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Aspirinas en los restaurantes. ¿Se supone que nos las tienen que regalar cuando las pedimos?.

Hace ya varios días que se puso en circulación en Facebook, y creo que también en otras redes sociales, y hasta lo ha publicado el Levante Y ANTENA 3 (para alucinar), una factura de un restaurante que había colgado un cliente escandalizado porque le habían cobrado 25 céntimos por una aspirina. El hecho de que haya aspirinas en los restaurante es algo bastante habitual, pero desde luego no es ninguna obligación tenerlas, y mucho menos regalarlas.
#aspirinas en los restaurantes
¿Han de regalar aspirinas en los restaurantes?
Que se cobre o no, supongo que dependerá de criterios. He de decir que yo personalmente no se la hubiera cobrado y habría quedado como gentileza de la casa; el coste es mínimo y así es fácil quedar bien. Pero que yo no la hubiese cobrado no quiere decir que me parezca mal que se cobre, y más si se trata de un precio razonable; hablamos de 25 céntimos y no de 10 euros (eso sí que hubiera sido un abuso). Si yo hubiera sido el cliente, no solo no me habría quejado en las redes sociales, sino que estaría agradecido con el dueño del restaurante porque, como digo, ninguna obligación tienen de disponer de servicio de farmacia.

¿Han de ser gratis las aspirinas en los restaurantes?

Lo que más me ha sorprendido es que en las líneas de conversación que he estado viendo (incluso he participado en alguna), no he visto ni un solo comentario a favor del restaurante (salvo los míos, que hasta alguno me han contestado reafirmándose en lo contrario); todos lo han puesto verde por haber cobrado 25 céntimos por una aspirina. Hay quien incluso dice que tendrían que denunciarlo porque no es legal vender aspirinas en los restaurante (supongo que regalarlas como todos proponen sí que es legal y es lo que tienen que hacer todos).
Creo que estamos faltos del sentimiento de gratitud, a esta persona le dolía la cabeza (se supone) y pidió una aspirina que le sirvieron al momento en su mesa, ¿por qué se escandaliza? ¿por qué dice, además, que no lo avisaron de que le iban a cobrar porque no estaba en la carta? ¿Si le hubieran dicho que valía 25 céntimos se hubiera quedado con el dolor de cabeza? Vuelvo a decirlo: yo estaría agradecido, ¿por qué se ha perdido ese sentimiento y se ha sustituido por un millón de derechos que todos creemos tener? Cada vez somos más desagradecidos y deberíamos de empezar a preocuparnos por ello.
Ramón Cerdá

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