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LOS MISMOS SOCIALISTAS QUE AHORA DEFIENDEN AL MAGISTRADO DECÍAN QUE "NO ES TRIGO LIMPIO"

Chaves en 2003: "Garzón es una mala persona; lo era antes y lo es ahora".

Chaves en 2003: "Garzón es una mala persona; lo era antes y lo es ahora"

El vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, a su llegada al hemiciclo en el Congreso (Efe).

@José L. Lobo / Alberto Mendoza.- 1

"Baltasar Garzón es una mala persona; lo era antes y lo es ahora. Es un gran simulador". Imposible decirlo más claro: así definía en 2003 al magistrado de la Audiencia Nacional el actual vicepresidente tercero del Gobierno y presidente del PSOE, Manuel Chaves, que añadía, sin pelos en la lengua, que el juez estrella no es "trigo limpio".

El veterano político andaluz hizo esa confesión a la periodista María Antonia Iglesias, que recogió sus reflexiones y las de los principales dirigentes socialistas del felipismo, casi todas extremadamente críticas con el juez, en el libro La memoria recuperada. Ahora, siete años después, la plana mayor del PSOE, empezando por el propio Chaves, ha salido en tromba en defensa de Garzón contra la decisión del Tribunal Supremo de sentarle en el banquillo por su instrucción de los crímenes franquistas, lo que supondría su inhabilitación: "Espero que esto no signifique su final como juez", dijo el ex presidente andaluz el pasado jueves.

El libro de Iglesias hace un exhaustivo repaso de las luces y sombras de la etapa socialista presidida por Felipe González a través de los testimonios personales de sus principales protagonistas, desde Alfonso Guerra a Carlos Solchaga, pasando por José Barrionuevo, Txiki Benegas, Narcís Serra o Alfredo Pérez Rubalcaba. Y muchos de ellos reflexionan en sus páginas, casi siempre de forma áspera e implacable, acerca de lo que Iglesias define como "la venganza de Garzón".

El magistrado, tras presentarse a las elecciones generales de 1993 como número dos por Madrid en la candidatura del PSOE -tras el propio González-, se sintió despechado al no lograr un asiento en el Consejo de Ministros, abandonó abruptamente la política, volvió a la Audiencia Nacional y descargó toda la furia procesal del caso Gal sobre su antiguo mentor.

Un premio de consolación

Garzón fue el fichaje estrella con el que González se presentó a sus últimas elecciones generales como cabeza de lista del PSOE. El líder socialista quería candidatos independientes de relumbrón para trasladar la imagen de que el partido se abría a la sociedad, y pidió a José Bono que le presentara a un Garzón ya por entonces en la cresta de la ola. El juez se dejó seducir por González y aceptó su oferta, pero tras la victoria electoral recibió un premio de consolación que no colmaba, ni de lejos, su desmedida ambición -delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, dependiente del Ministerio del Interior-, mientras Juan Alberto Belloch le arrebataba el puesto que más codiciaba: ministro de ese departamento.

"El nombramiento de Belloch cabreó mucho a Garzón. Lo primero que hizo Belloch fue despedir a Garzón con bastantes malos modos. Entonces, el juez organizó una rueda de prensa en el Congreso y dijo: 'Éstos se van a enterar'. ¡Y nos enteramos!", recuerda Barrionuevo, uno de los condenados en el caso Gal. "Fue una equivocación profundísima meter a Garzón en las listas", añade quien fuera ministro del Interior.

"Garzón es un hombre al que le gusta tanto el foco, que, si hubiera sido ministro... La gran pelea surge cuando nombran a Belloch y largan a Garzón. Son errores que se cometen: no puedes fichar a una persona, generar una expectativa y después darle una patada en el culo", sostiene Chaves, que añade: "Yo considero que Garzón es una mala persona; lo era antes y lo es ahora. Es un gran simulador y un individuo muy inteligente: tiene que serlo para hacer lo que ha hecho... y lo que sigue haciendo".

"Lo que nunca se me pasó por la cabeza es que Garzón pudiera volver a sus labores de juez penal. Nunca pensé que quisiera volver a un destino judicial que, antes o después, iba a ver casos relacionados con el Ministerio del Interior", afirma Belloch, actual alcalde de Zaragoza. "Cuando volvió a la Audiencia Nacional y reabrió el sumario de los Gal, sí pensábamos todos que podía estar movido por la venganza. (...) Lo que es obvio es que Garzón no aguanta seis meses sin estar en los medios de comunicación".

"Indignación y repugnancia"

El radical cambio de opinión en torno al juez de la Audiencia Nacional ha sido escenificado en la última semana por varios dirigentes del PSOE. El ministro de Fomento y vicesecretario general socialista, José Blanco, manifestó que nadie entendería que se siente en el banquillo a alguien que "tanto ha hecho por la libertad y contra el terrorismo", y expresó su preocupación por que la Falange "pueda volver a salirse con la suya". Más contundente si cabe se mostró la número tres del PSOE, Leire Pajín, quien aseguró que le produce "indignación y repugnancia" que Garzón sea cuestionado por aquellos que, hace unos años, respaldaban su candidatura al Premio Nobel porque "estaba investigando al adversario", en referencia al aparato del PP.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega también ha defendido en reiteradas ocasiones la presunción de inocencia del magistrado, y ha reconocido que le "apenaría" la expulsión de Garzón de la judicatura. No obstante, en un plano más institucional, la número dos del Gobierno ha insistido en la necesidad de dejar trabajar al Tribunal Supremo sin injerencias del Ejecutivo. Pero fue el propio José Luis Rodríguez Zapatero quien rompió esta regla en marzo, al afirmar: "Al igual que muchos españoles, sabemos de la valentía que el juez Baltasar Garzón ha tenido durante muchos años en la lucha contra la peor lacra de nuestro país, contra el terrorismo de ETA. Esta trayectoria está siempre presente en la inmensa mayoría de los españoles y en el Gobierno de España".

Más recientemente, el vicepresidente tercero, Chaves, ha expresado su respaldo al juez estrella aprovechando una entrevista en TVE. "No es entendible que un juez, por querer investigar los crímenes de una dictadura, se vea en la situación que se ve", señaló. Y es que, pese a la animadversión que había manifestado en años anteriores contra la figura del magistrado, el ex presidente andaluz ha acabado por unirse a la campaña a favor de Garzón: "Espero que esto no signifique su final como juez".

Asimismo, los socialistas madrileños y catalanes se han sumado a esa defensa incondicional. Ayer, el PSC aseguró que el magistrado está siendo "perseguido de manera ignominiosa por la derecha política y mediática". Y Jaume Collboni, director de campaña del president José Montilla, informó de que el PSC estará presente en las manifestaciones de apoyo al juez imputado. Por su parte, el líder del PSOE madrileño, Tomás Gómez, insistió en la idea de que Garzón sufre "persecución inaceptable e inasumible en un Estado de Derecho", que atribuyó a la "derecha política española".

Los últimos en adherirse a la causa de Garzón han sido las Juventudes Socialistas (JSE), que ayer anunciaron su presencia en el acto de apoyo al juez organizado por UGT y CCOO que tiene lugar este martes en Madrid. En un comunicado, JSE tachó el proceso que conduce el Tribunal Supremo como "una caza de brujas iniciada por los sectores ultraderechistas". Así pues, el PSOE se ha volcado en la defensa del juez estrella, pero las hemerotecas dirán si se trata únicamente de una opinión pasajera, como lo fueron las duras críticas que los dirigentes socialistas dedicaron a Garzón hace apenas siete años.

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