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STÉPHANE HESSEL TRATA DE ‘DESPEREZAR’ A LOS JÓVENES

Cómo convertirse en la conciencia de un país con 93 años y un best-seller de treinta páginas

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Portada del libro.@Esteban Hernández.-

Tiene 93 años y se ha convertido en la conciencia de Francia con un librito que cuenta con tan solo 30 páginas, que se vende por tres euros, que ha llegado en poco tiempo a lo más alto de las listas de éxito (ha vendido más de 600.000 ejemplares) y que lleva por título Indignez-vous!(¡Indígnese!). En el texto, editado por una pequeña editorial, Indigène Editions, el diplomáticoStéphane Hessel trata de concienciar a sus lectores, especialmente a los jóvenes, para que no permanezcan políticamente indiferentes en estos tiempos.

Aunque Hessel afirma desconocer los motivos por los cuales el público francés se ha interesado masivamente por su texto, hay varios factores que explican su popularidad. El primero de ellos es la personalidad de su autor. Stéphane Hessel nació en 1917 en Berlín, hijo del escritor judío Franz Hessel, y de la escritora y pintora Helen Ground, pareja que (junto a Henri-Pierre Roche) inspiró a François Truffaut su celebérrima Jules et Jim. A los siete años su familia se trasladó a París, donde Stéphane adoptó la nacionalidad francesa. En 1940 huyó de Francia hacia Londres para unirse a los combatientes galos asentados en suelo británico. Tras nueve meses en las fuerzas aéreas, ingresó en los servicios secretos liderados por De Gaulle, donde realizó diversas misiones hasta que, en 1944, en el transcurso de una operación en Francia, fue capturado, torturado y enviado al campo de concentración de Buchenwald.

Logró escapar dos días antes de su ejecución suplantando la identidad de un fallecido, aunque volvió a ser detenido. Tras la liberación, participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, llegando a convertirse en Embajador Francés en las Naciones Unidas. Además de los diversos destinos a que le obligó su carrera diplomática (China entre ellos), Hessel desempeñó diversos cargos políticos durante la era Miterrand. Asimismo, ha sido distinguido con la Legión de Honor y con la Orden del Mérito.

Un pasado que le legitima especialmente para realizar juicios de valor sobre la situación política presente y que hacen que su mensaje merezca ser escuchado con detenimiento. Pero, más allá de las características de su persona, lo que ha llamado la atención de los lectores, cree Hessel, ha sido el título de su libro, en tanto refleja un cúmulo de sentimientos plenamente actual. Según el autor, la gente no termina de entender qué está ocurriendo. Saben que les va mal y que el sistema no está funcionando, pero no son muy conscientes de las causas y tampoco saben muy bien a quién culpar. Pero eso no debe desanimarles a participar en la vida pública. Más al contrario: en situaciones como la presente, no debe existir espacio para la resignación o la apatía.

Movimiento civil al margen de la política

Para Hessel, la indignación constituía el núcleo de la Resistencia, era lo que les impulsaba a arriesgar sus vidas frente al orden indigno de los nazis. Por eso invita a a sus lectores, y especialmente a los jóvenes, a aplicar esa herencia a sus ideales presentes, incitándoles a que dejen de lado toda indiferencia. Han de hacer un esfuerzo por descifrar las causas de lo que les ocurre y han de crear redes que les permitan combatirlas. Y ello al margen de los partidos políticos, a los que Hessel no se declara contrario, pero que entiende que no deben constituir el único horizonte participativo.

Esta indignación, además, es muy útil hoy, cuando hemos de reaccionar contra un mundo que está tomando una deriva insostenible. Hessel encuentra en la dictadura de los mercados la explicación de las disfunciones de nuestras sociedades, en tanto, afirma, esa economía financiera sin regular ha hecho que el mundo actual se vuelva mucho más injusto, aumentando la brecha entre los que están en lo más alto de la pirámide social y los que están en los escalones inferiores. En este contexto, entiende que muchos políticos han dimitido de su tarea, dedicándose únicamente a cumplir las órdenes de los mercados en lugar de intentar conseguir una sociedad mejor.

Pero más allá de las creencias de Hessel, lo cierto es que su invocación ha sido retomada desde diferentes posiciones políticas, ya sean de izquierda, desde las anticapitalistas hasta las puramente socialdemócratas (el terreno por el que aboga Hessel), o de derecha, prueba de que esa llamada a la participación es compartida por buena parte de la sociedad a la que se dirige. Lo cual no es de extrañar, dada la sostenida tradición francesa a la hora de manifestar públicamente su descontento.

El último factor que podría explicar el éxito de Indígnese aparece en la llamativa edad de su autor. Ahora bien, que sea una persona de 93 años la que haya de lanzar un mensaje movilizador es buena muestra de que estamos en una sociedad poco dada a participar. Y eso que Hessel es francés. Si viviera en España…

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