puedan contratar para las administraciones públicas (hasta ahora lo tenían prohibido) y, en tercer lugar, un texto más matizado para que las empresas puedan despedir con mayores facilidades por causas objetivas (principalmente económicas). Es decir, sin tener que acudir al despido disciplinario de 45 días para no tener que presentar las cuentas ante los trabajadores.

El texto no rompe con la filosofia anterior, pero en palabras de un prestigioso experto laboral curtido en muchas negociaciones, lo que está claro es que el Gobierno parece dispuesto a ir más allá. Y en este sentido apunta la importancia de la exposición de motivos que inspira la reforma laboral, y que con toda probabilidad se publicará hoy en e Boletín Oficial del Estado (BOE), lo que supone que entrará en vigor mañana viernes.

Esta exposición de motivos es importante debido a que en la práctica son los jueces los que van a interpretar la reforma, y de ahí que el Gobierno quiera dejar claro cuál es la intención del legislador. Si el Ejecutivo no cierra bien las vías de agua como ha sucedido en anteriores reformas, es muy probable que la reforma se quede al final en papel mojado, como ha sucesido con otras modificaciones. Sobre todo teniendo en cuenta dos factores. El derecho del trabajo es de carácter tuitivo, lo que signfica que entre sus funciones está la de proteger a la parte débil de una relación contractual,en este caso el trabjador. Y, por otro, los comités de empresa y las organizaciones sindicales -que están contra la reforma- tienen mucha capacidad de presión ante las magistraturas de trabajo.

La intensidad de la reforma, sin embargo, no significa que se vaya a crear empleo de forma rápida y abundante. Al menos este es el consenso al que llegaron ayer más de una veintena de empresarios que casualmente estaban reunidos en un despacho de abogados. Hubo coincidencia en que la creación de puestos de trabajo depende fundamentalmente del crecimiento económico. Pero dicho esto, también hay acuerdo en ese foro en que las cosas hubieran sido distintas si esta reforma se hubiera aprobado hace tres o cuatro años.

Las novedades que incorpora el nuevo texto son las siguientes. Respecto del contrato de fomento del empleo fijo (el que incorpora una indemnización 33 días), el Gobierno ha decidió finalmente abrir la mano a prácticamente todos los colectivos. Hasta el punto de que los empresarios podrán celebrar contratos de este tipo también con trabajadores con edades comprendidas entre 31 y 44 años que anteriormente hubieran tenido un contrato indefinido.

Las ETTs llegan a las administraciones públicas

El último documento abría ya la mano a la firma de este tipo de contrato a nuevos colectivos. Y en particular a los parados que estuvieran en alguna de estas circunstancias: jóvenes entre 16 y 30 años, mujeres en ocupaciones con menor empleo femenino, mayores de 45 años, parados inscritos en la oficinas del Inem durante tres meses, personas con discapacidad o trabajadores que lleven más de dos años con contratos temporal y ahora estuvieran en desempleo. Igualmente, trabajadores que estuvieran empleados en la misma empresa mediante un contrato de duración determinada.

Es decir, que el Gobierno abre la mano a este contrato con despido más barato a todos los colectivos, aunque sin decirlo. El contrato indefinido de 45 días –el ordinario- se convierte así prácticamente en residual, si bien hay que aclarar que los derechos de los trabajadores con este contrato no se toca. Aunque con un matiz importante. El ministro Corbacho ha anunciado que los empresarios que despidan a trabajadores fijos con contrato de 45 días también podrán acogerse a una rebaja de la indemnización de ocho días. Esto significa que las empresas pagarán 37 días y el Fondo de Garantía Salarial (que se financia con cuotas empresariales) los ocho días restantes.

Otra novedad se refiere al papel de las empresas de trabajo temporal. La nueva regulación permitirá a las ETTs contratar con las administraciones públicas, una vieja reivindicación empresarial que ahora toma forma, y que supone traspasar una de las líneas rojas que habían marcado los sindicatos en la negociación. Hay que tener en cuenta que el nivel de temporalidad en el sector público es hoy incluso mayor que en el privado, por lo que difícilmente se va a romper esta tendencia con la nueva regulación.

El siguiente cambio se refiere al llamado modelo austriaco, que supone crear un fondo de capitalización para que un trabajador pueda llevarse la indemnización que le corresponde de una empresa a otra sin perder derechos. El Gobierno ha decidido sacar este asunto de la reforma y en su lugar se compromete a tramitar el modelo austríaco como proyecto de ley en el plazo de un año. Sin duda que las restricciones presupuestarias han pesado en esta decisión, ya que el Fondo se debería nutrir con fondos empresariales que ahora tendrán que destinarse al Fogasa, que es ahora quien juega un papel esencial en caso de despido en todas las empresas, y no sólo en las pequeñas y medianas.

Rajoy lamenta que no servirá para crear empleo

En el plano político, la incertidumbre continúa presidiendo la acción del Gobierno. Zapatero viajó ayer a Bruselas sin saber cómo ni con quién aprobará la reforma. Sólo Mariano Rajoy valoró públicamente el decreto tachándolo de “confuso”. “El proyecto de la reforma laboral se supone que debe servir para crear empleo y no tengo claro que sirva”, afirmó. El resto de formaciones políticas se encerraron a estudiar el documento, y lo más probable es que guarden sus cartas hasta el día de la votación, a la espera de arrancar al Ejecutivo nuevos compromisos para remendar el texto.

La geometría variable para conformar mayorías se ha convertido en una ruleta rusa para el Grupo Socialista, por lo que Zapatero volverá a jugarse la legislatura en el Parlamento durante los próximos meses. Sin posibilidad de tregua, el Gobierno debe afrontar en el Congreso la reforma laboral, el sistema de pensiones, el techo de gasto, la economía sostenible y, sobre todo, los Presupuestos Generales del Estado.

Mientras, los socialistas buscan el modo de detener la hemorragia electoral. Siguiendo los consejos del lingüista George Lakoff, que ayer estuvo en Madrid invitado por la Fundación Ideas, el Ejecutivo trata de proyectar una imagen de coherencia, aglutinando todas las medidas anticrisis con un mismo hilo argumental. Así, Corbacho recordó ayer que la reforma laboral era un compromiso que Zapatero adquirió en diciembre de 2009, y no una reciente imposición de los mercados o, simplemente, otra improvisación.

Pero la precipitada reelaboración del decreto, tras el rechazo general al primer texto presentado, ha contribuido a reforzar la idea de que el Ejecutivo no tiene un rumbo fijo. Y la confusa explicación que ofreció a los periodistas el titular de Trabajo tampoco ayudó a mejorar dicha percepción. El siguiente paso en busca de la cohesión fue el cierre de filas en el PSOE.

Corbacho, Leire Pajín, Gaspar Zarrías y el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, se reunieron en Ferraz con los consejeros de Economía, secretarios de Empleo y portavoces parlamentarios autonómicos del partido para unificar el mensaje. El medio centenar de cargos públicos y orgánicos no se movió un ápice de la doctrina oficial: “La reforma laboral que hoy ha aprobado el Gobierno es la que España necesita”, aseguraron a través de un comunicado. Pero la batalla por sacar adelante el decreto no ha hecho sino empezar.

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