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Violencia ó política frente al Estado de Derecho

Escrito por Bonhamled

Otegi cara a cara frente a un miembro de la ertzaintza.

En el mundo abertzale radical se enfrentan dos líneas, la de buscar exclusivamente las vías políticas y los que buscan todas las vías posibles, incluida la violencia
Este es el segundio artículo de una serie sobre el futuro cercano del fin de la violencia en el País Vasco. Al final del mismo encontrarás los enlaces a las partes anteriores

En el primero 'ETA en 2010' revisaba someramente las circunstancias actuales que hacen que ETA se encuentre en el momento más débil de su historia, no solo desde el punto de vista militar, mayor número de componentes en la cárcel, sino económico, social e ideológico.

En este segundo artículo se evalúa la posibilidad de una evolución de la línea de actuación actual violenta, apoyada por la política, negada y bloqueada por la Ley de partidos, hasta una posibilidad estrictamente política admitiendo los principios Mitchell.

Como comentaba en el anterior artículo, la situación de anoxia social, política, económica, militar y de activistas del entorno de ETA ha generado no pocas controversias y debate en el seno de una banda donde antes la disidencia marcaba una X de liquidacionista, de infausto recuerdo como en el caso de la asesinada por la banda, Yoyes. En estos tiempos han surgido figuras que aglutinan la necesidad de abandonar la lucha armada y ceñirse a parámetros estrictamente políticos, pero todavía sin generar rupturas abiertas. Este es el caso de Arnaldo Otegui desde el entorno político, Josu Ternera en el militar, el histórico Diéz Usabiaga en el sindical, bastantes presos, algunos de ellos notorios, como Urrusolo Sistiaga o Pakito desde la cárcel e históricos del mundo abertzale como Julen Madariaga o Tasio Erkizia.

Otro grupo busca un desescalamiento del conflicto hasta dejarlo en un diálogo o dialéctica enimente y exclusivamente política

De esta manera conviven en el mundo esquizofrénico de ETA dos corrientes, la que abogan por un continuar hasta el infinito, o la victoria que dicen, con la lucha 'en todos los frentes', esto aplicando la violencia y la muerte junto con la política. Otro grupo, el de los disidentes de esta línea histórica que buscan un desescalamiento del conflicto hasta dejarlo en un diálogo o dialéctica eminente y exclusivamente política.

Las diferencias entre estos dos puntos de vista se pusieron de manifiesto en la lucha, casi a golpe de pistola, entre los jefes de ETA, Thierry y Txeroki, que estuvo cerca de originar una ruptura de la banda. Con la detención de ambos posponiendo el necesario debate interno, y un juicio sumarísimo al segundo que solo evitó la expulsión mediante una 'carta de arrepentimiento', el debate y la discusión se trasladó a todo el colectivo etarra, lo cual se dió en 2008 y 2009. La detención del colectivo Bateragune, que tenía como intención remodelar y controlar el frente político, se ha saldado con la generación de este debate que siempre se ha controlado 'manu militari' dentro de la banda.

Este debate se ha llevado a cabo entreverado con los golpes policiales, judiciales y políticos, encarcelamientos de los elementos y mandos de la organización y dando lugar y base para aquellos que piensan que la lucha armada al fin y a la postre solo acabará con la locura del movimiento independentista en la cárcel y alejado de sus bases en una grapización previsible. En el ínterin, expulsiones de presos, creación de movimientos que intenten frenar la pérdida sin fin de militantes y una laxitud de las acciones tanto en la calle como en la cárcel que denotan una quietud tensa a la espera de un futuro que viene a grandes trancos.

