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Las ‘niñas’ de sus ojos

José Antonio Zarzalejos - 07/08/2010

A lo largo del mes de agosto Tomás Gómez, secretario general del PSM y autoproclamado candidato socialista a las autonómicas de Madrid, tendrá tiempo vacacional suficiente para saborear la calidez democrática del “talante” de Zapatero. No bien arrancado el mes, en León, el presidente del Gobierno mostró su estrategia para las elecciones autonómicas de Madrid mientras Mariano Rajoy dejaba que en Valencia Francisco Camps hiciese de su capa un sayo, dando por sentado que con Gürtel o sin él será el candidato a la Generalitat, al tiempo que en Asturias la pelea entre partidarios y detractores de Francisco Álvarez Cascos para la presidencia de la Junta del Principado crece de manera virulenta sin que la Ejecutiva popular haya dicho esta boca es mía.

El de la Moncloa no se anda con chiquitas ni deja para mañana lo que puede acometer hoy. Dicho y hecho: ha plantado al frente de la lista por Madrid a Trinidad Jiménez, actual ministra de Sanidad, antes secretaria de Estado de Exteriores y, antes aún, concejal del Ayuntamiento de Madrid. Pero sobre todo: una militante que conformó la llamada ‘Nueva Vía’ que hace diez años llevó a Zapatero a la secretaria general del PSOE. La ha impuesto, además, en un mensaje inequívoco cuando en el PSM la guardia estaba baja y nadie, absolutamente nadie, esperaba un movimiento político de esta naturaleza.

Como sucediera hace cuatro años con la candidatura de Miguel Sebastián frente a Ruiz Gallardón, el presidente apuesta por una compañera fiel -“buenísima su gestión” dijo-, bien relacionada con los medios de comunicación (tiene eso que se llama “buena prensa”), de carácter agradable y que sabe adornar sus aspectos más radicales -ahí está la ley del aborto que, aunque se ha gestado en el Ministerio de Igualdad, se implementa desde Sanidad- con un verbo sin aristas ni hostilidades. Ante la riqueza de matices, influencias y relaciones de Trini, Tomás Gómez no tiene nada que hacer.


De nuevo los socialistas madrileños deberán acatar la orden -¿qué otra cosa es?- del presidente y hacerle el pasillo a Jiménez y a Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, a quien Zapatero quiere enfrentar con Ruiz-Gallardón. Sin perjuicio de las acrisoladas virtudes del responsable del deporte español, directamente dependiente del Presidente del Gobierno, no podrá negarse que Zapatero es oportunista: propone para la alcaldía de la capital de España al político competente en la única materia en la que España puede jactarse de acumular éxitos.

Será difícil que ninguno de los dos desbanque a Esperanza Aguirre y a Alberto Ruiz-Gallardón (si aquélla y éste son los candidatos a la Comunidad y el Ayuntamiento, lo cual no está aún escrito en la tablas de la ley), pero sería relativamente factible que incrementen posiciones y, en todo caso, mantengan las actuales del PSOE. Si cualquiera de esas dos hipótesis se cruza con la de que UPyD disponga de un resultado aceptable en la Comunidad, las cosas se le pueden complicar al PP, que debería alcanzar el umbral de septiembre con las ideas muy claras y el discurso preelectoral bien ahormado porque Zapatero se le ha adelantado mucho más de lo previsto.

La práctica nominación de Jiménez y de Lissavetzky conlleva justo lo que el presidente ha venido negando: una crisis de Gobierno a muy corto plazo, escenario en el que emerge la segunda dama en el ajedrez de Zapatero: Carmen Chacón, actual ministra de Defensa. Se cruzan apuestas: para algunos, la catalana sería nueva vicepresidenta del Gobierno en sustitución de Fernández de la Vega para liderar la recomposición de las relaciones entre el PSE y el PSOE e impulsar el llamado “rescate” del Estatuto de autonomía catalán limado por el Tribunal Constitucional. Para otros, el destino de Carmen Chacón -más aún ante la defección de figuras en el PSC- estaría en Barcelona, en las listas de las elecciones catalanas de octubre o noviembre con la intención de jubilar a Montilla y encaramarse en la primera secretaria del partido. La primera opción encaja más con las previsiones de la actual titular de Defensa; la segunda implicaría un sacrificio personal que en el entorno de la ministra califican de “muy duro”.

Acercamiento al PNV

Pero sea cual fuere el movimiento, lo cierto es que se producirá porque Cataluña -donde el PSC-PSOE saca al PP una ventaja de 17 diputados- es con Andalucía y Madrid las comunidades en las que se ventila la victoria o la derrota en las generales. El artículo que firmó Carmen Chacón con Felipe González en El País la semana pasada (Apuntes sobre Catalunya y España) situaba a la responsable de Defensa en la melé catalana, ese “lío entre socialistas”, como lo denominó Aznar, en el que hay que renovar el pacto de colaboración y unidad entre el PSC y el PSOE y volver a maquillar el catalanismo de Zapatero. ¿Quién mejor que Carmen Chacón para intentarlo?

El presidente del Gobierno tiene puestas sus esperanzas en lo que uno de sus colaboradores ha calificado “las niñas de sus ojos”, Jiménez y Chacón, para asaltar Madrid -difícil- y recobrar Cataluña -improbable-, mientras en Andalucía José Blanco medita cómo descabalgar a José Antonio Griñán y poner en la línea de salida a Mar Moreno, la tercera dama del ajedrez zapaterista. Con el nuevo Gobierno que estas operaciones exigen, habrá una aproximación al PNV para aprobar los Presupuestos “cueste lo que cueste” y “como sea” (lo que desestabilizará a Patxi López) y un renovado discurso de máxima hostilidad al PP, cuyos más altos dirigentes se entregan al sesteo agosteño acunados por los seis puntos de diferencia en intención de voto a su favor que el CIS dio a conocer el pasado miércoles en pleno estiaje de los ciudadanos a los que la crisis acibara las vacaciones.

Gracias todo ello -¿verdad Tomás Gómez?- al “talante” de José Luis Rodríguez Zapatero que con sus cincuenta años recién cumplidos -el pasado día 4- ya se ha hecho mayor. Y se le nota. Bambi ha dejado de serlo

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