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Conde-Pumpido ve "criminalidad económica" tras los "ataques especulativos" contra el euro

Conde-Pumpido ve "criminalidad económica" tras los "ataques especulativos" contra el euro

El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido (i), junto al presidente de Eurojust, Aled Williams.

EP. Granada - 07/05/2010 06:00h

El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, consideró este jueves que hay formas de "criminalidad económica" detrás de los "ataques especulativos" contra el euro y las finanzas europeas, que "pueden provocar graves daños en la situación económica" de la Unión Europea (UE).

En la rueda de prensa de presentación del Seminario Estratégico sobre blanqueo de capitales procedentes de actividades delictivas que Eurojust, órgano judicial de la UE con sede en La Haya, celebra estos días en Granada, Conde-Pumpido consideró por ello importante la puesta en marcha de la Fiscalía Europea. "En un momento de crisis económica en que estamos sufriendo ataques especulativos contra la moneda y las finanzas europeas se echa de menos una institución que pueda dirigir a nivel europeo la lucha contra esa criminalidad económica", incidió.

Esa Fiscalía es una de las "prioridades" del Ministerio de Justicia en el marco de la Presidencia Europea, y, aunque "llevará su tiempo" ponerla en funcionamiento, "ya se ha dado el paso inicial para que pueda llegar a establecerse en un plazo razonable", tal y como establece el Tratado de Lisboa.

En cuanto al blanqueo de capitales, el fiscal general incidió en que, aunque España es uno de los países europeos que está luchando de manera "más dura y eficiente" contra esta delincuencia, la zona del Mediterráneo, y más concretamente la costa del Sol, con mucho "potencial de riqueza", atrae este tipo de criminalidad y se han detectado secciones de mafia procedente de países de Europa del Este, la más "peligrosa", y del sur de Italia.

"A veces el blanqueo de capitales parece al ciudadano algo alejado, pero se trata de un oscurecimiento de bienes que proceden de actividades ilícitas, que a veces alcanzan hasta la farándula", señaló Conde-Pumpido, quien recordó que precisamente en la costa del Sol hay puestos en marcha tres "macroprocesos" relacionados con el blanqueo, como es el caso Minutas, Ballena Blanca y Malaya.

A su entender, el dinero que se intenta blanquear procede fundamentalmente del narcotráfico, el terrorismo, el tráfico de seres humanos o de armas, y "obviamente" de la corrupción. Para detectar este tipo de operaciones financieras fraudulentas, la Fiscalía se encuentra con el problema de que "las fronteras han desaparecido para los delincuentes" pero no para nuestros sistemas jurídicos, que "todavía son contemplados desde una perspectiva estrictamente nacional".

Más organización criminal

"Hoy día los traspasos de fondos a través de sistemas sofisticados de carácter financiero o a través de los medios informáticos se producen con una enorme facilidad, y los criminales cada vez se organizan mejor", incidió Conde-Pumpido, que aseguró que el Estado también responde a esta criminalidad "con instrumentos cada vez más efectivos".

Así, recordó la aprobación de la Ley de Prevención de Blanqueo, que introduce un fichero de titularidades financieras para que el Ministerio Público o las autoridades judiciales pueda saber del cualquier desvío de fondos que se produzca, y que permitirá "no tener que dirigirse una a una a las instituciones financieras para localizar las transferencias de fondos originarios de blanqueo, sino en un lugar centralizado, para que los servicios de inteligencia financiera pueda luchar contra eso". De igual forma, la reforma del Código Penal también "introduce instrumentos más efectivos", y también órganos como Eurojust permiten perseguir con eficacia este tipo de delincuencia.

En lo que respecta a los paraísos fiscales, Conde-Pumpido indicó que después de los atentados del 11-S en Nueva York todos los países del mundo están haciendo un "esfuerzo importante" para hacerlos "desaparecer" y ya los servicios de inteligencia financiera "llegan a cualquier lugar". El fiscal hizo en ese sentido referencia al caso Gürtel, en el que se están llevando a cabo investigaciones en Suiza y paraísos fiscales en el Caribe.

