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La caradura de algunos diputados con sus "extras" colma el vaso.

La cara dura de los diputados Gallegos y la de.... toda nuestra casta política.
Han llegado algunas de sus Señorías a tal descrédito por servir a la soberanía nacional que no se cortan en sus actividades fuera del Hemiciclo. Tal alarde pasará factura.
Miguel Ángel Cortés es uno de los diputados que más activades extraparlamentarias acumula.
Apenas 100 de los 350 diputados del Congreso se dedica en exclusiva a su labor política. El resto complementa sus ingresos parlamentarios -entre 4.500 y 6.500 euros mensuales- en tertulias, consejos de administración, patronatos de fundaciones, cursos, conferencias, bufetes, universidades,…

Muchos, como el popular Miguel Ángel Cortés aglutinan más de media docena de actividades extraparlamentarias. El ex secretario de Estado con José María Aznar es uno de los más atareados. Además de miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PP y portavoz de su grupo para las Nuevas Tecnologías, suma su condición de vocal de los Patronatos de las Fundaciones Silos, Alberto Jiménez Arellano, Alonso y Barcenillas, Legado Francisco Pérez González, además de consejero de Konecta, S.A, o miembro del Patronato del Museo Reina Sofía o de Architecture and Designe Committée del Museo del Arte Moderno de Nueva York, pero también administrador de la Sociedad Torozos legal SL, a través de la que ejerce la actividad de abogacía. ¡Uff!

¿Podrá ejercer su tarea parlamentaria con tanto trajín? ¿Será capaz de atender todas estas actividades, entre ellas un bufete de abogados, un consejo de administración, fundaciones varias, y no descuidar su labor de representante de la soberanía nacional, amén de la Ejecutiva de su partido? No es fácil de convencer a la opinión pública de ello. La jornada laboral de un parlamentario no es ni de lejos maratoniana y tienen casi vacaciones escolares, pero no faltará quien piense que muchas de sus Señorías deberían elegir un solo puesto de trabajo, más aún en las circunstancias actuales, cuando miles de ciudadanos pasan cada día a engrosar las filas del paro.

Es cierto que muchos diputados temen el malestar de la ciudadanía. El triste espectáculo de un hemiciclo lleno de pluriempleados evidencia la crisis institucional y el empeño de nuestra clase política en ignorar la realidad. Pocas veces, desde que las puertas del Palacio de San Jerónimo se abrieron en 1977 a los aires de la democracia, que el Congreso se enfrenta tan radicalmente al hartazgo del españolito de a pie. La clave tal vez está en el desprecio, casi histórico, de lo que representa la soberanía popular.

Pero, ¿quién va a lanzar piedras sobre su propio tejado? Todos los partidos, sin excepción, no solamente están de acuerdo en el pluriempleo sino que constatan que ser parlamentario está mal pagado. Siempre quedará el presidente del Congreso, José Bono, para vender que el presupuesto de la Cámara Baja sólo es de 98 millones de euros y Cristiano Ronaldo fichó por el Real Madrid por 94 o para autorizar viajes sin contenido de parlamentarios por Estados Unidos valorados en 40.000 euros.

La democracia exige confianza. Pero a estas alturas poco hay donde posar la mirada. Si los diputados tuvieran que rendir cuentas a los votantes en lugar de hacerlo a los aparatos de sus formaciones, sus Señorías guardarían al menos la compostura. No puede ser que el Pleno del Congreso sea un pleno de pluriempleados. El semanal digital.

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