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Gane un piso en la playa? No, gracias

@María Igartua - 10/06/2010 06:00h

¿Gane un piso en la playa? No, gracias

Quien no haya mandado un SMS para ganar uno de los 500 coches que se sortean, un piso en la playa, mil euros al mes durante un año o el pago de cinco años de hipoteca que tire la primera piedra. De sobra es sabido, o debería serlo, que salvo la lotería de Estado, la Once y la Cruz Roja, que están exentos de impuestos, el resto de los premios no son tan chollo como parece o pueden estar envenenados si el emisor de los mismos no hila fino el contrato o el receptor desconoce la letra pequeña.

La polémica en torno a este tipo de concursos es tan antigua como el famoso Un, Dos, Tres, de Televisión Española o el Precio Justo, cuando se comenzaron a conocer las historias de los no tan afortunados como parecían ganadores.

El primer problema que plantea este tipo de concursos es que realmente se desconocen las bases, por mucho que aseguren que están depositadas ante notario. Y es que, la típica expresión “bases depositadas ante notario no sirven de nada cuando nunca dicen cuál es el notario para poder irlas a consultar”, asegura a Cotizalia.com, Joaquín Borrell, Notario en Valencia. “Tendría mucha mayor difusión si las bases las depositaran en un medio de comunicación, por ejemplo, para su publicación”.

“Lo importante de esas bases es conocer cómo se va a tributar”, asegura Abel García Rodríguez, de Ceca Magan Abogados. “De esta manera, hay que distinguir entre los premios en metálico y en especie”, asegura. En el primer caso la ley contempla el 19% de retención de la cantidad recibida.

Esta la retención la puede llevar a cabo el emisor, con lo cual el ganador sólo tienen que hacerlo constar en su declaración de la renta correspondiente y, en lugar de recibir los 1.000 euros de turno, se embolsa 810 euros; o tener en cuenta que de los 1.000 euros que ha recibido tendrá que pagar 190 euros en concepto de impuestos.

El problema viene cuando el sorteo no contempla un premio en metálico. Así, el ganador tiene que tener en cuenta que si le ha tocado un viaje valorado en 6.000 euros y el emisor no practica un ingreso a cuenta con el porcentaje de retención correspondiente, a la hora de hacer la declaración de la renta le tocará llevarse un susto de 1.710 euros, ya que ese viaje se computa como rendimiento de una actividad “aunque esta haya sido simplemente meter un cupón en un sobre”, asegura Borrell.

Más peliagudo es el tema de ‘consigue un fantástico piso en la playa’, como la última propuesta de Antena 3. En este caso, más vale tener el asunto bien atado para no encontrarse sorpresas desagradables.

En primer lugar, es importante saber si el emisor del concurso ha depositado un ingreso en cuenta por el 20% del valor del inmueble. Además, hay que tener en cuenta otros impuestos como el IVA, escriturar o el ITP. Si el piso se está comprando libre a nombre del ganador, el impuesto de transmisiones etc.

De esta manera, si la vivienda se está comprando directamente al promotor toca pagar el 0,5% más el porcentaje establecido por cada Comunidad Autónoma por los actos documentales. Mientras que si la vivienda se está comprando a un particular, habrá que pagar el 7%. De esta manera, si el emisor no se hace cargo de estos pagos, el afortunado ganador se puede encontrar de entrada con que 30 días después de firmar las escrituras tiene que pagar 12.000, 14.000 o lo que sea y si no, se enfrenta directamente al embargo.

Asímismo, este tipo de premios produce una alteración patrimonial y son cuantías expuestas al IRPF y tributan en la base general al 43%.

Así, por ejemplo, un ganador podría verse obligado a pedir una hipoteca sobre el piso que ha recibido para hacer frente a los impuestos derivados del mismo.

Es lo que ha ocurrido en Estados Unidos con el programa equivalente a “Esta Casa era una Ruina” que se emite en Antena 3. La diferencia con España, es que en el “Extreme Home Maker”, realmente los elegidos recibían una casa nueva, ya que el esquema de construcción estadounidense, basado en madera y pladour, permite tirar una casa abajo y construirla nueva en siete días, normalmente el doble de grande de la original.

Por ello, muchos de los ganadores se han visto obligados a poner en venta su nueva casa para poder pagar los impuestos y la manutención de su premio envenenado.

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