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Entrevista Antonio Garrigues Walker. Fundador de Transparencia Internacional España

'Debería saberse más sobre la venta de terrenos y los sueldos públicos'

Preside el despacho de abogados Garrigues, el bufete más grande del país. Y apuesta por que el ciudadano español tenga el derecho de reclamar cualquier información sobre las instituciones públicas al igual que en el resto de la Unión Europea

Gabriela Díaz Figuls - Madrid

Fundador del capítulo español de Transparencia Internacional, ONG que escruta las instituciones públicas y juzga su claridad, Antonio Garrigues Walker, 76 años, habla de modo pausado, modula el tono de voz, enfatiza sus argumentos con movimientos de manos y expresividad en la mirada. Este abogado de renombre se desenvuelve con maestría en el complejo arte de la oratoria. Una virtud con reminiscencias anglosajonas, que quiere hacer reinar el mensaje por encima de todo.

Los mercados examinan España. El Ministerio de Economía dará hoy datos por primera vez de ejecución presupuestaria de las comunidades. ¿Qué más se puede hacer?

Muchísimas cosas. Pero es necesario voluntad política. Y ¿cómo se origina? Con más transparencia. Debería saberse más sobre la venta de terrenos y los salarios públicos. ¿Cuál es el proceso de venta? ¿Quién es el comprador? ¿Cuál es el precio? En los países europeos hay una ley de acceso a la información pública. Todo ciudadano tiene derecho a saber cualquier cosa sobre las instituciones. Es un asunto pendiente con la UE. Solo Grecia, Malta y España son los únicos países que no disponen de esta norma.

¿Son los mercados los que regulan?

Lo que produjo la crisis financiera fue el no poner límite alguno a la avaricia. En EE UU existe una auténtica conciencia sobre quién ha sido el culpable. Pero el mundo financiero no quiere regulaciones ni más controles y atacarán al máximo la ley Dodd-Frank (reforma legislativa de los servicios financieros estadounidenses). Quieren volver a crear las mismas condiciones que se daban cuando se originó esta gigantesca crisis. Yo soy liberal y no muy partidario de la regulación del Estado en cada detalle. Pero debe haber una autorregulación para que no vuelvan a repetirse estas condiciones. Debe iniciarse una regeneración ética. La ciudadanía no es estúpida y lo está pidiendo.

¿Y no decayó esa demanda pasada la euforia de la llegada de Obama?

Obama no tuvo nada que ver con la crisis. Pero en política, pasados seis meses, ya no puedes culpar al anterior Gobierno. La recesión penaliza a los Ejecutivos de forma tremenda. Y es lo que está pasando allí. Es importante porque se habla de una pérdida de poder hacia China. Pero no es cierto, EE UU sigue siendo aún el único país que puede liderar el mundo. Solo la UE podría ser una alternativa, pero entonces resurge la famosa pregunta de Kissinger, ¿cuál es el número de teléfono al que se llama cuando se quiere hablar con Europa?

¿Eso ha quedado patente con la crisis de deuda soberana?

En Europa los que cuentan de verdad son Alemania, Francia y Reino Unido. Y lo normal, aunque se suele pensar lo contrario, es que no se pongan de acuerdo. Alemania está resentida porque cree que ha ayudado a Europa más de lo que corresponde y se encierra en sí misma. Luego está el problema del recrudecimiento de los nacionalismos. La imagen del Viejo Continente ha quedado muy dañada. Es una idea que pierde fuerza y que llega hasta fatigar. Fuera de aquí no se entiende por qué no se avanza ni siquiera en la unidad económica.

¿Pero no podría ser la crisis un revulsivo para crear más Europa?

Eso pensaba yo, pero el peso de los nacionalismos es tal que no se ha logrado una unidad fiscal ni siquiera habiendo unidad monetaria.

¿Entonces los mercados dominan?

Estados Unidos no solo inyecta dinero para estimular la economía, sino para que el dólar se devalúe y poder competir con China, que a su vez mantiene artificialmente el nivel del yuan. Y si dejamos que esta cadena continúe... Parece como si la globalización crujiera. Al mismo tiempo, la interdependencia es total. Ahí comienza el poder de los mercados, que es el mejor sistema para distribuir la riqueza. Pero un liberal no debe sacralizarlos. Si éstos no funcionan bien, puede haber una imposición por la vía legal. A pesar de todo, estoy seguro de que la crisis se solventará. La humanidad siempre va a mejor, no va a peor.

¿Imagina una Europa sin euro?

Ahí no tengo ningún miedo. Primero se hablaba de Grecia, luego de Irlanda, ahora de Portugal. Después nos tocará el turno, pero no sin antes pasar por Bélgica e Italia que está mucho peor que nosotros. Porque los que opinan que España está mal se equivocan radicalmente. Hacemos la cadena, ¿y? Nadie quiere ir al caos, así que Europa pondrá en marcha una política para parar ese proceso.

El poder anglosajón y el del resto del mundo

Transparencia es un concepto que nunca pasa de moda. Pero fenómenos como el de Wikileaks han supuesto un paso más allá. "El mundo de la comunicación no puede aceptar ningún límite. Representa la libertad, por lo que defenderá cualquier tipo de información sea cual sea su origen", apunta Garrigues Walker. En su opinión, el debate pivota sobre el lugar en el que colocar las fronteras. "No le doy mucha importancia. La gente entenderá que en el mundo diplomático se hacen y se dicen esas cosas. El problema, como todo en la vida, son los límites. ¿Puede publicarse cualquier información sobre lo que sea sin frontera alguna?".

Y dentro de esas barreras se encuentra el campo de juego de los medios de comunicación. Preguntado sobre la relación entre prensa y mercados, lanza una idea inquietante: tienen su parcela de culpa "debido a su propio grado de polarización". Y arroja alguna reflexión sobre las dificultades de la economía española reflejadas de forma dramática en diversos medios anglosajones. "Ellos tienen las agencias de calificación y la prensa que influencia en lo que pasa en el mundo. El inglés es, además, la lengua franca. Tienen todas las de ganar". Garrigues opina que aunque no sean conscientes de esa actitud, estos medios nunca han tenido simpatía al euro, ni son partidarios de una Europa fuerte. "Durante un tiempo la moneda única tuvo una gran vigor como divisa internacional y era algo que no les gustaba nada". Como balance a todo poder, debería surgir una Europa unida y que avanzara, "ya que su capacidad política ahora mismo es nula. ¿Aquí quién manda? Ellos".

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