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Berberechos de... Holanda

Hoy cuando escribo y que hace una calor “sahariana” en este valle del Guadalquivir, (partes altas) donde nací, vivo y espero morir... y degustando una latita de riquísimos berberechos, acompañada de no menos riquísima cerveza bien fría... al agotar los primeros, miro el envase de cartón que contiene este riquísimo molusco y leo... “producto de Holanda... distribuido por una empresa de Madrid”; lo que, primero me causa sorpresa y luego me dan ganas de reír y me río por estos hechos. Me explico.

Aunque existen más de doscientas especies de este molusco y se dan por muchos países, en España y concretamente en la región gallega (Galicia) se recolectan (o recolectaban) en enorme cantidad y de ahí surtían a todo el país (también exportaban), incluso frescos, que hechos al vapor y al natural, son exquisitos... y son abundantísimos por cuanto son muy prolíficos, e incluso la naturaleza los dota “con ambos sexos” para que produzcan mucho más. Es claro que como en todo, los hay de diferentes calidades... pero que en España se coman procedentes de Holanda; ni lo entiendo ni me lo explico (reitero que también los comidos por mí son riquísimos y sin pizca de arena). Y no me lo explico, por cuanto la industria conservera gallega es de las pioneras de todo el mundo; y los costos en Galicia, supongo mucho más económicos que en Holanda; y es por lo que no me explico esta... “invasión berberechera”.

Recuerdo como si de ayer mismo se tratara; que cuando joven y ya buscando novia o alternando con los amigos; y pese a las penurias de aquella “desnutrida España de la pos guerra”; entrábamos (una vez por semana: los domingos puesto que el dinero era escaso) y nos metíamos en un modesto bar denominado “Casa Segunda”; en el que por una caña de cerveza (120 c.c.) te ponían de tapa un platito de fresquitos berberechos, que rociaban con un poco de vinagre corriente y de vino “peleón”; lo que nos sabía a gloria y hasta el caldito nos lo bebíamos con gran delectación... no solíamos consumir más de dos cañas, que entonces costarían a algo más de una peseta unidad... pero ello era el deleite de la semana para muchos jovenzuelos, “que podíamos costearlo”, puesto que otros muchos (“de menos posibles”) y cuando podían, se iban al vino peleón (blanco de Valdepeñas y muy bueno por cierto) y a escote, se pagaban un litro y con una cañita puesta en la botella y “moderando el consumo”, tenían para más de una hora de charla mientras la botella, que fuera corriendo el corro de modestos bebedores... entonces no había otras bebidas que el coñac (entonces se podía decir así, luego los franceses obligaron a que se le diera el nombre español, o sea Brandy) anís y poco más, pero estas bebidas y por su precio eran “para los ricos”... “los ríos de alcohol concentrado que luego han venido entonces o no existían, o es que no se podían pagar y por ello a aquellos modestos mercados no llegaban”.

Aquellos berberechos (al natural siempre) venían embasados en latas cilíndricas con una capacidad de unos dos kilos y las que no llegaban a “pasarse” (estropearse) en “Casa Segunda” (y otros bares similares) puesto que al ser una conserva muy económica, los servían como tapa gratuita y en grandes cantidades... y reitero, estaban buenísimos y aún hoy mis papilas gustativas recuerdan aquellos modestos placeres.

Luego los berberechos españoles (los referidos holandeses mucho más) subieron de precio y lo que antes era accesible al pueblo; ha llegado en convertirse en algo así como un lujo, donde comprar una lata de buenos berberechos y del tamaño de ración individual (30/40 unidases con 63 gramos en peso escurrido) te cuestan en la tienda, más que un kilo de buena carne de cerdo y no recuerdo ahora, pero casi el valor de dos kilos de pollo fresco... eso sí, estos berberechos vienen lujosamente presentados, fotografiados, con la indicación de “tamaño grande y denominados gran selección”.

O sea que y como el riquísimo percebe (también gallego) y el que he oído decir que en tiempos lo recogían en tan gran cantidad, “los percebeiros”; que lo amontonaba y lo dejaban pudrir o fermentar para con ello... convertirlos en abono orgánico para la agricultura... supongo que para le nabo y la papa gallega, engordasen mucho más.

Hoy los percebes, que como los berberechos, son prolíficos y bien dotados por la naturaleza (que les da nada menos que dos penes larguísimos, para que fecunden al vecino o se fecunden a si mismos si es que se encuentran aislados)... pues los percebes, son ya tan caros de precio... que no son asumibles salvo para “carteras muy pudientes”.

Por otra parte los que he comido últimos... “los percebeiros que como el gobierno deben ir a por todas”... los que trajo mi esposa del mercado, tenían adherida más piedra o roca, que “el bicho” (o percebe) del que se consume aún limpio, la mitad o menos de lo que el peso da en la balanza... o sea una estafa total, puesto que igualmente venían arracimados y la mayoría de pequeñísimo tamaño... algo incomprensible para esos mismos percebeiros, que yendo a por todas... seguro que acabarán con él, como con el chanquete de Málaga, acabaron.

Y es lo que yo escribía en un reciente artículo... “somos una plaga para el planeta” y sálvese el que pueda... y verán que hoy a los políticos, los dejo tranquilos... pues los “pobriños”... ¿Qué les importa a ellos los berberechos, los percebes, o los pepinos y fresas, que igualmente pueden terminar viniendo desde Holanda? Es claro que en Holanda se trabaja y se rinde bien... “si nó que se lo digan al océano Atlántico y la cantidad de extensión que le robaron los holandeses”... “lógico pues, lo de los berberechos”... y también “los bígaros” (molusco que también nos venía de Galicia) y el que creo recordar, que este bicho marino también nos lo mandan desde Holanda.

Antonio García Fuentes(Escritor y filósofo)www.jaen.ciudad.org (allí más)

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