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La Universidad del País Vasco parece dispuesta a poner un distintivo para diferenciar a aquellos trabajadores que acrediten su conocimiento del euskera y a crear la figura del “susurrante” para traducir al oído a los que no entiendan la lengua vasca para diferenciar a aquellos trabajadores que acrediten su conocimiento.

Para ellos, la UPV tiene una solución: durante los discursos pronunciados en euskera, podrán tener una "persona susurrante" que traduzca al oído a quien no sepa hablarlo. Y es que, para esto discursos la UPV ya anuncia que "seleccionará a personas de competencia adecuada" para desenvolverse en euskera, lengua en la que se oirán, al menos, los saludos iniciales y finales. En esencia se trata de imponer que el euskera sea el idioma prioritario en el día a día de los profesores,  investigadores y personal de administración y servicios de los campus. Pero no solo en el desarrollo de su trabajo: también en sus relaciones personales dentro del recinto universitario.

El capítulo que más llama la atención es el que regulará "las relaciones entre los trabajadores de los centros, departamentos y servicios". Por sistema, todos deben procurar que "si es posible" sus conversaciones y comunicaciones se desarrollen en la lengua vasca.

Esta no es más que otra vuelta de tuerca en la discriminación en el Pais Vasco entre euskaldunes y castellano  hablantes, que en un ambiente nacionalista solo sirve para estigmatizar a los segundos. El método elegido tiene evidentes connotaciones totalitarias y recuerda a la manera en que se identificaba a los kapos en los campos nazis. El virus del fanatismo nacionalista pretende convertir la casa del saber en un barracón de campo de concentración.  

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