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La estela del terrorismo en Asturias.

Las víctimas no quieren olvidar

Las viudas de dos agentes rechazan que se concedan beneficios penitenciarios a Otegui."Los terroristas eligieron su destino libremente y a nosotros nos destrozaron la vida", relatan.

PILAR CAMPO

Gema López, a la izquierda, y María Angeles López rechazan la reducción de condenas para los terror
Foto:PABLO LORENZANA

RE Nn la década de los años 80, los comandos operativos de ETA y GRAPO buscaban como principales objetivos para cometer sus acciones más sanguinarias a los integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado. Las familias de sus víctimas lloraban su duelo en sus casas, sin presencia de autoridades y alejados de la atención mediática. Tres décadas después, sus viudas y huérfanos se resisten a permanecer en silencio cuando escuchan, perplejos, cómo sus asesinos y el entorno terrorista que les alienta apelan a la justicia para lograr su excarcelación por razones humanitarias para evitar el sufrimiento y la angustia que les causaría a sus propios hijos su permanencia en la cárcel, como ha argumentado recientemente el dirigente vasco Arnaldo Otegui.

INDEFENSOS La mierense Gema López Quintanal perdió a su marido, el cabo primero de tráfico José Luis Vázquez Platas, el 4 de octubre de 1980, apenas cinco meses después de contraer matrimonio. Cuando fue asesinado por el Comando Araba de ETA ella estaba embarazada.

Ambos se habían conocido en la discoteca Faus de Mieres. "En aquella fecha, sólo me dejaban salir dos horas de noche de casa y cuando le ví en la discoteca fue como un flechazo; supe desde el principio que era el hombre de mi vida", rememora.

Tras cinco años de noviazgo, la pareja decidió casarse el 10 de mayo de 1980, pero la alegría les duró poco. Cinco meses después de contraer matrimonio, Gema quedaba viuda. Pasaba a engrosar la lista de víctimas del terrorismo de ETA.

El 4 de octubre de 1980 era sábado y a José Luis Vázquez le tocaba librar del servicio. Ese día se iba a celebrar una carrera ciclista en Salvatierra (Alava), donde estaba destinado, y, a última hora, le avisaron que tenía que suplir a un compañero. Gema López mantiene vivo el recuerdo del día del atentado como si fuera hoy. "Comimos juntos y se incorporó al trabajo a las tres de la tarde. Una hora y cuarto después, se producía el atentado", relata.

José Luis Vázquez, de 31 años, estaba junto a sus compañeros de patrulla Avelino Palma Briola, de 31 años, casado y padre de dos niños de 2 y 3 años, y Angel Prado Mella, de 27 años. Un vehículo Simca 1.200 se acercó a su altura. Tres personas participaron en el atentado: el cura del pueblo, Ismael Arrieta Pérez de Mendiola, que fue condenado por facilitar la información al comando en su calidad de cómplice, y los terroristas Ignacio Aracama Mendía, Macario , y José Lorenzo Ayestarán Fanekas .

"Al bajar del coche, los terroristas pegaron sendos tiros en la nuca a Avelino y a Angel. A José Luis le dispararon, pero tenía en la guerrera del uniforme unas monedas, cerca del corazón, que rebotaron el tiro y quedó herido en un brazo. El se escondió junto a un coche y fueron los vecinos del pueblo, entre los que estaban el cura y la alcaldesa, los que gritaban que todavía se movía. Los terroristas se acercaron a él y lo remataron", describe su viuda.

SU OXIGENO Gema López estaba en casa cuando oyó unas sirenas, pero no le dio mayor importancia hasta que sonó el timbre de su puerta. Al abrir y ver a dos compañeros de su marido, entre ellos al que había sustituido ese día, no necesitó más comentarios. "Supe ya qué había pasado", admite.

En la década de los 80 ETA era muy activa. Había siete u ocho muertos cada semana porque los comandos buscaban que sus acciones tuvieran una gran repercusión. "Mi marido me decía: hoy han caído dos; hoy tres; pero no noté que tuviera miedo", afirma.

El tiempo no ha cicatrizado su herida y asegura convencida que es difícil que vuelva a ser la mujer optimista que era antes del asesinato. "El atentado me cambió los biorritmos. No voy a perdonar ni a olvidar jamás a los sin nombre", dice en alusión a los terroristas. Apenas ve la televisión y no quiere oír hablar de negociación con los terroristas de ETA porque todas las esperanzas de treguas acaban siempre en frustración. "Prefiero dedicar el tiempo a leer o escribir", apunta.

Su mayor apoyo ha sido el médico psiquiatra Agustín Cabezudo del que habla maravillas porque "me ha ayudado mucho cuando me daban crisis de ansiedad o de angustia". Pero su mayor motor y apoyo para seguir ilusionada en el día a día ha sido su hija que nunca llegó a conocer a su padre. "Ella ha sido sin duda mi oxígeno", dice Gema muy emocionada.

Macario fue condenado a una pena de 60 años de cárcel y el sacerdote Ismael Arrieta a 30 años de prisión, pero en el año 2005 el Tribunal Supremo les rebajó la condena a 18 años de prisión. José Lorenzo Ayestaran Legorburu, Fanekas , fue detenido este mes en Francia. La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha solicitado su extradición para que sea juzgado por su autoría en el triple asesinato.

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