sponsor

Cambiar tamaño del texto


Sports

Tamaño del texto: 10 12 14 16 18






Con la desvergüenza política que los caracteriza, PP y PSOE han “conseguido” ponerse de acuerdo en el último minuto para la renovación de cuatro nuevos “magistrados” del Tribunal Constitucional para que dichos cargos sean ocupado por personas de la máxima confianza con la misión de desmontar las sentencias dictadas por el Supremo, como ha ocurrido con las que recientemente han legalizado a las sucesivas marcas políticas de la banda terrorista ETA.

Sólo uno de ellos, Juan José González Rivas propuesto por el Partido Popular, pertenece a la carrera judicial en su condición de magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Supremo. Los demás son "juristas de reconocido prestigio", según el eufemismo clásico que caracteriza a la más rancia tradición de un órgano envilecido por las continuas injerencias de los partidos mayoritarios.

Con la reforma de la Justicia aprobada por el Gobierno de Felipe González en 1985, los dos grandes partidos pasaron a repartirse también el cupo que la Constitución reservaba para su elección por miembros de la carrera judicial española, situación que perdura hasta hoy sin que ningún gobierno posterior haya puesto fin a esta perversión del espíritu de la Carta Magna, que convierte al más alto tribunal en un negociado más de la clase política para validar sus enjuagues.

Nuevamente se han alzado voces incluso del propio Partido Popular como la de Esperanza Aguirre que manifiestan la necesidad de la desaparición o, como mal menor, su conversión en una sala más del Supremo. que envilece la justicia al haberse convertido de facto en un tribunal de casación que, sin tener atribuciones para ello, se atreve a desmontar las sentencias dictadas por el Supremo, como ha ocurrido con las que recientemente han legalizado a las sucesivas marcas políticas de la banda terrorista ETA.

La justicia siempre funcionará mejor con jueces profesionales con años de ejercicio que con estos "juristas de prestigio", cuya única fidelidad se reduce a los mandatos del partido que los ha colocado. El Rábano por las Hojas

Fashion