El secretario de Estado para la Justicia, Juan Carlos Campo Moreno, manifestó por su parte que el Gobierno "no descansa en la lucha contra estas bolsas de impunidad", y, aunque cada vez los instrumentos que utilizan las organizaciones criminales sean más "sofisticados", el Estado cuenta con los suficientes mecanismos "para defenderse". "La idea de que los delitos de cuello blanco no afectan al ciudadano está ya completamente superada", mantuvo.

Para Campo Moreno, la "preocupación" del Estado le ha llevado a poner en marcha la Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales, y la "importante" reforma del Código Penal, que "afina" los delitos y que establece una "importante respuesta" a la corrupción, una "lacra que nos invade", para que ésta "no campe por sus fueros y se pasee".

Saben aquél... del economista, el matemático y el contable

Carlos Sánchez

Algunos economistas suelen contar un chiste que merece la pena recordar estos días. Un matemático, un contable y un economista acuden a una entrevista de trabajo. El primero en entrar es el matemático, y su entrevistador le pone a prueba con una pregunta absurda. ¿Cuánto son dos y dos?, le espeta. El matemático, sin titubear y un tanto contrariado, le responde de un tirón: ‘Por supuesto que cuatro’.

A continuación entra a la sala el contable, y el entrevistador le hace la misma pregunta. ¿Cuánto son dos y dos? ‘De media, son cuatro’, le contesta el contable. Ya se sabe la obsesión de los contables por cuadrar balances. El último en entrar a la sala es el economista, quien nada más escuchar el problema de labios de su interlocutor cierra las puertas y entorna las ventanas para asegurarse que nadie le pueda oír. ‘¿Cuánto quiere usted que salga?’, le susurra al oído.

A veces escuchando al presidente del Gobierno da la sensación de que Zapatero se ha convertido en una especie de aprendiz de brujo de la economía. Utiliza las estadísticas de forma torticera y últimamente saca pecho con un argumento: España está mejor de lo que dicen los mercados. En particular en lo relacionado con el stock de deuda pública. Y es verdad que España cerró el año pasado con un endeudamiento público equivalente al 53,2% del PIB, 25 puntos menos que en la eurozona.

Sostiene Zapatero, igualmente, que gracias a ese bajo nivel de endeudamiento, el pago de intereses representa únicamente el 2% del PIB, muy por debajo del 3% que, como media, destinan los países de en este documento. Prácticamente igual que la eurozona.

Se dirá, entonces, que no hay problema, ya que estamos como ellos. Pero con una diferencia. Mientras que en la eurozona la carga de intereses crecerá ligeramente gracias a los bajos tipos de interés que han abaratado la deuda (aunque haya crecido el desequilibrio fiscal) en España aumentará nada menos que un 72%. O dicho en términos más elocuentes. Si este país se gastó el año 2009 -presupuesto inicial- 17.400 millones de euros en el servicio de la deuda, en 2013 es muy probable que esa cifra se haya ya duplicado, hasta el entorno de los 35.000 millones de euros. Una cifra, como se ve, al menos inquietante.

Una verdad a medias

El Gobierno puede argumentar que, efectivamente, la cantidad es relevante, pero no hay que olvidar que en los años 90 el pago de intereses llegó a rozar el 5% del PIB. En concreto, un 4,8% entre 1992 y 1996. Estamos, de nuevo, ante una gran verdad. Aunque sólo a medias. España logró reducir aquella carga financiera insoportable gracias a la contención del gasto público, pero sobre todo por el efecto escalón que supuso pasar de unos tipos de interés cercanos al 10% en los últimos años de la peseta, a unos tipos que tras el nacimiento del euro llegaron a situarse en el entorno del 2%. Como se ve, mucho ahorro que no volverá a reproducirse por razones obvias. El único recorrido que tiene el precio del dinero en los próximos años es al alza.

