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¿Pesa el Alma 21 gramos?


They say we all lose 21 grams at the exact moment of our death. Every one. 21 grams. The weight of a stack of 5 nickels. The weight of a chocolate bar. The weight of a humming bird.

Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de nuestra muerte. Todos nosotros. 21 gramos. El peso de una pila de 5 monedas. El peso de una barra de chocolate. El peso de un colibí.

Luego de escuchar tan tajante afimación, uno acepta esto como verdad absoluta. ¿Pero alguna vez se han preguntado quiénes dicen que perdemos 21 gramos al morir?

Evidentemente yo sí, sino no estaría escribiendo esto, lo discutí varias veces con mis amigos hasta que me puse a investigar y esperaba encontrarme con algo así como:

"En 1996, científicos de la universidad de Michigan dejaron 540 personas moribundas en camillas sobre una balanzas electrónicas de gran precisión y notaron que todos los cuerpos al fallecer perdían alrededor de 21 gramos, que aunque se ha investigado, no se ha podido descubrir de dónde."

Admito que hubiera sido un bello y misterioso resultado, que hubiera intrigado hasta al más escéptico, pero me decepcioné, porque me encontré con esto:

"En marzo de 1907, un doctor en medicina llamado Duncan MacDougall puso a 6 personas moribundas en diferentes balanzas que tenían una precisión de 3,2 gramos y 4 de esas personas experimentaron una pérdida de entre 10 y 40 gramos en los 15 minutos alrededor de su muerte."

Y sí, esa débil y vaga afirmación es lo que generó que tantos crean en que la continuidad de la personalidad a través del alma, luego de la muerte, es una realidad científica. Y la bola de nieve del mito urbano creció tanto que un siglo después de ese experimento lleno de errores e incertezas, se filmaó una película tan taquillera que terminó de diseminar una mentira en el resto de los que jamás habíamos escuchado de ella.
Y no digo que el alma no exista, ya que no tengo herramientas para hablar a favor ni en contra, simplemente digo que cada vez que escuchemos una afirmación tan cientifica sobre algo tan metafísico (por así decirlo), demos un paso atrás y nos preguntemos "¿sí, y qué tan seguros están de eso?". La respuesta en este caso sería: realmente NADA.


No se sabe si existe el alma, menos aun si pesa 21 gramos.


El experimento
Para los más curiosos y que siguen preguntándose sobre los resultados de este extraño experimento, ésto fue lo que sucedió:

El Doctor en Medicina Duncan MacDougall, de Haverhill, Massachussets, publicó en marzo de 1907 unademostración científica de la existencia del alma. Partió de la idea de que si las funciones psíquicas continúan existiendo como una personalidad o individualidad separada después de la muerte del cuerpo y el cerebro, entonces tal individualidad sólo puede existir como un cuerpo ocupante de espacio. Y como tal, debería tener una cierta masa, que al desprenderse del cuerpo, pueda notarse una diferencia de peso en el cuerpo.

Utilizando a seis pacientes terminales de quienes no dá mas detalles más que su sexo y que se encontraban agonizantes. Cuatro eran tuberculosos, uno tenía un coma diabético, y del sexto no da datos.
Los pacientes fueron colocados en camillas que estaban sobre balanzas de comparación, las que hay que poner lo que uno quiere pesar de un lado, y del otro "pesitas" que se sabe cuánto pesan.
Durante el período de tiempo que pasó hasta la muerte de cada uno, el doctor fue ajustando la cantidad de "pesitas". Hay que tener en cuenta que del cuerpo se evapora agua mediante la transpiración y la respiración, que los pacientes tal vez orinaron o defecaron, que bebieron o se alimentaron, y que hasta el más mínimo movimiento de los mismos modifica el equilibrio de la balanza.

Los resultados fueron los siguientes:
(traducido casi literalmente del original, una onza son unos 28,35 gramos)

1. "De repente, y coincidiendo con el momento de la muerte, el peso disminuyó en 3 cuartos de onza (21,3 gramos)."

