sponsor

Cambiar tamaño del texto


Sports

Tamaño del texto: 10 12 14 16 18

El apóstol Juan se refiere en su primera carta, capítulo dos y versículos del 15 al 17, a tres cosas que hay en el presente sistema y que se oponen a Dios. Las define como los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Me he acordado mucho de estos versículos con ocasión de toda la zarabanda organizada en torno a la posibilidad de que la sede olímpica estuviera en Madrid.

El apóstol Juan se refiere en su primera carta, capítulo dos y versículos del 15 al 17, a tres cosas que hay en el presente sistema y que se oponen a Dios. Las define como los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Me he acordado mucho de estos versículos con ocasión de toda la zarabanda organizada en torno a la posibilidad de que la sede olímpica estuviera en Madrid. ¿A decir verdad en qué nos hubiera beneficiado semejante decisión? A decir verdad, en nada. Por supuesto, Rajoy – que dijo aquello de que Madrid no había podido ser sede olímpica por la desastrosa política exterior de ZP – se habría sentido reivindicado y lo habría presentado como una prueba de que su más que deficiente política es un éxito rotundo. Por supuesto, los que habrían realizado las obras se habrían frotado las manos pensando en el dinero que, procedente de los bolsillos del contribuyente, iba a terminar en los suyos. Por supuesto - ¿alguien lo duda? – los trincones habituales del presupuesto habrían engrosado sus nada magras cuentas. Pero, aparte de todo eso, la concesión habría sido ruinosa. Todas las villas olímpicas de los últimos años – incluída Chicago – concluyeron su labor con unas pérdidas económicas pavorosas. Es justo lo que necesita nuestra pobre España que ya tiene de deuda el noventa por ciento del producto interior bruto y que se asfixia con el dogal impositivo que Montoro le ha colocado al cuello. Que no se hable de empleos porque simplemente no es verdad. De hecho, bastaría con que el estado gastara menos y con que los impuestos salvajes que sufren los contribuyentes se redujeran para que el empleo sufriera un alivio mucho mayor que el derivado de la sede olímpica. En todo esto, sólo ha habido, en realidad, deseos de la carne – que en la Biblia significan mucho más que los pecados sexuales – deseos de los ojos y vanagloria de la vida, tres pésimas conductas que los políticos y los medios no habían tenido mucho trabajo en inocular a millones de españoles. No lo lamentemos, pues. Ha sido para mejor siquiera por el dinero ahorrado y el espejismo conjurado para que no veamos la realidad nacional. Ha sido mejor también si recordamos el final de la cita del apóstol Juan: “el mundo pasa y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Autor Cesar Vidal

Fashion