4. CIUTAT VELLA, EL MOLINO.
Rafael del Barco Carreras
Mis divagaciones sobre concejales y funcionarios corruptos o no, y hasta una queja sobre los habitantes “oficiales” del Raval, según la estadística publicada ayer 49.315 (“eso no lo sabe nadie” me escribe un vecino, deduzco cabreado, alegando pisos patera e indocumentados), se interrumpen al oír por la TV3 de la Generalitat la noticia de que hoy se inaugura el nuevo EL MOLINO con la invertida cifra de 15 millones de euros. !2.500 millones de las antiguas pesetas para un teatrillo de 250 plazas!. Y mi interés, por lo que ya titulan el Caso Ciutat Vella, aunque en realidad sean varios convergiendo en el Juzgado 33, se desparrama porque Paralelo, El Molino y Barrio Chino, forman un conjunto en la memoria histórica de Barcelona.
Demasiado dinero para tan minúsculo teatro y su obsoleto barrio. No me imagino nadie tan loco para esa inversión, y me meto en INTERNET, que me confunde más. Se habla de amor por el viejo Paralelo y su recuperación, sentimientos difíciles de conjugar con rentabilidad y negocio. Los viejos despertamos poco amor, y a menudo, si hay dinero, demasiado interés. Porque "Ciutat Vella" traducido es "Ciudad Vieja", no "Ciudad Hermosa", error de algún castellano. Interpreto, aunque las noticias son oscuras y contradictorias, que la FUNDACIÓN EL MOLINO es la propietaria del edificio, y OCIOPURO, sociedad que explota el teatro APOLO, se encargará de lo que nos cuentan es una maravilla técnica.
La entrevista-publicidad del secretario de esa fundación, el conocido abogado Santiago Zegrí, y la intervención como arquitecto de Josep Bohigas, de los Bohigas (arquitecto de Pascual Maragall decía ayer), dispara mi imaginación, que espero ampliar o rectificar con las consiguientes quejas y algún insulto.
Operación clásica en plena Burbuja Inmobiliaria. Se compra un pequeño terreno con edificio catalogado y uso de imposible rentabilidad. Se recalifica con ocho alturas edificables y el valor hipotecario se dispara, después las certificaciones de obra completarán un crédito total, subprime o ninja diría yo. Nadie pone un duro o algunas cantidades simbólicas que se recuperan con el crédito, o incluso permanecen por prestigio y “política”, y se pone en marcha un negocio no rentable… pero eso es pura entelequia y futuro.
La caixa, en minúscula, o quien sea titular del crédito hipotecario o similar, ya decidirá en ese incierto futuro. En teoría las ocho plantas cubren la millonaria inversión, que tampoco se ve claro si se observan los escasos metros cuadrados y su obligada utilización teatral. Pero como bien saben los implicados, el Ayuntamiento y la Generalitat pueden transformar las ocho plantas y su uso en dieciséis o treinta (otro hotel o apartamentos) depende de los amigos, influencia… y dinero. El meollo del Caso Ciutat Vella, “pisos turísticos y hoteles recalificados”.
Se entiende algo más, aunque tampoco se comprenda la rentabilidad ¡y no están los tiempos para teatrillos!, al leer EL PAIS: “El centenario teatro, actualmente propiedad de la empresa Ociopuro, ha sido protagonista de una
profunda remodelación en la que se han
conservado la fachada y el pequeño escenario
originales. Sin embargo, el edificio ha crecido en
altura, ya que el equipo de arquitectos, liderado
por Josep Bohigas, ha construido ocho plantas
cuando el original lo formaban solo dos alturas.
En ellas se reparten las cocinas, una sala de
ensayo, los camerinos, dos anfiteatros, una terraza
e, incluso, un club exclusivo en el que solo podrán