Lo que sucedió ayer en los mercados de deuda es significativo. El atormentado Tesoro Público tuvo que pagar un 3,58% por colocar bonos a cinco años. ¿Mucho o poco? Desde luego bastante más que el 2,75% de hace menos de un par de meses, el 10 de marzo. ¿Y saben cuánto costará esta sangría a los contribuyentes? Pues teniendo en cuenta que el Tesoro emitirá este año unos 225.000 millones de euros, si se consolida un diferencial de 100 puntos básicos con Alemania, esto significa ni más ni menos que esos malditos bastardos que responden al nombre de mercados nos van a costar más de 2.000 millones de euros. Ya puede el Fiscal General del Estado echarlos un galgo, como sugirió ayer. Lo peor, sin embargo, es que la fiesta no ha hecho más que empezar.

Las probabilidades de que el Reino de España quiebren son nulas (otra cosa es que se vea obligado a refinanciar una parte de su deuda), pero lo que está claro es que España ha bajado a la segunda división y durante mucho tiempo tendrá que convivir con diferenciales situados entre 100 y 200 puntos básicos respecto de Alemania. Exactamente lo mismo que le sucedió a Italia durante la última década.

También se podrá decir que 35.000 millones de euros en pago de intereses al año no son mucho para un país cuyo producto interior bruto equivale a 1,05 billones de euros. Pero la comparación sería más correcta si se hace respecto del gasto total y no del PIB.

Un país hipotecado

Volvamos a utilizar las cifras de la UE. Según la Comisión Europea, en 2011 el gasto público total de España equivaldrá al 44,7% del PIB (con unos ingresos previstos del 35,9%). ¿Qué quiere decir esto? Pues que cerca del 8% de los recursos públicos se destinarán sólo al pago de intereses. Pero es que si se elimina la Seguridad Social (que se autofinancia) se estaría hablando de que este país se gastará en los próximos años alrededor de doce de cada cien euros sólo en el servicio de la deuda.

La deuda pública volverá, por lo tanto, a ser la partida más importante del presupuesto, incluso por encima del desempleo. De hecho, si se suman estas dos partidas eso significa que cuando el ministro de Hacienda de turno comience a elaborar las cuentas del reino, ya sale con un déficit de 60.000 millones de euros, cantidad que debe asumir sin mover una coma para respetar los compromisos adquiridos. El pago de la deuda es sagrado (salvo que se baya a una reestructuración como están descontando los mercados), y lo mismo sucede con el desempleo, salvo que se quiera caer en estallidos sociales como en Grecia.

O dicho con otras palabras. Este país se gastará en pagar la deuda dos veces y media más de lo que destinará este año a infraestructuras. Como se ve, un modelo de gestión de los recursos públicos.

La evolución del endeudamiento, por lo tanto, sí es un problema. Y si no que se lo digan a Italia, cuyo servicio de la deuda llegó a representar entre 1992 y 1996 un extraordinario 11,6% del PIB. Ni que decir tiene que ese modelo de crecimiento basado en pedir dinero al exterior era insostenible, y eso explica que cuando comenzó a retirarse la metadona con la que crecía la economía italiana, el país ha permanecido estancado durante al menos una década. Exactamente lo mismo que le puede suceder a España, que como se ha demostrado -y habida cuenta del enorme apalancamiento de los agentes económicos privados (familias y empresas)- se ha venido abajo cuando le han retirado la gasolina. O sea, el crédito.

Hay que decir en honor a la verdad que Pedro Solbes, que ha sido una calamidad como ministro, tuvo la visión estratégica de dedicar buena parte de los superávits presupuestarios anteriores a la crisis en reducir el stock de deuda, y eso ha dado capacidad de maniobra al Gobierno para articular políticas anticíclicas. Decir que Elena Salgado es la ministra de Economía no es más que un juicio de intenciones.

Pero dicho esto, lo que no parece razonable es que el Gobierno presuma de una insensatez, como es pensar que los mercados no leen los papeles. Los leen y pasan factura. Y ahí está lo que sucedió ayer. Entre otras cosas debido a algo extraordinariamente importante. Un aumento de las rentabilidades supone en paralelo un descenso de los precios de los activos (bonos u obligaciones), y eso va directamente contra el balance de los bancos y cajas españolas, que en buena medida son quienes han comprado ingentes cantidades de deuda pública. Y sólo le faltaba esto al sistema financiero. Empezar a dar pérdidas por la caída del valor de sus activos.

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