2. "El peso perdido resultó ser media onza, luego un rato mi colega determinó que el corazón se había detenido. Me fijé de nuevo y la pérdida era de una onza y media y 50 granos (45,8 gramos)"

3. "Mi tercer caso mostró una pérdida de media onza, coincidente con la muerte, y una pérdida de otra onza algunos minutos después (un total de 42,65 gramos)" (evidentemente este paciente tenía dos personalidades cuyas almas se fueron en momentos diferentes..)

4. "En el cuarto caso, desgraciadamente las escalas no fueron bien ajustadas, y hubo interferencia por parte de personas que se oponían a nuestro trabajo (!)... Lamento que esta prueba no haya dado resultados."

5. "En el quinto caso la aguja de la balanza se inclinó mostrando una pérdida de tres octavos de onza (10,6 gramos), pero luego volvió a su posición inicial, donde se mantuvo 15 minutos a pesar de quitar las pesitas (!?)" (en este caso, podemos apreciar que el alma se resistía a irse del tuberculoso cuerpo..)

6. "Mi sexto paciente murió justo cinco minutos después de colocarlo sobre la balanza, mientras estaba ajustando la aguja medidora, así que no sirve el dato."

MacDougall también realizó un experimento control, envenenado a 15 perros y pesándolos en el momento de su muerte, del cual obtuvo resultados negativos (los perros no tienen alma..). Al menos declaró que le daba lástima no haber podido conseguir perros moribundos.

Cuatro años después, en 1911, el New York Times sacó una nota de tapa explicando que el Doctor había demostrado científicamente la existencia del alma, y que tenía planes para hacer experimento sacando fotos y radiografías en el momento de la muerte, para poder obtener una imagen del alma yéndose del cuerpo. Si el éste experimento se realizó, no hay registros de él en internet por lo menos.

Si bien se "registró" una pérdida de peso en algunos pacientes, no tiene sentido ni siquiera buscar una explicación, ya que el experimento está lleno de fallas por donde se lo mire:

1. No se describen con precisión los métodos de medición utilizados.

2. La muestra es DEMASIADO pequeña, sólo se obtuvieron datos de 4 de los 6 pacientes, lo cual equivaldría a afirmar que todas las personas del mundo tienen el pelo castaño porque las cuatro personas que tenemos cerca tienen esa característica (tal vez no sea el mejor ejemplo, pero se entiende la idea)

3. No se utiliza un criterio claro para definir el momento de la muerte, al paciente número 2, se le auscultó (oyó) el corazón luego de un rato de la pérdida de peso de la balanza. También se observa cierta flexibilidad respecto a que acepta como positivo un resultado en donde la pérdida de peso es instantánea y otro donde se produce luego de quince minutos.

4. No se puede confiar ni siquiera en cómo se realizaron las mediciones, ya que en una parte del artículo MacDougall afirma que las balanzas tienen una precisión de dos décimas de onza (5,68 gramos) y luego afirma en un caso haber obtenido una precisión de 50 granos (3,2 gramos) lo cual es parecido a medir algo con una regla cuya marca más pequeña son los milímetros, y afirmar que algo mide 3 centímetros con 4,7 milímetros.

Conclusiones
Realmente son poco y nada, MacDougall mismo afirmó que para poder confirmar algo habría que realizar el experimento muchas veces más, para tener mejores resultados y más precisos.
Hay que tener en cuenta que se intentó medir algo con una precisión del 0,05%, lo cual no sería tan complicado si fuese un cuerpo inerte como una roca, pero teniendo en cuenta que es un cuerpo de unos 80 kg, que tiene muchos líquidos y gases, que se mueve, y que no se sabe en qué momento va a morir, es bastante difícil realizar una medición precisa.

Este experimento desgraciadamente no tiene ningún valor científico, por todos los errores que tuvo. Y creo que si alguien tiene los recursos para repetirlo, tal vez debiera hacerlo, pero evidentemente hay cierta incredulidad desde el punto de vista profesional al respecto, ya que ha pasado más de un siglo y no hay registros de que se haya vuelto a hacer.

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