Este debate también se ha trasladado posteriormente a las bases sociales de la izquierda abertzale que han repetido, literalmente y sin falla, el mismo dictamen que los más duros de la banda, pero, sin embargo, la gran novedad de todo este proceso, la verdadera piedra de toque del movimiento es tanto la acción de consultar la dirección a seguir como lo de dejar abierta la puerta a movimientos de acercamiento hasta llegar a la acción política como exclusivo método. Sin embargo, en este momento las posturas compartidas de los gobiernos español y francés, tanto más tras la muerte del gendarme galo, no se inscriben en la labor de 'colaborar' con las treguas o diálogos trampa que más fortalecen a ETA, que buscan una salida al terror, sino a continuar la presión.

La tesis de los más violentos, Mugarri, busca la continuación de los frentes políticos y militar mediante acciones de peso que devuelvan la confianza a sus bases, de ahí el reciente, alarmante y sorprendente anuncio del Ministro del Interior, Rubalcaba, sobre una posible acción espectacular de ETA en forma de secuestro o atentado bomba. El desmantelamiento de la intentona de reproducir un laboratorio de ETA en Portugal incide sobre este pensamiento, un lugar desde el cual poder entrar a España fuera de la presión que existen actualmente en el sur de Francia. Las diferentes caídas de la cúpula, cada vez con menos santuarios y menos aliados, incide en esta sensación de 'últimos de Filipinas'.

Por otro lado, la ponencia Alsasua, Altsasu en euskera, busca el abandono de este escenario de camino cerrado para optar por una negociación con el Gobierno, actualmente cerrada a cal y canto, para lo cual sería necesario generar un nuevo punto que pasaría, sin lugar a dudas, por una paz que tuviera como apellidos formales el abandono de las armas y la aceptación de la democracia y el Estado de Derecho. El 'filtrado voluntario', luego desautorizado, de una carta de Arnaldo Otegui, ha intentado, sin suerte, abrir esa puerta para que el aire fresco liberara las lenguas y las mentes en ese mundo. Por desgracia, la inercia y el peso de los más radicales entre los más violentos todavía es el preponderante. Sin embargo, el hecho de disentir en público, o 'casi' público, ya indica un cambio de actitud importante que no ha de dejarse de lado.

Las posturas compartidas de los gobiernos español y francés no se inscriben en la labor de 'colaborar' en las treguas o diálogos trampa
Un cambio significativo en la postura de la izquierda abertzale cercana a ETA en relación con la violencia podría devolver a éstos a la política, ya sea acatando la Ley de Partidos, pudiendo volver a los cuarenta consistorios donde ANV tiene representación en el País Vasco y Navarra y, también, accediendo a los recursos económicos y de visibilidad social que han perdido.

Evidentemente, todos los guiños por parte del estado van dirigidos a favorecer esta opción, que implicaría eliminar la amenaza de la muerte en el ámbito político y social del País Vasco y España pero sin ceder, al menos en lo evidente, a una pulsión que haga decrecer la presión sobre los violentos. Los exabruptos de Mayor Oreja casi anatemizando al Gobierno por un diálogo que no se ha dado, luego matizado por sus propios compañeros del PP vasco, pone un escollo a esta política de unidad y certero movimiento al lado de ETA que se ha dado tanto en el propio País Vasco como en Madrid, con algúnos episodios de distancia entre los grandes partidos.

En estos primeros meses del año 2010 la puesta de manifiesto de la más que evidente relación, sino colaboración, entre el Gobierno de Venezuela y ETA, con las FARC como trasfondo, pone un punto aún más de presión sobre los terroristas que ven que tanto sus valedores internacionales como sus santuarios y lugares de exposición de ideas van desapareciendo. Solo la sospecha de guerra sucia en la reciente aparición epifánica de Jon Anza pone algo de sombra a este panorama que para la banda del hacha y la serpiente se muestra con el color gris de la sombra de la cárcel. En el otro lugar de la balanza la detención casi ininterrumpida, cae un etarra cada dos días de media en los últimos meses, acucia a la banda para tomar una acción cada día más presurosa por mucho que sus comunicados maximalistas y posibilistas, el último de hace unas semanas, intenten dar una confianza que realmente casi no existe.

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