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Los sindicatos, en crisis: “Corren malos tiempos, compañeros”

Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo (Efe)

@María López.- 19/06/2010

Corren malos tiempos para los representantes de los trabajadores. La última huelga de funcionarios les dejó “tocados”. Ellos mismos así lo reconocen internamente. No dan nombres pero las fuentes sindicales consultadas por El Confidencial admiten que “existe preocupación”. Hay quienes incluso llegan a reconocer en privado que “se ha coqueteado demasiado con Zapatero y eso, con más de cuatro millones de parados, al final tiene un precio”.

Si se habla con las fuentes oficiales apuntan todo lo contrario, Francisco Naranjo, el Secretario de Comunicación de CCOO-Madrid, asegura que “estamos haciendo todo lo que podemos. La situación es grave y los sindicatos trabajamos todo lo posible por conseguir el objetivo prioritario, la creación de empleo. Sólo que, depende del medio que habla de nosotros, para percibir una imagen u otra. Hay algunos en los que más del 85% de la información que se da sobre los sindicatos es negativa”.

Esta vez, sin embargo, no han sido uno o dos los medios de comunicación que han puesto en entredicho su papel. La espita fue la huelga de funcionarios. Tras ella llegaron los titulares con la palabra “fracaso” y las columnas y los editoriales de todo signo y tendencias: El Mundo vaticinaba “el negro futuro de los sindicatos”; ABC lanzaba un “no con estos sindicatos” y les hacía responsables junto con el Gobierno de los más de cuatro millones y medio de parados y de una tasa de paro del 20%; El País les conminaba a “no hacer huelga”; La Razón publicaba cifras “El Gobierno mantiene las subvenciones de 2009. Los sindicatos se libran del ajuste y reciben 16 millones mientras que los funcionarios verán recortado su salario un 5%...”.

En la calle la opinión no dista mucho respecto a los analistas de la información. La mayoría de los ciudadanos destaca la importancia del movimiento sindical pero, también, la mayoría desconfía del actual sistema de representación laboral. Para Manuel Valenzuela, abogado, “siempre tiene que haber alguien que represente a la parte trabajadora. Lo que están es muy condicionados al Gobierno, los estatutos deberían limitar las relaciones con el Estado. En otros países no se ven fotos de los representantes sindicalistas continuamente en el palacio presidencial y aquí en España los tenemos cada dos por tres en La Moncloa”.

José Manuel Mendoza, sociólogo, cree que “los sindicatos son fundamentales y esenciales en el mercado laboral pero ahora se han retratado, y están pasando por su momento más débil y delicado precisamente por alejarse de los intereses de los trabajadores y alinearse con el poder ejecutivo hasta extremos que chocan con lo razonable”. Carmen López, programadora de informática “creo que viven de las rentas de años anteriores en los que sí tenían mucho valor. Ahora no todos se meten por convicciones personales muchos lo hacen porque si eres del sindicato no te pueden echar. Sólo unos pocos se implican de verdad, además están muy atados a la hora de demostrar injusticias laborales. Les vendría bien una actualización. Deberían modernizarse y adecuarse a los problemas actuales”.

Armando Soto, periodista, “creo que los sindicatos tal y como los concebimos ahora, lo que antes se llamaban sindicatos de clase Comisiones Obreras, UGT eran útiles cuando la lucha obrera era imprescindible. Hablamos de finales del XIX principios del XX. Ahora mismo la situación es otra. Tenemos unos sindicatos orgánicos, burocratizados, muy caros y dependientes del Estado. Las empresas deberían ser las que convinieran sus convenios laborales con sus trabajadores. Los veo realmente como grandes organizaciones burocráticas que no sólo no responden a los problemas actuales sino que tampoco aportan soluciones”. Javier Galiana, funcionario “creo que son fundamentales pero así no, yo estoy particularmente desencantado, no me siento representado en ningún caso por ellos”. Marisa González, enfermera “yo soy sindicalista, yo tengo carné y estoy convencida de que necesitamos estar ahí, sí, pero hemos de cambiar, de otro modo. A veces creo que se prima sobrevivir y se olvida al trabajador”.

Los sindicatos también se evalúan

Las secciones sindicales no reconocen fallos en público pero internamente sí se preocupan y encargan a las universidades y expertos en relaciones laborales informes para analizar la situación. En uno de los últimos que encargó el sindicato UGT se les advertía de los puntos a los que deberían prestar atención. “Los sindicatos deben seguir actuando como grupo de presión lobbyng” pero la radiografía tenía en cuenta estos factores: el aumento del paro frente a la falta de servicios que aportan a los desempleados; las prácticas sindicales vistas como anticuadas que disuaden a los afiliados potenciales, en especial a los jóvenes; y la sensación de desconexión existente entre el sindicato y la realidad actual de la empresa.

España está a la cola de Europa en lo que a afiliación sindical se refiere. Según la última Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo hecha pública sólo el 15,8%de los trabajadores están afiliados a un sindicato. La diferencia es abismal si se compara esta cifra con países como Suecia, Dinamarca, Bélgica y Finlandia donde superan el 80% - en estos países el pago de subsidios y la formación las asumen los sindicatos -. Aún así sigue habiendo gran diferencia respecto a Eslovenia, Italia, Irlanda, Austria, o Portugal donde la cifra oscila entre el 25 y el 35%. Sólo en Francia y en Polonia hay menos afiliados que en España.

Ser del sindicato UGT supone un coste de unos 9 euros al mes. Pertenecer a CCOO, 11 euros mensuales, poco más de “tres cañas” según Francisco Naranjo, “sólo le doy este dato, somos más los afiliados a los sindicatos que a los partidos políticos”.

La crisis ha destapado una situación que pone contra las cuerdas a los sindicatos. Una población con más de 4 millones y medio de parados podría dejar de ser benevolente. La realidad coloca a los agentes sociales en una delicada balanza en la que habrá que ver qué pesa más, cuando esa balanza termine desplomándose a un lado o al otro de nada servirán las cifras y el la culpa la tienen los medios de comunicación.

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