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El saqueo de Andalucia (48) - Objetivo: Quitarle cuanto antes el caso de los ERES a la juez Alaya 


La jueza Mercedes Alaya no sólo se está enfrentando a un caso de enorme complejidad con los simples recursos de su modesto juzgado, sino también al acoso sistemático del PSOE, hegemónico desde hace más de tres décadas en Andalucía, y cuya capacidad de maniobra para obstruir la acción de la justicia ha quedado suficientemente de manifiesto a lo largo de todo el proceso. Ahora desde el poder establecido se vuelve a poner otro obstáculo en su camino hacia la verdad.

Alaya, como se recordará, estuvo seis meses de baja médica y, por tanto, incapacitada para impulsar la instrucción del caso, dilación de la que no puede hacérsele responsable por razones obvias.
Gonzalo Moliner en un claro abuso de sus funciones, el máximo responsable de nuestro sistema judicial se atrevió a amenazar con un expediente disciplinario a la jueza que investiga la trama de los ERE fraudulentos en Andalucía, según él poco diligente en la tramitación del que, probablemente, sea el asunto más complejo que se dirime en los tribunales españoles en estos momentos. 
La cuestión es quitarle como sea el caso antes de que sea demasiado tarde. Se trataría de que por el hecho de imputar a un solo  político aforado el caso que sería Jose Antonio Viera, y por este motivo tuviera que pasar a manos del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía donde existirían los suficientes recursos para poder dinamitar el caso y dejarlo con condenas a nivel de funcionarios, dejando fuera del caso a los demás políticos responsables durante todos estos años o sea, Griñán, Chaves o Zarrias.
Hay que recordar que el ínclito Moliner, nombrado presidente del Supremo por Ruiz Gallardón es un destacado socialista al que se refirió el ministro de Justicia en conversación con Rubalcaba espetándole un incalificable"no te quejarás, que he puesto a uno de los tuyos". La Justicia ha sido  corrompida en su vértice por los gobiernos del PSOE y ahora con el del PP el temor es que la descomposición se extienda hacia su base de manera imparable. De los socialistas cabía esperarlo de sobra. En el Partido Popular, en cambio, se trataría de una traición en toda regla a sus votantes, desgraciadamente ya acostumbrados a servir de moneda de cambio en los enjuagues que los populares perpetran con el PSOE cada vez que llegan al poder.

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