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En la época en que Zapatero rompió el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo e inició la negociación política con ETA, abrí una carpeta en la que iba guardando todo lo que aparecía sobre la cuestión. En esa carpeta están los artículos que yo misma escribía; artículos de Santiago González, Florencio Domínguez, Rogelio Alonso; algún artículo memorable de Fernando Savater; editoriales de distintos medios de comunicación a favor y en contra del “proceso”; declaraciones de dirigentes del PSOE negando la ruptura del pacto y la negociación con ETA; declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba, de José Luis Rodríguez Zapatero argumentando ora a favor del tiempo nuevo, ora en contra de que se hubiera iniciado un tiempo nuevo; declaraciones y manifiestos de las Víctimas del Terrorismo, de las que estaban, colectivamente y a través de sus asociaciones, en contra, y de las que estaban, colectivamente y a través del partido político en el que militaban (el PSOE), a favor.
En esa carpeta que lleva por título “Negociación Política con ETA” están guardados los acuerdos que el PSOE llevó al Parlamento Europeo y lo que aquellos días se escribió al respecto. Allí están guardados todos los pronunciamientos de los dirigentes del PSOE que decían públicamente que no se estaba haciendo nada distinto de lo que hizo antes Aznar. Allí están también las declaraciones de dirigentes socialistas que se congratulan de que por fin Zapatero se atreviera a hacer “por la paz” lo que nunca quiso hacer Aznar. Allí están las declaraciones de fiscales y jueces favorables a tratar a los terroristas como a militantes políticos equivocados en la táctica; allí están las declaraciones de los dirigentes de Batasuna-ETA, ensalzando al PSOE y proclamando su admiración por el Presidente del Gobierno de España; allí están las declaraciones de los más altos dirigentes del PSOE y del Gobierno calificando a Otegi como “hombre de paz”…
Están también las declaraciones de unos y otros sobre De Juana Chaos; su acercamiento al balneario del País Vasco; sus encuentros en la cárcel con su novia; las dolidas manifestaciones de dirigentes socialistas dispuestos a cualquier cosa para que el etarra no hiciera una huelga de hambre; sus exclusivas y permitidas declaraciones a un medio extranjero desde la cárcel, cual Gandhi moderno, defensor de los derechos humanos…
Todo está guardado en esta selección personal que no tiene otro objetivo que prevenir los errores y evitar las traiciones. Pero nunca creí que en esa carpeta debiera guardar lo que decían los dirigentes del Partido Popular de entonces. Siempre pensé que si el PSOE no cambiaba de rumbo y llegaba al Gobierno el Partido Popular, al menos en esto no sería necesario que les exigiéramos coherencia. Nunca creí que la única herencia de Zapatero que les gustara fuera precisamente la política antiterrorista que ellos parecían combatir desde la oposición. Nunca creí que cuando llegaran al Gobierno lo primero que iban a hacer era asumir como bueno todo lo que Zapatero hizo en esa materia. Nunca creí que su argumento definitivo fuera lo expresado por el Ministro del Interior: “Ahora somos Gobierno”.
Siempre creí que el PP aspiraba a llegar al Gobierno para hacer en esta materia lo que no podía hacer desde la oposición. Y ahora me doy cuenta de que lo que quería el PP de Mariano Rajoy desde la oposición no era mantener el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo suscrito por Aznar y Zapatero. Lo que el Partido Popular de Mariano Rajoy quería era ser el protagonista y no el acompañante en el cambio de política antiterrorista. La política de la firmeza contra ETA, de la colaboración internacional, de la derrota como objetivo irrenunciable, de la persecución de los criminales y de sus cómplices, de la deslegitimación de los objetivos de la banda terrorista y de toda su historia, fue enterrada por Zapatero. Pero hubo de ganar Rajoy las elecciones por mayoría absoluta –ninguna necesidad de pactar en esta materia con los eternos defensores de la idea del “conflicto”- para que descubriéramos estupefactos que lo que a Rajoy le molestó en la legislatura de la vergüenza fue que el aspirante al Nobel fuera Zapatero y no él.
Todo esto era para decirles que he abierto otra carpeta que lleva por título “Rajoy y ETA”. Y he empezado a recopilar sus declaraciones en la oposición; sus programas electorales; sus promesas estando ya en el Gobierno; sus críticas a la dispersión sin rendición; sus proclamas contra la negociación con ETA. Visto todo junto, empiezo a comprender la lógica del relato: no miente Rajoy cuando afirma que no habrá negociación con ETA. Ciertamente no hace falta que negocien nuevamente con ETA, dado que han asumido los compromisos que Zapatero adquirió con la banda. Empezando por la legalización de su brazo político y pasando por la solución del “problema” de los presos. Rajoy, hombre previsible al fin, respeta los compromisos adquiridos en esta materia por su antecesor en la Presidencia del Gobierno. Lástima, dirá Zapatero, no haber tenido antes esa conversación con Fernández Díaz, de la que el Ministro del Interior salió como Saulo tras caerse del caballo: reinsertado en la teoría del conflicto político y al servicio de la causa.
Pues eso, que ya tengo una carpeta en la que los protagonistas del tiempo nuevo son los que hacían de buenos en la carpeta anterior. Lástima que, en una carpeta y otra, las víctimas, los que sufren la incomprensión, los humillados, los insultados (“tú lo que quieres es venganza”, diría el Ministro nuevo del Interior a una víctima; ministro nuevo, insultos viejos…), sean las mismas. Lástima que, en una carpeta y otra, los terroristas, sus cómplices, los verdugos, los que no pagan por el daño causado, sean los mismos. Lástima que, en una carpeta y otra, el número de cobardes y traidores a la causa justa haya engordado tanto. Lástima que se cumplan los peores augurios y los muertos se estén quedando tan solos. Lástima de madres huérfanas, de jóvenes viudas, de niños sin padre… Lástima de país.
Llegará un día en que niños aún no nacidos les pregunten a los políticos, a los ciudadanos adultos de hoy: “Y tú, ¿qué hiciste mientras esto pasaba?”. Sólo aspiro a estar entre los que puedan mirarles directamente a los ojos y contarles cuál fue nuestra lucha.

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