sponsor

Cambiar tamaño del texto


Sports

Tamaño del texto: 10 12 14 16 18

SE BUSCA NACIÓN ALTERNATIVA

Rosa Díez

Si no fuera trágica, la cosa sería cómica. Pero es trágico que el Presidente de un Gobierno democrático no sepa, a estas alturas, que no hay más nación política que la nación jurídica. Que es la ley la que hace nación, no el sentimiento identitario, ni la lengua, ni el folklore, ni los atavismos históricos más o menos consistentes o inventados.

No Sirve para nada no vale proclamarse nación para serlo. No vale decir “somos nación porque nos sentimos nación”. Bueno, se puede hacer, a nadie se le tapa la boca para que no lo haga; pero no tiene ningún efecto jurídico. Y como no tiene ningún efecto jurídico, pues no tiene ningún valor político.

Que estas cosas haya que explicárselas (sin ningún aprovechamiento, como se ha visto) al Presidente del Gobierno resulta del todo descorazonador. Y no deja de ser una constatación del peligro que corremos mientras este hombre esté al frente del Gobierno y tenga en sus manos instrumentos para desbaratas más el Estado de Derecho.

Estábamos acostumbrados a escuchar a los nacionalistas invocaciones a la nación sentimental. Formaba parte del paisaje que alguien se levantara en las Cortes, o en cualquier parlamento autonómico, para hablar de sus sentimientos de pertenencia. Pero que el Presidente del Gobierno apele a una nación política diferente de la jurídica es algo superior a lo que cualquiera podría esperar. Como contaba ayer Santiago González en su blog, creíamos que después de aquella tontería de “la nación es un hecho discutible y discutido” ya habría aprendido algo; al menos a callarse los pensamientos bobos. Pero no: bastó un debate envuelto en su vocación de interpretar el propio orden constitucional para que insistiera en su vocación, adanista hasta para esto.

Yo no se de donde se ha sacado este hombre que la sentencia del TC admite la nación política (me dijo en su replica segunda que lo hace expresamente) sin valor jurídico. Ya se que es imposible, que tal supuesto sería tal barbaridad que situaría a España fuera de la norma común que define el Estado de Derecho. Pero le ví tan confiado en su argumento que busqué el párrafo del TC por ver si los magistrados lo habían escrito en plan “abogado” y cabía que una mente obtusa (o interesada) lo interpretara de otra manera que la única posible en una democracia moderna: que la lay hace la nación y no al contrario.

Y no, no tiene el Presidente esa disculpa: ni siquiera él puede interpretar de otra manera lo que dice la sentencia:

«De la nación puede, en efecto, hablarse como una realidad cultural, histórica, lingüística, sociológica y hasta religiosa. Pero la nación que aquí importa es única y exclusivamente la nación en sentido jurídico-constitucional. Y en ese específico sentido la Constitución no conoce otra que la Nación española».

¿Será que no lee y cita los resúmenes que le hacen? Será que cree que los demás no leemos? ¿Será que no sabe ni siquiera las cosas básicas que conforman el Estado de Derecho? ¿Será que cree que los demás no sabemos?

En todo caso, sea por lo que sea, qué triste destino el nuestro: Rajoy conminado por su jefe de estrategia a no hablar de estas cosas (vean las normas que le dicta a través del móvil) y Zapatero abrazando la nación sentimental que siempre persiguieron y quisieron imponernos los nacionalistas. Como me decía ayer un amigo: “A partir de ahora cuando se diga el Estado de la Nación habrá que especificar. ¿Estado de la Nación sentimental? Felizmente casada, gracias”.

Pues nada, a insistir: No nos interesa ninguna nación sentimental. Sólo nos interesa la nación democrática española de ciudadanos libres e iguales cuyos derechos define y ampara nuestra Constitución. Y nos interesa la unidad de la nación española para garantizar esos derechos. Por eso y para eso la vamos a seguir defendiendo con tanta fuerza como podamos. En todos los lugares de España. A la nación ya a sus símbolos.

Eso, y no otra cosa, es lo que queremos defender cuando exclamamos: ¡¡¡Viva la Constitución!!! Eso, y no otra cosa, es lo que defendemos cuando, también nosotros, exclamamos: ¡¡¡ Viva España!!!

Fashion