Siempre se ha sabido, o se ha intuido, que al igual que
existen policías encubiertos, también hay negocios encubiertos y sociedades
que se utilizan para conseguir información o simplemente para mejorar esas
tapaderas. Sociedades, no obstante, que tienen actividad real (o no) y que
llegan a acumular patrimonios de cierta importancia. De quién es al final
ese patrimonio puede tener muchas interpretaciones, ¿es del policía que lo
maneja para su actividad encubierta? ¿Es de las personas que utiliza como
testaferros para que su nombre no esté en la sociedad? ¿O sería
directamente del Gobierno si es que alguna vez se ha enterado de que
existen? En cualquier caso, las sociedades encubiertas de la Policía
existen y ahora parece haberse destapado el asunto por lo que ha dicho el
propio comisario Villarejo.
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Cuando uno empieza a tirar del hilo y ve que este mismo
comisario aparece «vinculado» al pequeño Nicolás, cabe preguntarse hasta
qué punto el joven fantasea o realmente está metido en todo un entramado de
espionaje.
Las sociedades encubiertas de la
Policía acumulan patrimonios importantes
Las sociedades encubiertas de la Policía. Temor en Interior
de que sean descubiertas.
El patrimonio del comisario, según ha trascendido, asciende
a más de 16 millones de euros (casi 2.700 millones de pesetas pa'que se
entienda mejor), todo manejado a través de una estructura empresarial en la
que aparece su mujer y su abogado. Según he leído, en la actualidad hay
otros sesenta policías en situación parecida, cuando hace apenas tres años
solo eran catorce.
¿Qué pasaría si se descubrieran cuáles son las sociedades
encubiertas de la Policía, la Guardia Civil y el CNI? Es algo que sin duda
tendría consecuencias y por lo visto hay nervios en en Ministerio de
Interior por si esa información sensible llegara a los medio de manera
detallada.
Lo que más me pica la curiosidad en estos momentos es cómo
terminará el asunto del pequeño Nicolás que tan frívolamente nos ha sido
presentado. Estoy convencido de que tiene unas ramificaciones mucho más
allá de la tontería de que se hiciera fotos con unos y otros.
Ramón Cerdá
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