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Zapatero contempla desde febrero la fuerza militar para reducir a los controladores

Zapatero contempla desde febrero la fuerza militar para reducir a los controladores

Un panel en el aeropuerto de El Prat de Barcelona (EFE) @D.Toledo -

Game over. El Gobierno se enfrentó ayer al peor de los escenarios posibles que contemplaba suhoja de ruta: plante de la práctica totalidad de los controladores, cierre del espacio aéreo español y suspensión del 100% de los vuelos. En ese escenario,“se tomarían medidas de militarización de los controladores” y se declararía “el Estado de Emergencia”, según recogía un documento interno del Ministerio de Fomento filtrado el pasado mes de febrero y adelantado por El Confidencial. Y dicho y hecho. El Ejecutivo tuvo que esgrimir ayer la fuerza militar para que los controladores aéreos volvieran a los puestos de trabajo que habían abandonado a las cinco de la tarde tras presentar docenas de bajas médicas.

Fue su última pataleta después de que el Ejecutivo clarificara por la mañana su jornada laboral y, según sus cuentas, les obligara a trabajar más allá de las 1.670 horas establecidas por ley. El ultimátum, lanzado desde Presidencia hacia las nueve de la noche, fue claro: si no se reincorporaban antes de las 21.30, se militarizarían las torres y serían los militares quienes les obligarían a realizar su labor sin que pudieran “dificultar o impedir la efectividad de dicha medida”. Diferentes controladores contactados ayer por este diario prefirieron no hacer ningún comentario sobre la situación y se remitieron a las declaraciones de sus portavoces.

Fomento no hacía otra cosa que cumplir el guión del que se dotó en febrero. Según se advertía entonces, si sólo fuera a trabajar un 30% de la plantilla efectiva de control, el propio Zapatero intervendría en la crisis. Según el informe, el presidente anunciaría de forma inmediata que si los controladores “no se reincorporan al trabajo en las próximas seis horas serán despedidos”. Del mismo modo, Aena contemplaba el uso de controladores militares en hasta 24 aeropuertos.

En esto el Gobierno fue cauto ayer. La militarización de las torres no implica que controladores no civiles asuman el control del tráfico aéreo. Los propios militares admiten no estar preparados y hasta el Ministerio reconoce que sería imprescindible un proceso de formación previo. El Ejecutivo optó por una vía más inteligente. Según el Real Decreto-ley aprobado ayer por el Consejo de Ministros, será el departamento de Carme Chacón el que “asumirá la organización, planificación, supervisión y control” de los controladores civiles. En roman paladino, el que les obligará a que retornen a sus puestos de trabajo por la fuerza.

En alianza con Defensa

El Ministerio de José Blanco siempre tuvo clara la necesidad de implicar a Defensa en los escenarios de crisis. Para el seguimiento y la toma de medidas del conflicto ya se planteaba en el documento de febrero la creación de dos gabinetes, uno institucional y otro técnico. En ambos habría notable presencia militar. En el primero estaría representada la secretaria de Estado de Defensa y en el segundo el jefe de la División de Operaciones del Estado Mayor del Aire. También están implicados diferentes departamento del Gobierno como Presidencia, Interior, Trabajo y Economía.

Con un 30% de la plantilla operativa, será también el momento de dar entrada en el sistema a los AFIS (un servicio de información de vuelo automatizado) en un plazo de 15 días en hasta seis aeropuertos menores, algunos de los cuales ya lo emplean. Eso pese a que los controladores han advertido de la falta de seguridad de este modelo y que, de hecho, Aena planea una “sesión de identificación de riesgos”.

Sorprende que hace ocho meses ni siquiera Aena consideraba posible un caos como el que se formó ayer. El gestor aeroportuario seguraba que era un escenario improbable en tanto “la mayoría de controladores perderían sus privilegios y es un colectivo que no puede trabajar en otra empresa nacional y en las internacionales tendrían que aceptar reducir su retribución en dos terceras partes”. La imagen de militares obligando a los controladores civiles a sentarse en las torres sobrevoló el cielo español. La realidad supera la ficción.

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